Cuando era chico vi un chiste de Mingote cuyo mensaje quería decir que en España había tantos partidos políticos como habitantes. Aún no estábamos ni en la democracia y creo que Mingote se refería a que los latinos somos muy nuestros (por fortuna, añado yo) y que por eso más valía dejar a la madre patria como estaba. Luego llegó la democracia y no pasó nada, se cambió todo para que todo siguiera igual y adelante. Y luego la actual era postmoderna, muy divertida (reír por no llorar, cada vez se parece más a la decadencia del imperio romano), donde en cierta medida se ha cumplido aquella posible intencionalidad de la viñeta de Mingote que se pierde en mi mala memoria, con el riesgo consiguiente.
No hay un partido político por cada español pero sí un móvil, un blog, una web, donde la gente se desahoga y donde todos somos los reyes del mambo. No hay soldados, todos somos generales, los curricula no sirven de mucho porque aquí el personal va sobrado. El relevo generacional se ha acelerado a destiempo y por eso la cosa está tan divertida y a la vez tan deplorable, estamos viendo en directo lo que se debe hacer en la sombra, la gente y los políticos van madurando su personalidad en vivo, delante de todos, y un becario puede pasar a ser ministro o rector. Es la consecuencia de querer convertir a todos en consumidores bajo consignas como: sé libre, power to you, connecting people, igualdad, y otros sofismas. Ahora, por tanto, me parece necesario intentar aclarar el paisaje. Comencemos por la política que está muy arrebujada.
Esperanza Aguirre and company, a Alternativa Española (AES). ¡Hala! ¡A salvar España! Felipe González y sus seguidores, al PP, con Aznar. Rivera que refuerce Nuevas Generaciones, del PP. Borrell y semejantes, a un Partido Socialdemócrata que habrá que fundar. Pedro Sánchez y seguidores más Izquierda Socialista, al PSOE o bien a Unidos Podemos, sector Errejón o bien Errejón y sus trotskistas, al PSOE con o sin Felipe y Susana, total, los trostkos suelen acabar con los sociatas para no estar con los comunistas de Stalin. Iglesias tendrá que irse con sus feministas-leninistas a otro lado y los comunistas que no se avergüencen de que Carrillo se entrevistara con Stalin a otro partido.
Claro que a la gente qué narices le importa todo esto si luego va a votar a una coleta bravucona, a una mujerona madraza andaluza, a un señor Rajoy que no sé ni dónde ponerlo o a un niño guapo de colegio religioso de pago, apto para casarlo con la niña. Ganas de escribir para nada, cosas de viejos… DIARIO Bahía de Cádiz