La chica que se suicidó debía estar derrochando la misma felicidad que Aguirre cuando conoció el resultado de las urnas. El terminal que lo desahucian es todo carcajadas, símil de la cara de Isabel Pantoja Jr cuando supo que no la expulsaban de ‘Supervivientes’. La vida es una enmienda que nos trabaja la jeta, para ablandárnosla como carne de tercera. Nos reímos porque somos monos de feria, alterados genéticamente para sonreír y que no nos den las cuarenta.
Porque en realidad, lo que tenemos ganas es de llorar o de coger un paquete de pipas XXL y ver los debates televisivos.
Nos gusta que nos enmienden y que nos desahucien y que nos penen. Que nos acosen y abusen, y encima, nos acusen, de tristes de incontinencia. No vaya a ser que alguien diga que estamos llorando nuestra pena de sentirnos heridos.
La alegría está muy sobre valorada porque es tan esquiva como la decisión de un jurado en un premio literario. Para vivir hay que entristecerse y pasar página, que si no dan contigo en el osario de los que no aguantaron, en la isla de ‘Supervivientes’ disolviéndote en intestinos apretados o muriéndote frente a una foto fija de un público noticiario.
Hay veces que no sabemos cómo andar y sin embargo echamos el paso.
Hay veces que no podemos respirar, que se nos corta el aliento y sin embargo hablamos. Por eso me gusta más el que pelea, el que lucha en el silencio de su casa, con la cabeza amarrada a una toalla que no tira, que el que sonríe estoicamente tragando mil rabos de pasas. Hay que ser muy valiente para salir de la mala racha, para no hincar rodillas, para poner mala cara. Hay que ser muy valiente para apretar los dientes sin que se te salten las lágrimas.
La chica que se ha suicidado, aguantó cuanto pudo sin que le tendieran una mano,sin que tuvieran conciencia de apagar la tristeza que iba inundándola. Ahora quieren echar remiendos, para saldar una deuda, pero volverá a pasar porque la tristeza está muy perjudicada y nadie quiere vértela en la cara ni escuchar tus quejas. Solo desean monitos felices con sonrisas ‘Profiden’ que haga el circo más grato para la gran mayoría.
La tristeza está ahí, esperando, como los 7.400 que aguardan el cupo de volver a casa, cerca de usted que no sabe nada y que sonríe feliz por lo que dice la Esteban cuando mete la pata.
Las puertas de la cárcel se abrieron, pero ella no estaba, que lo mismo, de abrirse las puertas de ‘Supervivientes’, tampoco hubiera estado. Pero la sonrisa sí y el falsete en la voz del tenor castrado y la empatía, que no es más que miseria de buen grado, aceptada.
En realidad lo que tenemos ganas es de que nos quieran, de que nos mimen y sobre todo de que no nos den aceite quemado, por la retaguardia. DIARIO Bahía de Cádiz