Si están hartos de oír musiquilla enlatada o voces automáticas ya saben de lo que les hablo. Un auténtico latazo. No es que tengamos mala baba es que nos tienen muy quemados. Si han cambiado de compañía de teléfono, si han reclamado un recibo de aguas o se les ha ido el frigorífico (estando en garantía) serán prisioneros de la burocracia de la que se quejaba Larra pero que ahora se ha generalizado y -lo que es mucho peor- informatizado.
Nos ponen paneles virtuales que tenemos que cruzar con gente que no existe al mando, para darnos vueltas como al huevo y al aceite saliéndonos la mayonesa por las cuencas de los ojos.
Ya no se lleva eso de patearte calles y oficinas para hacer reclamaciones. Ahora te enchufas a internet -y al móvil- pero pasan de ti igual solo que escudados en un “por favor” y algunas “gracias”.
Tengo poca paciencia todo hay que decirlo, pero hablar con un autómata por teléfono me desquicia. También hablamos con algún humano después de teclear el número de nuestro DNI por aquello de la ley de protección de datos. De darle a los numeritos según lo que queramos. El humanoide por fin se presenta. Deletrea las silabas como si fueras aún a preescolar, mientras te pide que te calmes cuando llevas media hora escuchando el soniquete de una canción machacona o la retahíla sin fin de audioventa de sus propios artículos.
Soy visceral qué vamos a hacerle. Me gusta el chocolate espeso que lo sea, no adulteraciones, ni marcas blancas vendidas como pedorreta de gourmet. A mi si el frigorífico se estropea estando en garantía no quiero que durante dos meses me tengan en espera los de Atención al cliente, ni tener que ir a los de Consumo con el cuento. Lo único que quiero es que lo arreglen que para eso está en garantía.
Soy así de simple, ya ven. Si cambio de compañía de telefonía y se sacan de la manga un recibo impagado cuando los tengo domiciliados me mosqueo. Mi padre me lo advierte “no puedes estar todo el día cabreada”, pero es que me buscan los cuartos y las medias. Si cancelo un seguro y les mando toda la documentación como me piden, por qué no hacen el ingreso lo mismo de rápido que me lo cobraron cuando lo contraté. Son cuestiones veniales, lo sé.
También que los tele operadores se encuentren con gente borde como yo que se cabrea con las musiquitas atemporales que acojonan muchísimo porque me recuerdan a los dentistas y los ascensores en un mismo cuenco de sopa.
Seguro que entenderán que me guste más un humano que alguien que me manda sin que pase la prueba final de darme una explicación de por qué las cosas no se hacen como se tienen que hacer. Porque esas grandes compañías que nos controlan no más que paneles con gente que no existe en un laberinto de ratones que buscan una salida que nunca lo fue. DIARIO Bahía de Cádiz