Si buscas conocer el número de muertos provocado por el coronavirus, da media vuelta.
Aquí no vas a encontrar esa información. Te remito a fuentes oficiales. A pesar de que en estos momentos incluso éstas parecen poco fiables, siempre serán mejor que dejarse llevar por portales que ofrecen un periodismo paparrucha.
Pero te recomiendo no buscarla ahora, sino cuando todo pase y los datos se asienten. Puede que sea entonces cuando las cuentas salgan y 2+2 sea igual a 4, como toda la vida. O quizás no.
Cuando se habla de los muertos del coronavirus, quiero creer que se hace para intentar evaluar la situación. Me gusta pensar que no se busca en los números, en la estadística, algún interés indeseable.
La crisis del Covid-19 se ha encarado, al menos desde el punto de vista del lenguaje usado por el Gobierno de España, como un conflicto bélico. Incluso se ha hecho alusión en alguna ocasión a la Guerra Civil, ese tema que tanto gusta a unos y a otros para no terminar de enterrar a las dos Españas de las que habla Machado en el poema Españolito.
En las guerras muere gente. Tampoco quiero pensar que dicha asociación busque justificar las pérdidas. Como si fuese algo inevitable, impredecible. Una justificación a la falta de previsión, a la ausencia de toma de decisiones en tiempo y forma. A la carencia de valentía para anteponer la vida de las personas a otros intereses.
Cuando se habla de los muertos del coronavirus se dan fríos números. Y los números, son eso, cifras desvestidas de nombre y apellidos. Registros sin familia, sin seres queridos que quizás no pudieron despedirse. Que se quedaron, sin saberlo, con un último Te quiero en los labios.
Por eso, en este artículo de opinión, me niego a hablar de los muertos del coronavirus. Es cosa de otros.
Escribir un número no tendría sentido, porque estaría obviando cada una de las historias que hay detrás, con rostros que no sabrán cómo acabará todo esto, lamentablemente.
Y, por supuesto, con rostros que se quedan aquí con la incertidumbre de estar viviendo un acontecimiento histórico que ha provocado que muchas personas vayan a vivir a partir de ahora con miedo.
Miedo a lo desconocido. Miedo a no saber qué está por venir. Miedo a ver cómo se ha afrontado esto en nuestro entorno. Miedo a seguir viviendo como hasta ahora. Miedo a las aglomeraciones y a la llegada de gente de fuera de sus localidades. Miedo a viajar. Miedo a sentirse indefensos. Miedo al miedo, en definitiva.
Todo eso y más es parte de la herencia que dejará tras de sí el Covid-19. Los muertos del coronavirus. DIARIO Bahía de Cádiz