Transcurrido ya un mes de nuestra pasada Semana Santa. Permitidme hacer un balance crítico y sintetizado, pero constructivo desde mi particular punto de vista -con un solo objetivo- la búsqueda de su superación según las siguientes conclusiones:
Las Hermandades: todas han observado el orden, la disciplina y la devoción que siempre debe mantenerse. Algunas, mejorando sus desfiles y sus vestuarios (túnicas). Y otras, evidenciando la necesidad de efectuar cambios en los mismos y en las mismas.
Música: dos variantes, las bandas y las agrupaciones musicales. Ambas excelentes. Las primeras ofreciendo las marchas de las composiciones ya escritas. Las segundas, deberían eliminar de sus repertorios aquellos ritmos que no favorecen el paso de los cargadores.
Carga: muy diversificada. Y poco a poco tal vez se va alterando el estilo tradicional de cargar los Pasos en La Isla. A veces la carga quizás por el motivo señalado anteriormente va por un lado y la música por otro. Aunque queda todavía un reducido grupo que conserva algo de la reminiscencia de otros tiempos.
Horarios: en los de salidas se intenta flexibilizar. Pero no se consigue definitivamente. Unas pasan excesivamente juntas. Y otras con agravios diferenciales o posiciones obstinadas, reticentes y absurdas. Se debería solucionar especialmente a su paso por la Carrera Oficial, objeto de un comentario aparte.
Itinerarios: potestativo de cada hermandad, pero con conciencia clara de no producir interferencias entre hermandades. Este año Vera Cruz, Santo Entierro y Soledad, han modificado los suyos, coincidiendo las tres pasar por el mismo sitio. Y los resultados de esta experiencia serán las propias corporaciones las que tengan que valorarlos. En mi opinión en cuanto al Santo Entierro, no me parece muy acertado, que todo su magnífico y extenso cortejo, pase por un Callejón tan angosto como el de Capataz Nicolás Carrillo, ante el riesgo de un eventual episodio de emergencia por motivos de seguridad cuando existen otras alternativas.
Paradas o ‘parones’ solamente los estrictamente necesarios, los demás erradicarlos. Provoca una situación que no beneficia a nadie: ni al penitente que se cansa más de lo debido, el cargador que se enfría y el público que se impacienta y se va.
Recogidas y sitios recomendados: en la línea de cada hermandad, pero preferentemente abocadas a que las primeras sean más cortas que largas en los horarios y en los tiempos de exposición. Y los segundos fomentarlos más. Algunos han perdido público.
Consejo de Hermandades y Cofradías: como coordinador y responsable debe tomar todas las medidas coercitivas, oportunas y necesarias aplicando la normativa diocesana desde la seguridad hasta las diversas tomas de decisiones, haciéndolas cumplir si no se llega a los acuerdos previos -por otra parte nada entendible- tratándose de Her-man-da-des. Y junto con el Ayuntamiento, ocuparse de engalanar la ciudad más profusamente mediantes guirnaldas, escudos, reposteros y otros etcéteras para hacerla más emotiva y participativa.
Pueblo y meteorología: un diez o matrícula de honor para cada uno. El buen tiempo ha acompañado como hacia una decena de años que no ocurría. El sol ha brillado junto al brillo de los Pasos. Y los ciudadanos han tenido un comportamiento ejemplar, excelente, mayoritario y devocional al lado de nuestras queridas Hermandades, que no sólo es de agradecer, sino de aplaudir, porque sin su calor humano y su apoyo, las procesiones en la calle no tendrían sentido.
Por último, en este mar de éxitos, bonanzas y satisfacciones, hacer un comentario tal vez algo doloroso, porque doloroso resulta también observar la escasa acogida que se le presta a la Salida y en la Carrera Oficial a una procesión determinada con respecto a las otras.
Me refiero a la más importante de las procesiones: la de la Sagrada Resurrección. Procesión que sustenta a todas las demás, porque sin el Misterio de la Resurrección no existiría la Pasión y Muerte de Nuestro Redentor. Y por tanto, no se podría representar en esos otros Pasos las escenas de la Pasión de Cristo, objeto de la Semana Santa. Incluso me atrevería a insinuar la participación en ella, de una representación tanto de todas las corporaciones ‘hermanas’ como también más numerosas de los cargadores, que por tradición siempre acompañaron a este Misterio Pascual.
Conclusión final: no obstante lo descrito aun siendo susceptible de mejorar, hemos celebrado una Semana Santa pletórica, espléndida y hermosa. Tenemos patrimonio, experiencia y recursos. También tenemos hermandades, músicos, cargadores y penitentes que puesto en filas uno tras otros, resultaría tan sencillo como organizar una Magna ante la complejidad que ésta aparenta tener.
Y si hemos organizado una. ¿Por qué no intentamos ordenar y poner en fila con más eficacia y más esplendor si cabe todavía a nuestras queridas hermandades? Sin que esto reste, felicitar y dedicarles los más nutridos aplausos a todos los que han intervenidos en el proceso de esta esplendorosa pasada y devota Semana Santa.
Porque en definitiva de lo que se trata es de prestigiarla y mejorarla. Y con ello elevar también el tono y el prestigio de nuestra muy querida y entrañable Ciudad, que como tal Isla, está rodeada no sólo de agua, sino bañada, protegida y arropada también por todas sus diversas hermandades y cofradías ya sean letíficas o penitenciales, que no son pocas precisamente, imprimiéndole además, un particular y singular bagaje de pueblo devoto, atractivo, hospitalario y muy visitado a través del impacto de su Semana Santa. Y es que la Semana Santa hace a la Ciudad, como la Ciudad hace a la Semana Santa. Y ojalá que este binomio perdure por los siglos de los siglos. Amén!! DIARIO Bahía de Cádiz