Si me mata un yihadista, mientras paseo por la calle, simplemente por cometer el pecado de intentar vivir la vida junto a los míos, por favor, explícale a mi familia que mi muerte no será en vano.
Si me mata un yihadista, aclara tú a mis seres queridos por qué no tienen que tener miedo a árabes, islamistas y musulmanes. Y si aceptas una sugerencia, implantemos Historia de las religiones como asignatura obligatoria en nuestras escuelas.
Si me mata un yihadista, explica si puedes por qué esa persona tiene más derecho a vivir que yo, cuando es él quien no respeta los derechos y la vida de los demás.
Si me mata un yihadista, no pongas lazos negros en las redes sociales, ni velas virtuales. Mejor endurece las leyes, traza límites a la barbarie.
Si me mata un yihadista, pero mejor antes, ofrece más recursos humanos, materiales y un sueldo acorde a su importancia a quienes velan por nuestra seguridad. A quienes corren a contramarcha cuando nos atacan y huimos, a quienes se juegan la vida por nosotros.
Si me mata un yihadista, no me utilices para hacer política y buscar un puñado de votos, no me uses para tener repercusión en las redes sociales.
Si me mata un yihadista, no pretendas convencer a los míos de que el mundo es un paraíso donde siempre ganan los buenos. Las utopías son eso.
Si me mata un yihadista, no vengas a justificar que nosotros les dimos las armas y los financiamos. No digas que es culpa de nuestro modelo de vida. Yo no he comprado un futbolista por más de 200 millones de euros. Ni persigo ni echo a nadie de su tierra. Tampoco escribí ni reescribí ningún libro sagrado.
Si me mata un yihadista, no me hables de guerra santa o yihad, ni de la Reconquista. Yo no maté a ningún ‘moro’. Es más, ni siquiera llamo así a las tiendas multiprecios. Ni soy infiel.
Si me mata un yihadista, que tengas claro que en mi infancia jugué al fútbol con algún chico marroquí, musulmán. Lo respeté. Me respetaba. De mayor siguió con su vida. Y yo con la mía. Cada cual según su elección, según sus ideas, sin hacernos daño. En España.
Si me mata un yihadista, que ojalá no ocurra porque seamos capaces de detener esta guerra que nos han declarado, ten claro que no será mi muerte deseada. Porque seguramente llegará antes de tiempo, cuando aún me quede mucho por hacer, mucho por vivir.
Si me mata un yihadista no olvides que me habrá quitado la vida. Y ésta es lo más importante que puede tener una persona. Por encima de cualquier cosa. Por encima de cualquier religión. Por encima de cualquier Dios, independientemente de cómo se le quiera llamar. DIARIO Bahía de Cádiz