Una vez más hemos podido observar, en una de estas habituales “tertulias” políticas que tanto proliferan en las distintas TV, la escasa autocrítica que los distintos partidos españoles hacen de su gestión y los intentos, algunas veces patéticos e irrisorios, de aquellos que cada día van cayendo más en las encuestas, en su intento de ocultar sus “vergüenzas” y de pretender dar la sensación de que siguen manteniéndose en el candelero, a pesar de que es notorio que siguen en caída libre en la intención de voto de los ciudadanos. Es penoso ver como una persona inteligente y bien preparada, responsable de Economía del PSM, como es el señor Antonio Miguel Carmona, hace esfuerzos sobrehumanos para aparentar que su partido sigue siendo una de los que parten el bacalao en la lucha por el poder y, lo mismo podríamos decir, en cuanto a una representante de la IU del señor Cayo Lara, pretendiendo aparentar que siguen tan contentos, después de que Podemos les ha arrebatado una parte importante de su parroquia.
Pero, sin duda, lo que más nos ha llamado la atención, ha sido la irrupción de un grupo de adolescentes que, bajo el eslogan de Podemos, han venido a enseñarnos a los españoles lo que, para ellos, es el camino para alcanzar el utópico país de la felicidad. Algo que sigue siendo un fenómeno inexplicable y que demuestra que, en la España actual, el sentido común, la sensatez, la preparación política y el conocimiento que muchos ciudadanos tienen del mundo que nos rodea, de las posibilidades que tenemos de superar la crisis y de los medios adecuados para enfrentarnos a ella con una mínima posibilidad de superarla y salir adelante, es decepcionante, carente de toda lógica, trufado de prejuicios tercermundistas y, por supuesto, equivocado y, sin duda, lejano a cualquier opción que nos ayudara a recuperar, al menos en parte, una situación de razonable mejora de nuestro nivel de vida, máximo, si queremos ser realistas, a lo que podemos aspirar.
Porque, señores, es inexplicable que hombres que llevan pantalones y se afeitan o mujeres liberadas, con estudios, que presumen de ser más inteligentes que sus oponentes de género, sean capaces de dejarse deslumbrar por unos mozalbetes, fruto de lo que actualmente son nuestras universidades; en las que, de forma absurda, debida a la incompetencia de nuestros gobernantes o a la complicidad de algunos de ellos; si bien en el aspecto meramente educativo han venido fracasando (algo que queda patente si consultamos los ranking mundiales, donde no aparece ninguna de ellas dentro de las 200 mejores); por el contrario en casi todas ellas, excluidas las regidas por la Iglesia, desde sus rectores hasta el último profesor interino que imparte clases, pertenecen al sector progresista, inconformista y crítico con nuestra democracia..
Si la calidad educativa de nuestros licenciados se puede poner en duda y está por debajo, en líneas generales, a las de las universidades del resto de Europa y ya no hablemos de las de los EE.UU. de América; la politización, la semilla del adoctrinamiento de izquierdas y la captación de afiliados y promoción de agitadores callejeros puede que sea la más eficiente de la CE, la más fanática y por supuesto la más letal para un país que lo que menos necesita son ideólogos de camarilla, “sabios” de laboratorio o filósofos marxistas o leninistas, completamente ajenos a lo que no sea intentar revivir experiencias que se ha demostrado que llevaron, a los que intentaron implantarlas, no sólo a fracasos económicos, sociales, laborales y humanos, sino que, en todos los casos, fueron acompañados de miles de muertos y de un aumento de la pobreza y de la sumisión del pueblo al poder de los dictadores que fueron los que las impusieron.
Veamos a este personaje, este chaval apellidado Monedero, que alguien dice que es el cerebro de Podemos, este joven, apenas con edad suficiente para saber de la vida algo más de lo que ha sido capaz de aprender en los libros, libros que probablemente lo han atiborrado de teorías, bajo la orientación de maestros que les han imbuido de las filosofías estalinistas (recordemos que tanto Monedero como Iglesias han sido enseñantes de la universidad de la que es rector el señor Carrillo, el hijo de don Santiago, el de la revolución de octubre de 1.934 y el de los fusilamientos de Paracuellos del Jarama en 1.936). Es lógico pensar que, con tal maestro y, probablemente, dirigente en la sombra, estos señores se saben todas las artimañas para meterse en el bolsillo a personas fácilmente impresionables, impacientes por salir de la crisis, sensibles a propuestas de tipo igualitario y de promesas de acabar con los ricos, los empresarios, los capitalistas para repartirse su dinero entre todos. ¿Y luego? ¿Se ha preguntado alguno lo que ocurriría cuando el país no tuviera empresarios ni bancos ni emprendedores y estuviéramos en manos de personajes como el señor Pablo Iglesias o el señor Monedero?
Estos señores se ufanan de haber sido consejeros del gobierno de Venezuela. ¿Pero, saben ustedes quién es de verdad el señor Maduro? Un señor que dice que un pajarito le dice lo que Chávez, desde el Cielo, quiere que haga. Un señor que, seguramente, por los consejos de Podemos, ha detenido a los dirigentes de la oposición y ha cerrado y encarcelado a los directores de los periódicos que no comulgan con su régimen dictatorial. Un señor que está arruinado a Venezuela siendo un país de recursos ilimitados. Alguien se imagina que, en España, pudiera llegar un día en el que, como ha ocurrido en Venezuela, hubiera quienes rezaran un padre nuestro al “dios” Hugo Cháves o al profeta Pablo Iglesias para celebrar, ¿celebrar qué?, pues que la miseria es compartida por todos, que deba importar petróleo porque el que tienen no se puede usar en el país o que es necesario traerse de fuera bienes de primera necesidad para que los venezolanos no se mueran de hambre. ¿Realmente queremos los españoles, por muy enfadados que estemos por las restricciones impuestas por la crisis (sin las cuales ya estaríamos rescatados por Europa) convertirnos en un país como Venezuela o como Bolivia o como Nicaragua?
¡Dios libre a este país de todos estos iluminados! Cuando uno ve al señor Monedero utilizar, en los debates televisivos, las conocidas armas de los que no dejan hablar al contrario; interrumpen continuamente para que los oyentes no puedan seguir al orador; utilizan tópicos que saben serán aplaudidos por los fácilmente impresionables; miran al adversario con sonrisa socarrona para desmerecer su discurso; sabe, de inmediato, que no tiene otros recursos intelectuales, argumentos decisivos o pruebas concluyentes para defender sus puntos de vista y, por ello, su recurso se centra en descalificar al adversario por los medios que fueran, sabiendo que si consigue descentrarle o exasperarle es posible que la balanza de incline en su favor, aunque la razón no esté de su parte. Por desgracia en la derecha los que sepan fajarse, los verdaderos polemistas capaces de poner en su lugar a este tipo de adversarios escasean, y en muchas ocasiones, por educación o por falta de arrestos, dejan que el adversario se les suba a la barba cuando en sus manos estaría colocarlos en el lugar que se merecen.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos impotentes como los peores ganan a los mejores y van camino de acabar con el país. DIARIO Bahía de Cádiz
Oiga, abuelo.¿Por qué no se jubila y deja de decir soplapolleces? Ya sabemos que usted al que hecha de menos es al tío Paco, pero no tenga la desvergüenza de repartir carnets de demócrata ni poner etiquetas de «demagogo». ¿Estamos?