Seguramente cuando Don Miguel escribió el Quijote -su obra cumbre e inmortal- universalmente conocida. Y que tal vez junto a la Biblia sea una de las más traducidas y leídas en el mundo. Jamás pudo imaginar su éxito, sus consecuencias y el prodigioso resultado trascendental de su mensaje.
Además de ésta colosal obra, en su producción literaria cabe mencionar también otras, tales como el conjunto de sus -novelas ejemplares- y entre ellas, destacar la titulada, Rinconete y Cortadillo por cuanto en la misma se describe, mostrando el más recóndito espíritu de aquella época de trueques, engaños y pillerías, que al parecer, desde entonces nos viene acompañando como un denominador común inexorable.
Las circunstancias me llevaron a leer desde muy pequeño el Quijote. Mi padre tenía una academia y allí, el libro de lectura en edición adaptada a la edad escolar, era el texto que se leía. Mientras en los otros colegios, lo hacían en -El mundo que nos rodea- u otros libros similares tal vez más acorde a la niñez, pero desde luego de menor calado. Es decir, que no sólo fui yo, sino todos los que pasaron por aquella academia, que por cierto, fueron bastantes los que se impregnaron de su rico contenido a través de su lectura cotidiana que de él se hacía.
Y expongo esta cuestión, porque aparentemente en aquel entonces no teníamos capacidad suficiente para medir en toda su intensidad las consecuencias derivadas de sus narraciones, si se contempla quizás bajo la perspectiva de aquella tierna e inocente infancia. Pero sí hoy, que se acierta a comprender más y mejor las secuencias de aquellos inolvidables capítulos.
Los caballeros andantes, los escuderos, la ínsula, el toboso, Dulcinea, Zoraida, Teresa Panza, el bachiller, el cura, el barbero, el ventero, la ventera, maritornes, el bachiller Sanzón Carrasco, rocinante, la cimitarra, los gigantes, los molinos de vientos y otros tantos elementos, personajes y situaciones que el genial Cervantes, maneja, mueve y dispone a su antojo; dándoles vida a través de un magnífico verbo guiado de su exquisita pluma en una prosa al más puro y castizo estilo coloquial castellano-manchego.
El Caballero de la Triste Figura y su escudero Sancho Panza, encarnaron los dos personajes más significativos y representativos del ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Personajes antagónicos en cuanto a estirpe y condición, pero conexionados intensamente por el espíritu de servicio, respeto, fidelidad, devoción y lealtad.
Y si el Quijote idealiza los comportamientos de la especie, a través del romanticismo, la justicia, el honor, la honradez, la responsabilidad, etcétera. En Rinconete y Cortadillo, ofrece otra cara, naturalmente desarrollada y descrita con la maestría cervantina que nos transporta después de cuatro siglos a seguir contemplando los mismos trueques y pillerías, pero con una particularidad añadida por los cervantes minúsculos de ahora en cuanto a su prosa. Y con mayúscula en cuanto a llenar sus bolsas, cuya práctica a la sazón no sólo no se ha corregido, sino que ha aumentado las mañas de llenarlas como auténticas plagas
Creo que ni Salvador de Madariaga en su excelente obra titulada España. Obra minuciosa de ensayo contemporáneo sobre el carácter de los españoles tratados por regiones hoy -comunidades- no lo describe mejor, tan claro, breve y contundentemente, como Cervantes, lo hace en cualquiera de las dos obras citadas anteriormente; aun no constituyendo un tratado específico sobre la materia con respecto a la de Madariaga.
Los perfiles y el mensaje de los textos referidos a nuestros caracteres en conclusión breve y doméstica, parecen claros y determinantes. Por una parte, la hospitalidad del caballero andante español del Quijote; espada en alto, ofreciendo lo que no puede o dando lo que no tiene como una clara estampa del quijotismo. O por otra, las escenas que nos describe en Rinconete y Cortadillo; como manual de las transacciones especulativas e interesadas -el trueque- para unos pocos en perjuicios de muchos.
¿Qué sería hoy de un Don Quijote arremetiendo sobre los molinos de vientos de la injusticia o de la honradez? ¿O si tuviese que adquirir con euros y no con maravedíes, la ínsula Barataria? Don Quijote, tal vez diría -que adjudicar sueldo- al ejercicio de la política, subvencionar a los partidos y a los sindicatos en lugar de autofinanciarse con sus propias cuotas y establecer 17 gobiernos (comunidades autónomas) han sido las causas principales entre otras, que han deteriorado el sistema. Pero, eso sí, dirán: ¡Qué quijotismo! DIARIO Bahía de Cádiz