El proyecto Incubazul de la Zona Franca de Cádiz comienza el año 2021 alojando a cinco iniciativas, tras haber recibido cinco solicitudes desde que se pusiera en marcha hace tres meses. Esta incubadora, “altamente innovadora y vinculada a la economía azul”, entró en funcionamiento acogiéndose a fondos europeos (cerca de 3,2 millones de euros) en el mes septiembre en las instalaciones del edificio Melkart y seguirá en él hasta que se traslade dentro de unos años a otro proyecto del Consorcio, Zona Base, el centro de “innovación y expansión tecnológica” que se trabaja para desarrollar en la parcela de la antigua Ibérica Aga en el polígono exterior.
Una de las primeras acciones de Incubazul fue la celebración del Ocean Hackathon 2020, evento científico internacional celebrado en la capital gaditana y otras ciudades marítimas del mundo a primeros de octubre que congregó en las instalaciones del recinto interior a un nutrido número de investigadores en torno a la economía azul.
Precisamente cuatro de los proyectos que han solicitado hasta el momento incubación participaron en este evento y una de ellas, Carmen Morales con su equipo de la Universidad de Cádiz, fue la ganadora local con su proyecto I-Litter, sobre la cuantificación de la basura oceánica mediante imágenes.
Otro proyecto de los que ha solicitado ser alojado en Incubazul es el dirigido por Elena Ortega, que se fusionó con el anterior para competir en la final del Hackathon. Su iniciativa se enmarca en la temática de la educación azul y está destinado enseñar a los niños sobre los desechos marinos, su reutilización y la biodiversidad.
El turismo azul es el tema de otro de los proyectos, dirigido por Esther Puertas, también de la UCA, que consiguió el segundo puesto en la final gaditana. Se trata de una aplicación móvil para promover un nuevo modelo de turismo azul, más inclusivo y sostenible.
También tendrá incubación en la Zona Franca Andrea Celeste Curcio, que consiguió el cuarto puesto en el Hackathon de Cádiz y que trabaja para la detección de plástico en las costas y en el mar mediante drones.
Y el quinto proyecto que de momento recibirá alojamiento es el denominado Trash Peak, dirigido por Javier Villanueva y Pablo Osuna, ganador de uno de los premios atrÉBT! de la Universidad gaditana de este año y que tiene como objetivo la fabricación de tablas de surf a partir de los plásticos de las costas utilizando la impresión 3D y las tecnologías de reciclado.
Los usuarios de la incubadora, que cuentan con un ecosistema de apoyo, optan a servicios tales como mentorización, programas de intercambio, asesoramiento para financiación pública y privada, eventos o foros científicos, todo ello por un período máximo de un año para las iniciativas nuevas que se instalan en coworking, mientras que los proyectos más consolidados pasarán a ocupar oficinas individuales por un tiempo máximo de cinco años.