Hoy, he comenzado a redactar lo que será mi carta a SM Los Reyes Magos de Oriente, o de Occidente, a estas alturas me da lo mismo, que también enviaré en copia oculta (COO) a Papá Noel, por supuesto. El caso es que, en vez de los miles de libros que deseo leer, el tocadiscos con el que sueño desde hace ya algún tiempo, o la silla ergonómica que necesito, para que mis lumbares no sufran el desgaste de las horas que paso sentado frente al ordenador, este año he decidido pedir sólo una cosa: ‘aprender’.
Quisiera aprender a comprender. Ansío comprender por qué los andaluces NO nos levantamos, y los gaditanos, nos resignamos, pero eso ya son palabras mayores. Me gustaría comprender cómo se aprende un oficio, de esos olvidados y que son tan necesarios. A lo mejor, decida aprender más de un idioma, aunque el mío sea el segundo que más se habla del mundo, por detrás del chino mandarín, nunca comprenderé por qué no lo reivindicamos. Animaría a aprender, y comprender, lo que significa ser emprendedor, sobre todo a esos que tanta propaganda hacen de los mismos, sin echarles ni un sólo cable a cambio.
Quizás pida aprender a pensar, como los tertulianos de la tele, esos que critican el oficio de camarero, sin saber que detrás hay una carrera de ingeniero. Así, no estaría mal comprender como se puede llegar a tertuliano, con el único respaldo de una etiqueta de anís de mono, será cuestión de aprender cómo funciona la mala educación. Me encantaría aprender, o no, cómo se puede ser el jugador de fútbol mejor pagado del mundo, en el país con la mayor tasa de paro, comprendería, del mismo modo, sus incesantes contoneos en Ferrari delante de gente que no tiene para comer, una vergüenza.
Mis queridas Majestades, me encantaría aprender algo sobre esa criba que utilizan, para llegar a algunos hogares y olvidar a otros, normalmente los más necesitados, imagino que tendrá que ver con los camellos o los renos, y, por buscarle una explicación, comprendo que tenga que ver con el vaso de leche que hay que dejarles junto al árbol, puede que al no estar ‘calentito’, sino congelado, porque muchas de esas familias no tengan para pagar la luz, decidan no acudir. Aunque, esto más que para aprender, sea para denunciarlo.
Además, les pido que me concedan el don de aprender sobre la esperanza, esa que han perdido las provincias del sur, al seguir siendo las que más pobreza arrastran desde hace años, pero alardeando de arte, el arte de ver como los hijos tienen el futuro más negro que el sobaco de un grillo. Me molaría aprender algo, qué digo, mucho, sobre el funcionamiento de las oficinas del INEM. Comenzaría, preguntándome por qué están separadas por biombos, cerradas las puertas y con muros de ‘quita y pon’ pegados al suelo, marginando a los desempleados y tratándolos como apestados, en vez de ser espacios abiertos, cargados de empatía, ganas de currar por el prójimo, rebosantes de energía y ayuda.
Si mis deseos no son muchos, quisiera aprender cómo insultando se llega a líder mediático, la bajeza te hace famoso y el cotilleo millonario, pero si estudias, te premian con un billete al extranjero, a dejar a tu familia y un contrato de becario. Sus estimadas Majestades, perdónenme que me repita, pero ansío comprender por qué los andaluces NO nos levantamos y los gaditanos nos resignamos, si somos ricos en letras, en historia y en lucha, si somos pobres en trabajo, futuro y porvenir.
No estaría mal aprender por qué seis euros duran menos que mil pesetas. Me gustaría comprender por qué se han ido, los que me han dejado. Solicito comprender si existe un Dios, tanto en la tierra como en el cielo, que permita el hambre, las guerras y el desamparo. Quizás pida aprender, sobre las canas que me han quedado. DIARIO Bahía de Cádiz Vicente Marrufo