Nada nuevo bajo el sol de verano en esta ciudad con respecto al cuidado del patrimonio y la actuación por parte de nuestro Ayuntamiento. Como sabéis me gusta meterme en los ‘charcos’, fotografiar lo que en ellos se reflejan y por esta causa tengo mi listado de los que llamo perennes, que siempre estarán llueve o no llueva, ya que se producen tras el riego a causa de la depresión por deterioro o mala construcción en el terreno. La sorpresa viene dada por la actuación sobre dos charcos que existen -pese al invento- en la Plaza de la Candelaria.
La idea para finalizar con estos encharcamientos ha sido toda una obra de ingeniería achacable solamente a Pepe Gotera y Otilio; han perforado las esquinas de la solería con taladros que va de los dos a los dos centímetros y medio, en una superficie aproximada de unos cuatro metros cuadrados en cada uno de ellos. La ‘obra’, se encuentra una en la parte central y la otra en el paseo exterior, ambas actuación en la parte oeste de la plaza, es decir la zona más próxima a la calzada que forman las calles Cardenal Zapata y Obispo Urquiona. Alguien debe de explicar estos desagües de fortuna en una plaza que debe encontrarse protegida. (FOTO/TEXTO: Eulogio García)