“Como un animal sediento, que acude periódica y metódicamente a los manantiales para saciar su sed. Me presento allí, especialmente a las claras del día, para embriagarme del almíbar que desprende sus rocíos”.
Desde hace meses, me ronda la idea dedicarle una tribuna de opinión al unísono, al Bar “Kiosco Curro” y a la Churrería Alfonso, al ser establecimientos complementarios el uno del otro, sitos en la Avenida III Centenario, de la aromática Villa de Los Barrios (Cádiz). Localidad enclavada en el epicentro de la Comarca del Campo de Gibraltar, con un censo poblacional de unos 20.000 habitantes aproximadamente. Siendo, la Villa, un leal y noble estandarte de las raíces más profundas andaluzas por sus excelencias humanas y cívicas… Ocupando un lugar muy destacado también en el Parque Natural de los Alcornocales, al ser el 70% de su extensión zona natural protegida. Desarrollando, al mismo tiempo, otro importante papel, al formar parte de los pueblos blancos gaditanos de la “Ruta del Toro”, en la que están asentadas emblemáticas ganaderías de reses bravas… Disponiendo, además, Los Barrios, de diferentes polígonos industriales, uno de ellos cerca de la desembocadura del Río Palmones en la Bahía de Algeciras…
Escribir de Los Barrios, es hacerlo de una villa con empaque, talante y señorío. Todo concordia, paz, amabilidad y armonía transmitidas de padres a hijos de ese dignísimo enclave de civilizaciones y cosmopolitismos. Brotándoles a sus criollos la bondad innata de la gente de bien, contagiando a los foráneos. Por ello, al ser buena gente, los vecinos de Los Barrios. A la menor oportunidad que tengo, me desplazo hasta allí desde Algeciras, junto a ‘la flor de mi canela’, que es la que alumbra mis caminos. Haciendo el trayecto, de la aproximada docena de kilómetros de distancia desde Algeciras, a escasa velocidad con mi utilitario, por la carretera vieja, para gozar escuchando el canto de los pájaros… mientras observamos el estado de los nidos de las cigüeñas, situados en los postes eléctricos o telefónicos, etc.
Y como un animal sediento, que acude periódica y metódicamente a los manantiales para saciar su sed. Me presento allí, especialmente a las claras del día, para embriagarme del almíbar que desprende sus rocíos. Y respiro profundamente su arco iris de olores tan propios e inconfundibles, como el que desprende la hierba mojada. Sintiéndome, más que dichoso, por el gran regalo recibido de su ecosistema cuidado o salvaje, desde que totalmente hueco piso, desnudo y descalzo, el umbral de sus lindes.
¡Madre del amor hermoso!, de las olas de las estribaciones y ramificaciones de mis prosa literaria, versos o poemas cercanos o más allá del Estrecho. Porque al escribir lo que usted lee, estimado lector, me siento pleno con el medio ambiente que me circunda. Por ello, tras unas bocanadas de aire fresco, estaciono el coche frente al mercado de abastos, como de costumbre. Y, desde allí, nos encaminamos, sin prisa alguna, al ser menos de las 08,00 horas, hacia el Bar “Kiosco Curro” y la Churrería Alfonso. Siendo otra de las causas, para que nos atraiga tanto Los Barrios. Porque, ambos establecimientos en sus especialidades, pocos les igualan. Siendo las ruedas de churros de las mejores que se hacen en el resto de churrerías recorridas por mí, en la comarca y provincia.
Y es así, porque están muy bien condimentadas y elaboradas. No repitiéndome nunca ni me provocan pesadez de estómago cada vez que las degusto. Pero, sin embargo, en otros sitios sí. Debiendo destacar también, de la Churrería Alfonso, que la maquinaria y los utensilios empleados diariamente, están más limpios y relucientes que las patenas. Siendo la profesionalidad y el trato que se le dispensa a la clientela totalmente exquisito.
Pero mientras ‘el azahar de mi jardín’, aguarda hasta que le llegue el turno para ser atendida, una vez que comienza la churrería su jornada. La espero sentado en el colindante Bar “Kiosco Curro”. Y mientras, al serme necesario fuentes inspiradoras, para crear mis obras literarias, pictóricas o periodísticas… Me empapo de la idiosincrasia de las sapiencias que me envuelve de la universidad de la vida. Y en esta ocasión, especialmente, de la sabiduría de las personas mayores, con esa fonación tan barreña, con sus señas de identidad propias procedentes de la Aljamía, que es nuestra originaria lengua romance procedente del latín…
Decir que, el “Kiosco Curro”, es especialista en tapas variadas. Siendo allí, a cualquier hora del día en horario abierto al público, una fuente de ilustradas y sabias tertulias y conversaciones enriquecedoras, con temas diversos procedentes de los oficios y aficiones lugareñas… mientras se degusta chocolate, café de puchero o de máquina… con churros o con pan macho barreño untado con manteca blanca o ‘colorá’, chicharrones o lomo, etc. Por todo ello, y mucho más, recomiendo visitar el Bar “Kiosco Curro” y la Churrería Alfonso de Los Barrios. DIARIO Bahía de Cádiz