Dos menores de 15 y 17 eran -presuntamente- acosadas por “un vivo” que se las quería llevar al huerto de mil maneras. Las dos crías se hospedaban a cargo de la Junta, así que -créanme- ya habían pasado lo suyo.
Engatusó el presunto a una por la calle diciéndole que si quería trabajar en su casa de servicio doméstico. Y ya ven qué bicoca, la infeliz dijo que sí, súper ilusionada. Vamos como si a nosotros nos llaman los de la telebasura.
Les explicó el porqué. Los menores que son tutelados por la Junta cuando llegan a una determinada edad raramente son adoptados e incluso -por tecnicismo y burocracias-muchos de ellos nunca pasan a ser acogidos. Si no hay familia de acogida que les guarde, penan en Centros de menores con lo que eso significa. También les digo que este paraguas (no emocional, pero sí material porque no deben preocuparse por comida, ni techo) solo les garantiza la continuidad hasta los dieciocho años, después a saber porque lo normal es que se vayan sin rumbo fijo.
Pensarán que si las crías ya habían pasado lo suyo estarían más espabiladas, pero -todo lo contrario- cuando hay violencia de género o maltrato en el hogar los que peor lo pasan son los menores y eso -precisamente- no les hace crecer ni fuertes, ni equilibrados.
“El vivo” notó la debilidad de la presa y como ya tenía el número de teléfono porque se lo había dado ella pensando en trabajar en su casa, empezó a mandar mensajes que no solo intentaban captar a la víctima potencial, sino también a una amiga que se sumó a la tragedia. Les ofreció teléfonos de alta gama si se prestaban a jueguecitos sexuales a dos bandas mediante fotografías, para luego aumentar la oferta a veinte euros si se los hacían en su casa. Solo una cuidadora las notó “raras” que ya es una suerte en un centro de acogida donde hay otros tantos como tú con problemáticas de todo tipo.
Cuando se destapó el pastel “al vivo” -que sigue siendo presunto- se le ha dictado una orden de alejamiento para que deje tranquilas a las niñas, pero a ellas -que seguro ya tenían el alma recluida- las habrán dejado hechas trizas. Porque en qué nos convierten a las mujeres más que criadas o esclavas sexuales cuando no podemos sacarnos las castañas del fuego. Y lo que es peor, cómo te sacas las castañas del fuego, cómo aprendes si no tienes familia que te riña preocupándose por tu futuro.
Ya les dije que era una tragedia semejante a las pateras inundadas de cuerpos violados, gestando más víctimas. Mujeres que no tienen más color que el de la condenación eterna por haber nacido extraviadas de democracias, de derechos laborales y de apoyos legales. Sin familia que se responsabilice, sin padres de acogida, entre órdenes administrativas y jueces de menores, a la expectativa de cualquier oferta de trabajo porque ya tienes 17 y un pie naufragando. DIARIO Bahía de Cádiz