La Confluencia Sindical de la Bahía de Cádiz ya tiene nueva fecha para la concentración que inicialmente pretendía llevar a cabo a principios de febrero, para reivindicar “una reindustrialización de nuestra Bahía que ponga en el centro los derechos de sus trabajadores”. El descontrol de la pandemia del coronavirus tras las navidades motivó que, priorizando la salud, se decidiera aplazar la convocatoria, que ahora se retoma para el sábado 10 de abril, a mediodía, en la plaza de San Juan de Dios de la capital.
“Somos conscientes de que la sociedad gaditana debe manifestarse para frenar el proceso de desindustrialización que sufre la Bahía, resultado de políticas nefastas de gobiernos centrales y autonómicos”, señalan estos sindicatos alternativos, y ahí están los últimos ejemplos: el posible cierre de Airbus en Puerto Real o la clausura de gran parte de la actividad de la cementera Holcim en Jerez.
“Sin embargo –se añade-, este proceso de reindustrialización exigido se tiene que llevar a cabo anteponiendo necesariamente los derechos de los trabajadores: eliminando la precarización laboral, respetando los convenios y acabando con la subcontratación, práctica aberrante que fragmenta a la clase trabajadora y genera precariedad y desigualdad. La población gaditana no puede consentir por más tiempo que se haya generado trabajadores de primera y de segunda”.
En este sentido, en la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, la Confluencia Sindical (conformada por Ustea Cádiz, CNT El Puerto, CTA, SAT, CTM y Autonomía Obrera) insiste en que no sólo pide carga de trabajo, sino que exige “trabajo cargado de derechos”.
Así, se subraya que “el pueblo trabajador gaditano no va a renunciar, por ejemplo, a su derecho a la Prevención de Riesgos Laborales, con garantías para la salud y la seguridad en el desempeño de su oficio. Porque un puesto de trabajo debe garantizar la estabilidad económica y social de las familias y no la desestructuración de estas, aplicando -como impunemente se está haciendo- la eventualidad y la deslocalización. Porque nuestro comercio, hostelería y todo el tejido productivo de la Bahía necesitan igualmente una población estable y solvente. Por eso, todos los sectores laborales y sociales hacen suyas nuestras exigencias y se unen a nuestra justa lucha”.
De la misma manera, estos sindicatos entienden que es “inaplazable” el establecimiento de una hoja de ruta para la diversificación de la producción de la industria de la comarca, “una producción que sea respetuosa con la biodiversidad y el medioambiente, orientada hacia una necesaria transición ecológica, lo que impediría además que los trabajadores sean rehenes del negocio de la guerra”, como ocurre con las corbetas que se construyen en Navantia para Arabia Saudí, un país que además no respeta los derechos humanos.
“NO PODEMOS SEGUIR ALIMENTANDO EL MISMO MODELO PRODUCTIVO DEPREDADOR QUE NOS HA LLEVADO A ESTA SITUACIÓN”
En paralelo, la Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM) y CGT tienen previsto llevar a cabo en estos días una serie de asambleas en los tornos de los astilleros gaditanos para todos los trabajadores “informando de la situación en que se encuentra todo el tejido industrial de la zona”. “Explicaremos los últimos ataques que está sufriendo la plantilla del sector aeroespacial que entendemos están directamente relacionados con los ataques a las plantillas de los astilleros, y formaremos un frente común ante los planes de deslocalización y desmantelamiento que se están llevado a cabo”, se subraya.
CGT y CTM coinciden en que la situación “trágica” en la que se encuentra la industria en Cádiz “en ningún caso es responsabilidad de los trabajadores del sector naval ni del aeronáutico, sino que responde a un desmantelamiento planificado de todo el tejido industrial de la zona”. Una falta de carga de trabajo que supone “una amenaza continua que ha facilitado la pérdida de derechos y la privatización de los servicios a través de la subcontratación de empresas privadas”.
Estas externalizaciones han supuesto para la clase trabajadora “precarización e incumplimientos de convenios constantes, precariedad, inestabilidad laboral e incertidumbre”. Por eso, se repite, “necesitamos que la carga de trabajo venga también cargada de derechos y de dignidad”.
Ambos sindicatos tienen claro que para lograrlo “necesitamos dejar de ser rehenes de las grandes potencias económicas. No podemos seguir alimentando el mismo modelo productivo depredador que nos ha llevado a esta situación. Este modelo que ha condenado a la pobreza y a la miseria a la mayoría de la población mundial y que nos está llevando al borde de la extinción, es también el que está condenando al paro y a la miseria a la Bahía, destruyendo el poco tejido industrial que queda”.
A colación, CGT y CTM lanzan una serie de reivindicaciones, con vistas además a la posible llegada de fondos europeos post-coronavirus (los llamados fondos Next Generation): “queremos una Navantia y Airbus 100% públicas. Si realmente estos fondos van a ir destinados a paliar las consecuencias de esta nueva crisis, nuestra propuesta es un sector naval y aeronáutico público y saneado, revirtiendo todo el proceso de privatizaciones y externalizaciones que hemos padecido todo este tiempo”.
Igualmente, se reclama la subrogación de las plantillas de trabajadores de las empresas auxiliares por parte de Navantia y Airbus “para generar puestos de trabajo estables y en condiciones”; una carga de trabajo digna y sostenible, “somos conscientes de que el futuro pasa por la transformación en energías limpias de buques, ferrys, barcos de hidrógeno, aviones eléctricos y plataformas”; inversión para diversificar la producción; y todo “bajo el control de los propios trabajadores para asegurarnos que estas empresas 100% públicas cumplen la función social para la que están diseñadas”.
“Con una industria pública, saneada y subrogación de las plantillas auxiliares, tenemos lo necesario para fabricar plantas eólica-marinas, como ya hemos hecho en nuestras propias instalaciones, pero esta vez, en vez de fabricarlas para Iberdrola o Endesa, queremos hacerlo desde lo público para beneficio público, y así poder hacernos cargo de la fabricación, instalación y el futuro mantenimiento de las mismas, al tiempo que generamos un bien social necesario”, se plantea. Y de la misma manera se imagina expandir la producción “hacia el transporte público sostenible, su modernización y mantenimiento, o un sector dedicado a la conversión del automóvil de hoy hacia modelos ecológicos y su reparación, recuperando un sector que también estaba implantado en la Bahía de Cádiz antes del cierre de Generals Motors que dejó en la calle a cientos de trabajadores”.
CGT y CTM sentencian que “en lugar del anterior modelo fracasado, este es el modelo que debemos empezar a implementar con esos fondos Next Generation, dejando fuera de sectores tan rentables como la energía o el transporte a intermediarios privados que sólo vienen a llevarse subvenciones, precarizar y a desangrarnos hasta la última gota para luego marcharse”.