… creo que era de Cantabria, vivía aquí hacía bastantes años y me confesó no sólo ser un apasionado enamorado de la Ciudad, sino que además se consideraba gaditano, pero cometí la torpeza de no quedarme al menos con su nombre. Y si por casualidad lee estas narraciones, sabrá de la certeza de lo que describo. Y desde aquí lo mismo que al señor anterior les transmito mi agradecimiento y abrigo la esperanza de encontrarme de nuevo con ellos o ellos conmigo a través de esta fuente o cualquier otra circunstancia.
Otras calles por sus largas extensiones merecen ser citadas también como la calle Sacramento con bocacalles aledañas siendo su principal cruce con la calle Columela (calle principal y comercial del centro de Cádiz) tal como ocurre con la calle Rosario. Y sin embargo otra calle como Arbolí, discurre -sin bocacalles- en su largo recorrido desde la calle Compañía a la de Puerto Chico, anteriormente llamada Cabo Chico, Nuestra Señora de Covadonga y Fideo, en cuyo lugar estuvo precisamente un -puerto chico- abierto al Campo del Sur. Así como tantas otras que por sus peculiaridades propias son dignas de mención como Sopranis, Plocia, Pelota Feduchy, Benjumeda, Hospital de Mujeres, Obispo Calvo y Valero, Obispo Urquinaona, Cervantes, Virgen de la Palma (de especial devoción de todos los gaditanos por considerarla la salvadora de la ciudad al detener las aguas (cuenta que llegaron hasta 12 metros de altura) del tremendo maremoto que provocó el terremoto de Lisboa en 1755 que asoló a la capital de cuya imagen por cierto es muy devoto de Abel Moeno el que fuera célebre compositor de tantas marchas de Semana Santa incluida la que especialmente le compuso a esta Virgen siendo director de la Banda Militar de Soria 9 de Sevilla y posteriormente director de la Banda Real) Veedor, Antonio López, Amor de Dios, Zorrilla, Enrique de las Marinas, Soto Guerrero, Rafael de la Viesca, Rubio y Díaz, Cobos o Botica y tantas otras. Y Bahía Blanca, Avenida de Portugal, María Auxiliadora o Batalla del Salado en Puerta de Tierra. Así como un larguísimo etcétera imposible de citar.
Y entre las calles Parlamento y Dama de Cádiz (intramuros) se encontró la necrópolis de Punta de la Vaca con restos fenicios-púnicos y pre-romanos, que se pueden contemplar en el Museo de Bellas Artes de la Plaza de Mina. Plazas mayoritariamente recoletas como De Sevilla, ésta más abierta por el discutido derribo del Edificio de la Aduana, pero luciendo siempre a los cuatro vientos desde su alto mástil la bandera nacional de España, San Juan de Dios, Gaspar del Pino, San Martín, Félix, Cruz Verde, Merced, Mendizábal -ésta- delante del edificio sanitario de Vargas Ponce, que parece más mini que recoleta, San Francisco y justo a su lado la Plaza del Santo Cristo de la Vera Cruz, Plaza de Mina, San Antonio, Del Palillero, De las Flores, núcleo central que queda entre el famoso bar y freidor de pescado ‘Los gallegos’ y el Mercado Central. Plaza de la Catedral, De las Viudas, De Fragela, Del antiguo Hospital de Mora con su impresionante ficus gigante apuntalado, cuyo perímetro tiene un poco más de diez metros y fue traído a Cádiz desde Australia por unas monjitas misioneras a principio del siglo XX. Del Mentidero, Del Tío de la Tiza.
Y cómo no, la Plaza de España con su gran monumento dedicado por lo que representa y significa a la Constitución de 1812 promulgada por Las Cortes de Cádiz el 19 de Marzo de aquel año y que cómo el puente fue bautizado por los gaditanos por -La Pepa- tal vez porque el acontecimiento tuvo lugar el día de San José (Día de los pepes y las pepas) Y muy cerquita a su espalda la Plaza de la Hispanidad, la de Argüelles y Las Tres Carabelas. Así como tantas otras ubicadas en Puerta de Tierra, destacando en ella, nada más traspasar las citadas Puertas saliendo de Cádiz, La Plaza de la Constitución, conocida sólo de paso y de obligado cumplimiento. Y digo de paso, para los gaditanos, que la miran de reojo al pasar por encontrarse en ella la Agencia Tributaria.
Siguiendo con la Plaza de la Almudaina, la de Asdrúbal, que muestra parte de los restos de un acueducto romano construido con piedras ostioneras. Plaza de San José, Ingeniero de la Cierva, Helio, de Jerez de la Frontera, de San Juan de Puerto Rico, “Plaza de la Telegrafía sin Cables” -cosas de Cádiz- Plaza de Zurbarán, de Clara Campoamor y otras. Así como los jardines de Valera con sus restos arqueológicos a flor.
Y qué decir de sus barrios y barriadas más famosas y tradicionales. Además de los populares barrios de Santa María, San Juan, La Viña, el Mentidero y el popular y castizo barrio del Pópulo con el Arco de los Blancos en su interior, vestigio de una puerta romana, pasadizo de la familia de la cual tomó su nombre y en el exterior, el de su entrada por la calle Pelota y el Arco de la Rosa en su salida junto a la Catedral, que fue entrada y salida del viejo barrio antiguo en donde se circunscribía Cádiz y pasó por él las distintas civilizaciones. El Arco de la Rosa fue la antigua puerta del Cádiz medieval. Era una de las tres puertas que tenía el Castillo de la Villa y su nombre se debe a la capillita dedicada a la Virgen del Rosario o de ‘La Rosa’ que se alzaba sobre ella y era en aquella época, la entrada de la plaza de las Tabernas (hoy de la Catedral) lugar elegido para el patíbulo en aquellos tiempos.
El Barrio de Santa María con su otro Arco de entrada por la Cuesta de las Calesas merece un aparte por ser unos de los barrios más y mejor rehabilitado en el que tan sólo falta poco más de una veintena de casas por remozar entre las casi cuatrocientas ya rehabilitadas sin eludir la espléndida transformación del mercado de la Merced convertido en el Centro municipal del Arte Flamenco, lugar en cuya plaza aledaña nació el mercado del Piojito, hoy trasladado o instalado en la Avenida de la Paz y en su lugar ahora hay una recoleta plaza. Así como la Casa de Iberoamérica ubicada en la antigua Cárcel Real (ya comentada en otro capítulo anterior). El Barrio de Santa María ocupa un lugar privilegiado, cuna de artistas y famosos cantaores: Chano Lobato y la Perla de Cádiz por citar dos de los más representativos entre otros. Y por solo dos días no fue también el lugar de nacimiento del célebre Manolo Caracol (la familia Ortega se había trasladado a Sevilla). El Barrio de Santa María fue el sitio por excelencia elegido por los genoveses afincados en Cádiz, porque desde las azoteas de sus casas divisaban la impresionante vista del Puerto Marítimo y a su vez el arribo de sus naves. En dicho Barrio destacaban como regios estandartes de referencias entrañables y sentimentales las tres Torres más reverenciadas que perfilan recreativa y devotamente sus vecinos, la de la Iglesia convento de Santo Domingo sede de la Patrona la Virgen del Rosario conocida por los marinos como La Galeona (ya citada en el capítulo III) y que bajo su manto protector y en parte de las escaleras y de sus dependencias monásticas vacías de su Casa, debido a la ausencia y a la escasez de los frailes Dominicos que padece en la actualidad el convento, posibilita albergar y cobijar una vez efectuadas las rehabilitaciones como las realizadas en el propio barrio, la asistencia a muchos ancianos. De este Convento y de tantas otras cosas de Cádiz, tiene mucho que contar el único y exclusivo fraile relativamente mayor que queda con vitalidad, sabiduría y energías propias, El Rvdo. Padre Pascual Saturio, qué sin ser de Cádiz lo quiere tanto que se puede contar e inscribirse como un gaditano más.
Y cómo no, volver a citar que entre las Casas Palacios barrocos que posee la Ciudad, sólo en este Barrio existen siete que también han sido perfectamente rehabilitadas albergando en una de ellas, concretamente en la Casa de los Lilas, la oficina técnica de Urbanismo de Cádiz. Citar también como no podía ser de otra manera a la antigua Tabacalera que además de haber proporcionado trabajo a muchos gaditanos (hombres y mujeres) fue otro hermoso edificio convertido hoy en el Palacio de Congreso. Otra de las tres Torres mencionadas, es la de la Iglesia de la Merced, sede de la devocional como tan apasionadamente querida Virgen de su mismo nombre en su mismo Barrio, cuyos vecinos, aman, piropean y se encomiendan… Continuará… DIARIO Bahia de Cádiz