En agosto se paraliza casi todo o se queda la sociedad en un nivel de muerte cerebral o de respiración asistida. ¿Por qué? Porque la gente se va de vacaciones. ¿Cuánta gente se va de vacaciones?, ¿tanta como para dejar los servicios públicos y privados atados con alfileres? ¿Vacaciones con este paro? ¡Dios mío, que los abuelitos sigan con sus pensiones y sus ahorros o no tendremos ni descanso estival! Sí, claro, hay movida y bastante pero se queda mucho personal en su sitio. Sin embargo, se sigue funcionando según cánones mercantilistas, no de servicio público. Menos gente, menos personal y además ese personal, menos cualificado. “Es que el que lleva eso está de vacaciones, ya en septiembre”.
Qué cantidad de asuntos dejamos para septiembre, son tantos que luego los tenemos que repartir entre los meses restantes hasta fin de año pero como llegan las Navidades los pasaremos al siguiente año, después de los Reyes Magos, por supuesto, con lo que ya hemos perdido una semana más. No me extraña que los puritanos alemanes descendientes de Lutero y los franceses descendientes de los hugonotes nos quieran multar en la UE por esto o aquello. Vale, los latinos vagos incumplimos con las ordenanzas del club UE pero, ¿qué es esto de las multas? ¿Un colegio? “Ponga usted la palma de la mano boca arriba que le voy a dar con la regla y luego contra la pared, brazos en cruz, libros sobre las manos y orejas de burro”. Si tuviéramos dignidad nos iríamos de ese club carca y represivo o le cantábamos las cuarenta en Bruselas pero no tenemos cojones ni para eso y Rajoy que no los tuvo como presidente no los va a echar ahora que está en funciones y cuestionado desde su propio partido.
Es un fastidio que sus señorías no puedan hacer el agosto en agosto, ni siquiera Sánchez que el hombre estará sin dormir aunque se vaya a la playa. Ni Iglesias que se ha retirado a reunirse consigo mismo y habrá que tener cuidado, no sea que se escinda en dos partidos, uno de cintura para arriba y otro de cintura para abajo, y tenga que convocar a todo Podemos para que vote la nueva circunstancia.
En agosto me han cerrado el centro de salud donde voy a por las recetas con las que obtener las pastillas que me ayudan a soportar al mundo. En agosto cierran las facultades universitarias y sus bibliotecas, en agosto no se imparten cursos de reciclaje porque es agosto. En agosto desaparecen los fontaneros y los electricistas, en agosto la minoría no tiene derecho a la vida y más vale que no caigamos enfermos porque, si ya es peligroso durante todo el año, en agosto lo es aún más y sobre todo si te toca un médico que no es el tuyo habitual porque se limita a mirar aún más que el tuyo la pantalla del ordenador mientras le hablas con la leve esperanza de que te mire o te escuche en lugar de oírte sólo. Y esto es válido para la medicina pública y la privada, ésa de los hospitales bonitos y limpios y la decoración cuidada pero con manchas en su interior.
Menos mal que en agosto hay más aparcamientos libres y que las grandes superficies comerciales no se relajan mucho, de ahí que la pequeña empresa a medio y largo plazo no tenga nada que hacer, está condenada a cerrar tarde o temprano. Sin ir más lejos, el lunes 15, día de la Virgen (que no libra en agosto), abre Carrefour, allí podremos distraernos y tomar el fresco. Eso sí, como queramos localizar a alguien que nos oriente en una compra puede que desesperemos. O a lo mejor hay suerte con eso de que estamos en agosto y la gente está abanicando a la Virgen, la pobre, con esa ropa que le ponen en plena canícula. Ya podrían dejarla fresquita en su templo. Es agosto. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig
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