Cambios. La vida son cambios, pequeños periodos de tiempo en los que debes decidir, hacer y, luego, insistir. Lo primero, decidir si debes insistir en lo que quieres hacer, porque puede que sea mejor desistir, y deshacer la idea con la que te habías decidido. Aunque, quizás, sea mejor hacer, antes de insistir, para comprobar si de verdad merece la pena haberse decidido. No sé, no lo tengo claro.
Los cambios son sólo eso, cambios. Cambios en la forma de pensar, cambios en la forma de vivir, de trabajar. Trasladar tu oficina a casa o hacer de la oficina tu domicilio. Probablemente, los curritos, sí, como tú o como yo, seamos más propensos a aceptar el cambio que conlleva hacer de la oficina tu domicilio. Otros, los que no son como tú o como yo, decidan cambiar la oficina por su casa. ¿Cuándo cambiará eso? Fácil, mientras sigamos confiando el futuro a los mismos fanfarrones, nunca. Y eso no hay cambio que lo cambie.
Podemos cambiar nuestra forma de conducir, para respetar las normas y tomar las glorietas por el lado correcto, o podemos hacer lo que nos de la gana, y esperar que cambien las glorietas, a nuestra forma de conducir. Y cambiamos, para hacernos fuertes, débiles o neutros, en la misma escala, a pequeños saltos, con pasos agigantados o porque nos conviene, para seguir cambiando, y emprender el vuelo, en la búsqueda de un cambio que nos cambie, la vida, el trabajo o para cumplir un sueño.
Además, soportamos cambiar de ciudad, para que no cambie nada en el bienestar de los que se quedan en ella, a la espera de que las cosas cambien, para poder cambiar, lo que nunca debería haber cambiado. Cambiamos de aires, de llaves y de portón, para que el cambio nos ayude a cambiar, lo que ya necesitaba un cambio. Es curioso pensar, que un cambio es sólo eso, un cambio, con la salvedad, de que si es grande podemos tolerarlo, pero si son muchos y pequeños, te pueden cambiar la vida. Mejor no hablar de esa ilusión infundada, de cambiar el cambio por billetes, que a algunos se les da bastante bien, sobre todo a esos que no quieren que nadie cambie.
Cambiar implica un compromiso, una carrera de fondo y valentía, una apuesta por cambiar, las promesas por verdades, las intenciones por hechos y las ganas por energía. La misma energía a la que te aferras si decides cambiar, el calor del abrazo de tu hijo por una pantalla fría, en la que le ves, le hablas y le dices, que tarde o temprano todo esto cambiará, y para que cambie, era obligatorio realizar ciertos cambios, temporales, permanentes, qué más da, si son sólo cambios.
Mejor cambiar para vivir, que sobrevivir con lo poco que has cambiado. Mejor cambiar pequeñas cosas, que tener que tolerar cambios inesperados. Mejor decidir los cambios que suceden, antes de que todo cambie, y sucedan cosas que no has decidido. Mejor cambiar todos a la vez, que tolerar que cambie sólo para algunos, para que el cambio no los cambie, y que nada cambie el obligado cambio.
Al final, los cambios son sólo eso, cambios. DIARIO Bahía de Cádiz Vicente Marrufo