¿Qué sanidad queremos? Hace poco tuve que acudir a un centro de salud recientemente inaugurado por partida doble en Jerez. Era festivo. Achaqué a eso la falta de personal, la falta de limpieza. Por no haber, no había ni papeleras, y una mujer tuvo que ir al baño a tirar el kleenex. Afortunadamente, fui a primera hora y me ahorré las colas posteriores. Y las inmundicias que muchas personas enfermas tuvieron que soportar.
¿A qué viene todo esto? No suelo acudir demasiado al médico, pero cuando lo hago siempre me voy con la sensación de que ni los recursos humanos ni los medios son suficientes. Es más, de un tiempo hasta aquí incluso intuyo que hay instrucciones de recetar menos medicamentos. Y cuando se hace, es en dosis mínimas, las menores posibles. Por ejemplo, el otro día -quizás era casualidad- se había agotado un medicamento en varias farmacias. La caja de menor tamaño, vía recetas.
No, no es cuestión de culpar a los profesionales sanitarios, aunque en ocasiones es cierto que se echa un poco de más empatía. Vale, acepto que puedan estar quemados, pero también lo están quienes acuden a la consulta para sí o para sus hijos. Y encima de virus te acabas llevando la sensación de que vas a tener que volver al día siguiente, como ha pasado a varios familiares últimamente. ¿Y si las prisas y el diagnóstico de «esto es gripe, la tiene todo el mundo», hubiesen acabado en una desgracia por un mal diagnóstico?
La cuestión es que nos recortan en salud, pero nos callamos. Vale, ahora me dirás que el Estado de Bienestar tal y como se entendía hasta hace unos años es insostenible y se va hacia la conjunción entre lo público y lo privado por necesidad. Pero si eso fuese claramente reconocido al menos… porque lo que no puede ser es que se nos vendan motos, se inauguren centros de salud a bombo y platillo, y se diga que se mejora la atención sanitaria, cuando la realidad es que la apertura se produce con deficiencias materiales y de recursos humanos, como es el caso del centro médico de Jerez al que me refería al inicio del artículo.
Y todo eso sin entrar en casos como el centro de salud de Los Gallos de Chiclana, que lleva una década cerrado, una localidad en la que, por cierto, no hay hospital público; o el Hospital de Alta Resolución de Vejer que por una u otra razón nunca llega para dar cobertura a La Janda, comarca en la que enfermar o tener un accidente puede resultar altamente peligroso. ¡Y qué decir de las listas de espera! En definitiva, que habrá que aspirar a ser mutualista de Muface, pues estos al menos tienen garantizados más servicios… DIARIO Bahía de Cádiz