El adanismo puede llevar al fracaso y, muy probablemente, al despilfarro.
La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz ha presentado recientemente, al Observatorio de Cruceros, una propuesta de estudio con el objetivo de convertirse en puerto base de cruceros en 2018; se trataría de unos análisis divididos en dos fases: “La primera sería un estudio de mercado y una valoración del impacto económico y la segunda fase sería el desarrollo del plan en sí”.
La nota de prensa que informa sobre tal extremo dice, además: “El coste del estudio asciende a alrededor de 100.000 euros, por lo que la Autoridad Portuaria ha planteado la participación del resto de administraciones con competencias, como la Junta de Andalucía, la Diputación de Cádiz, el Ayuntamiento de Cádiz y la Cámara de Comercio.”
La noticia es, cuando menos, sorprendentemente e inquietante. ¿Cómo es que, desde las instituciones citadas y desde el propio Observatorio de Cruceros de Cádiz, no se conocen los estudios que, sobre los gastos de cruceristas y su impacto económico en los destinos, se publican regularmente por diversas entidades andaluzas, españolas e internacionales? ¿Cómo puede plantearse el desarrollo de un plan con un objetivo temporal de dos años, como si esa decisión dependiera del puerto/destino Cádiz?
Parece estar de moda el adanismo; un comportamiento que puede llevar al fracaso y, muy probablemente, al despilfarro. Como escribía más arriba, me sorprende y me inquieta. Me sorprende porque el puerto de Cádiz y los operadores locales tienen una dilatada experiencia en el tráfico de cruceros turísticos y con éxitos muy notables; no son unos “recién llegados” en estos menesteres, por lo que no se puede entender semejante desatino. Y me inquieta porque se cuantifica en 100.000 euros la realización de unos análisis que, en la primera fase que anuncian, determinará unas cifras ya conocidas a priori y en su segunda la pretensión y objetivos que se plantean son sencillamente irresolubles por el puerto y el destino Cádiz, ya que no dependen de estos. Por supuesto que este puerto puede optar a convertirse en base y, con una estrategia adecuada lo conseguirá; de hecho, en Cádiz se han venido realizando embarques y desembarques que, aunque no han significado un número importante, sí que han podido demostrar, sobradamente, la capacidad de este puerto para atender estos servicios.
El posicionamiento de un buque en un puerto para embarcar y desembarcar a sus pasajeros es una cuestión poliédrica y complicada y es una decisión, fundamentalmente, de las navieras; las variables que determinan la decisión comprenden, entre otros, los siguientes extremos: desde la accesibilidad marítima del buque a la terrestre y aérea de sus potenciales clientes de embarque; factores de costes portuarios y de seguridad de operativas; instalaciones y condiciones del puerto y atractivos del destino que provoquen la venta de excursiones. Estas condiciones objetivas y algunas otras se tendrán en cuenta por los planificadores de itinerarios, controladores de cuentas de explotación del buque, especialistas en excursiones, técnicos en operaciones portuarias y, dependiendo de la compañía, algunos otros responsables de la toma de decisión acerca de qué rutas y qué puertos son los más idóneos como base y como escalas. Además, a todo ello se le suma la condición más importante y, podríamos decir, clave en este asunto: la venta necesaria para cubrir las cientos o miles de plazas que ofrece un buque de cruceros turísticos durante toda una temporada y cuya compra debe resolver la zona y su entorno (razonablemente cercano o bien comunicado).
No parece, pues, la mejor decisión marcar objetivos temporales a tan corto plazo (téngase en cuenta que las navieras están planteando sus rutas para 2019); tampoco sería la mejor inversión un montante tan abultado en estudios de impacto (que, repito, se publican regularmente) y en el establecimiento de estrategias como si no se pudiera contar con el saber y la experiencia demostrados por los propios actores gaditanos.
Es obvio que el éxito nunca llega solo y que es ineludible que el puerto de Cádiz y la oferta turística de su destino deben trabajar juntos en estrategias que persigan el objetivo de puerto de embarque; pero analizando, desarrollando y estructurando las mejores ofertas que las navieras demandan y esperan de un puerto base. Y para estas tareas, sí que pudiera justificarse la convocatoria de un concurso que busque la participación de expertos en políticas de producto ad hoc, métodos de distribución y oferta, políticas de promoción, determinación del público objetivo, etc… y, desde luego, con una dotación económica menos onerosa que la contemplada en esta historia, buscando la mayor rentabilidad y evitando inversiones excesivas e innecesarias. DIARIO Bahía de Cádiz
ARTÍCULO DE: Sebastián Camps
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