“¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no se que de deleite consigo; pero el de la envidia no tal, sino disgusto, rencores y rabia”. M. de Cervantes.
Estos días en España un personaje de nuestra economía, un emprendedor exitoso que ha sabido crear, con los años, un verdadero imperio textil e inmobiliario, que ha sido capaz de extenderse por Europa, América, Asía y África y proporciona trabajo en su empresa Inditex a 141.000 personas, ha cumplido los 80 años. El señor Amancio Ortega tuvo ocasión de celebrar esta efemérides en compañía de una hija suya, aparentemente su futura heredera en los negocios de su padre, y arropado por el entusiasmo de 4.000 de sus trabajadores, que organizaron un verdadero festival para celebrar el aniversario del dueño de Zara. Hasta aquí lo noticiable del evento, la parte festiva y, para la mayoría de las personas que saben evaluar el mérito de una persona que, de un sencillo comercio de tejidos, ha sido capaz de crear semejante emporio de riqueza, capaz de llevar el prestigio de España a través del mundo entero; un motivo de legítimo orgullo y de satisfacción por tener a un compatriota de un reconocimiento internacional, como es el caso de don Amancio.
Por supuesto que no conozco al señor Ortega ni mucho menos sigo de cerca su envidiable trayectoria como empresario de prestigio español. Probablemente no habría, ni tan siquiera, mencionado a tan ilustre español si no fuera porque, al amparo de esta multitudinaria celebración del cumpleaños de don Amancio, no hubieran surgido los habituales twiteros que siempre buscan encontrar algo que criticar en quienes con su esfuerzo, su tesón y su inteligencia han sabido labrarse un porvenir y hacerse ricos, sin que con ello se quiera decir que, para lograrlo, haya sido necesario pasar por encima de la dignidad de sus trabajadores, los haya explotado o les haya chupado la sangre, como el famoso conde Drácula, para exprimirlos hasta convertirlos en guiñapos pedigüeños. Este es el error más común, que los políticos de izquierdas intentan propagar entre aquellas personas que, por falta de la capacidad necesaria, por su ignorancia o mala fe, o debido a no haber querido sacrificarse ni utilizar su tiempo para prepararse, estudiar, aprender, culturizarse o destinar el tiempo de ocio, en lugar de ver fútbol, viajar, practicar alpinismo o cualquiera que fuera su hobby favorito, en formarse y profundizar en aquellos temas de su profesión u oficio que les ayuden a destacar sobre los demás y sacar provecho de su preparación.
Aparte de que, la cortedad y zafiedad de aquellos que insultan utilizando la bajeza del anonimato o empleando un vocabulario soez, barriobajero e impropio de cualquier persona decente, al valerse, como pretexto de crítica, de un acto de reconocimiento de los méritos del fundador de la empresa, llevado a cabo masivamente por sus propios empleados ( sin ser obligados a ello, perdiendo horas de descanso y esforzándose en crear un espectáculo digno de alabanza) sólo evidencia el buen clima laboral de que goza la empresa; la sincronía que existe entre el cuadro directivo de la sociedad y su plantilla y el poco efecto que han tenido los intentos de crear descontento y buscar rencillas ( que seguro que los ha habido) de aquellos infiltrados a los que se les encargó dinamitar el buen funcionamiento de la sociedad.
Nos gustaría que, alguno de estos franco tiradores sindicales o miembros de Podemos o de IU, que seguro que los ha habido, autores de semejantes panfletos en contra del señor Ortega; tuviera la franqueza de explicarnos lo que ha hecho, aparte de insultar a los empresarios e intentar desmerecer sus evidentes aciertos, a favor de los trabajadores, de los que están en el desempleo o de aquellos que esperan conseguir un trabajo y no lo encuentran, precisamente a causa del miedo que infunden a los emprendedores este tipo de descalificaciones, que producen inestabilidad, falta de seguridad y el temor a invertir dinero en la puesta en marcha de una empresa, cuando existe el peligro de que individuos semejantes, de la misma ralea, pudieran llegar a ser los que tuvieran en sus manos los destinos del país. Mucho nos tememos que, aparte de satisfacer sus ego comunista, su posibilidad de utilizar la libertad de expresión para despotrica contra aquellos que han trabajado en bien de la patria, de su empresa y de los cientos de miles de trabajadores a los que les ha facilitado un empleo, un modo digno de ganarse el sustento y una forma de contribuir al progreso de la nación española; su ojeriza, no tenga otro fin.
Por desgracia, en España tenemos a muchos reformadores de corrillo de café, de pláticas arrabaleras, muchos “sabios” de tertulia radiofónica y muchos políticos de vía estrecha entre grupos como los universitarios, la farándula o los antisistema que, siempre que no se les haga trabajar, encuentran tiempo para intentar “arreglar” el país, achacando a quienes llevan la parte pesada de la economía de la nación sin concesiones a aquellos sectores que han hecho de sus vidas, de su ocio indefinido, un sacerdocio de la agitación, la provocación, la destrucción o la algarada urbana, con el evidente fin de crear mal estar y problemas para las legítimas autoridades del país, generosamente subvencionados por aquellas fuerzas ocultas que permanecen en la oscuridad del anonimato, interesadas en destruir el orden y el bienestar de un país para lograr sus fines depredadores, con los que intentan crear el descontento del pueblo y, con ello, provocar la rebelión que conduce precisamente a la dictadura y la opresión, su verdadero objetivo.
Es obvio que, en estos momentos, existen partidos políticos que han hecho de su implantación nacional un medio de acabar con cualquier posibilidad de que España consiga superar la crisis que nos ha estado afectando durante ocho años. Desde el PSOE del señor Sánchez, un partido constitucionalista que no ha tenido reparo en intentar darle la mano para que subiera al gobierno de la nación a otro partido formado por comunistas bolivarianos enviados desde Venezuela y subvencionados por el señor Maduro, para que crearan las condiciones revolucionarias con las que desbancar al legítimo gobierno y evitar que España pudiera culminar su recuperación, con lo que el pueblo español quedaría bajo su nefasta influencia, frente a las naciones que forman parte de la UE. Lo que esta nación precisa, en contra de lo que todos estos quinta columnistas del sector más izquierdista e intolerante del país se proponen, es que haya muchos Amancio Ortega, grandes empresarios que paseen el nombre de España por todos los continentes y que dejen la impronta de su prestigio y buen hacer por allí donde tuvieren ocasión de extender su imperio. Personas capaces de crear cientos de miles de empleos y de conseguir que, por añadidura, todos sus empleados se conviertan en propagandistas de la empresa y en defensores de sus puestos de trabajo, lo que significa que lo son, a la vez, del progreso y la expansión de la sociedad a la que pertenecen y de España entera.
España no va a prosperar aumentando el número de sus funcionarios como, por desgracia, viene sucediendo desde el inicio de la crisis en el 2007. Desde aquella fecha el número de empleos públicos, en lugar de disminuir, como nos prometieron, ha ido aumentando hasta alcanzar la cifra de 3.018.300, con la particularidad de que a lo largo del último año la ocupación en este sector ha aumentado en 61.500 nuevos contratos. En resumen que, en la actualidad el país tiene 86.300 empleado públicos más que al principio de la crisis. ¿Estamos en condiciones de pagar cada año la friolera de 119.0000 millones de euros, para sostener semejante montante de funcionarios, una gran parte de los cuales han sido contratados, simplemente, para dar empleo a aquellos con los que los distintos partidos políticos tienen compromisos por su colaboración con ellos?
Estamos, señores, en momentos cruciales en los que las izquierdas van a jugar fuerte para hacernos creer que España va mal y que los buenos datos que, cada día, se conocen son meros espejismos. No caigamos en la trampa, porque lo que si es evidente es que, una nación bajo el dominio de Podemos, de IU y de un partido Socialista volcado y entregado a los extremismos comunistas, junto a los separatistas catalanes; es una combinación letal para enfrentarnos a nuestra recuperación y a conseguir que el resto de Europa siga considerándonos como un activo al que hay que proteger y no en una nueva amenaza de la que hay que apartarse. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, además de felicitar a don Amancio Ortega por su brillante trayectoria empresarial y su cumpleaños, avisar una vez más de que no podemos bajar la guardia ahora que, una vez más, nos deberemos enfrentar a unas elecciones de cuyos resultados va a depender el futuro de nuestra patria, España. DIARIO Bahía de Cádiz