Entiendo que las asociaciones profesionales son los antiguos gremios que te protegían para protegerse ellos mismos. Lo que no entiendo es que excluyan. Porque los antiguos gremios no lo hacían y eso los engrandecía. Camba que tiene nombre propio en el periodismo nunca fue periodista de título, sino de vocación y utillaje destacando por encima de muchos titulados de su época.
Carmen de Burgos era de todo en el periodismo, menos titulada porque en realidad era maestra. Mi amigo Ramón Corrales que ejercía de profesor de filosofía -y que era estudioso de los grandes pensadores alemanes en su lengua materna- nunca tuvo más que el título de Doctor en Historia Americana.
Ejerzo en prensa desde hace más de una década y lo que (con mi nombre) en la casa de mi padre es un título de Derecho. Me dieron el Unicaja en el 16 por un artículo y he sido finalista en algunos otros, siempre refiriéndome a artículos periodísticos. No tengo -ni quiero- padrinos, ni apoyos políticos. Solo me lee quien quiere y gracias doy a que no me aparten cuando hay noticias frescas o llega alguien mejor recomendado que yo.
Ayer me planté firme en la arena para darme cuenta de lo que soy, gracias a los del Colombine que solo quieren en su premio de artículos periodísticos que los que los presenten sean periodistas titulados. Me cabrea enormemente no solo este premio en concreto que nunca tendré la posibilidad de ganar, sino todos aquellos que restringen la participación de lo que sea por sexos, por localidades, por algoritmos variados que nada tiene que ver con la creación, la conciencia social, ni el mérito de lo que escribes.
Podría dejarlo pasar -como las balandronadas de no enviarte por correo un recordatorio de que debes pagar y luego endorsarte el 5% que expande la diputación sin misericordia a sus deudos- pero ya saben que aquí estoy para lengüetear conciencias y no para hacer acrobacias. Escribir en prensa se las trae, porque somos muchos, cualificados y desparejados en nuestros medios. Escribir es pasar página con la yema de los dedos ensalivada perdida, ponerte a hacer algo que la mayor parte de las veces no te apetece como la redacción del colegio sobre un fantasma. Lo que pasa es que hay raritos de esto que nos va en las venas, solo que no lo sabíamos y nos ha costado media vida el darnos cuenta.
Ayer cruzando el puente viejo tuve un epifanía y lo vi bien clarito… me gusta escribir en prensa tanto como las medias noches de la Divina Pastora que no tiene rival en calidad en toda la provincia.
Así que lo mismo hablo con Diego Calvo y le digo que me haga un apañito (al tipo de Camba que tuvo que solicitar dispensa legal para ejercer de periodista sin tener la titulación para serlo). Debería valer con demostrar lo qué haces y cómo lo haces, pero entonces estaríamos en otro país diferente a éste donde las titulaciones te dan esperanza de curro en grandes almacenes y barras de bar. DIARIO Bahía de Cádiz