La subestación bautizada como ‘Andalucía’ de unas 8.500 toneladas, destinada al parque eólico marino alemán de Iberdrola, y construida de forma íntegra en el astillero de Navantia Puerto Real, ha partido este fin de semana desde la Bahía de Cádiz hacía aguas del Mar Báltico, al que se espera que llegue en el plazo de 15 a 20 días. Esta plataforma será el corazón energético del proyecto Wikinger.
La subestación bautizada como ‘Andalucía’, destinada al parque eólico marino alemán de Iberdrola, Wikinger, y construida de forma íntegra en el astillero de Navantia Puerto Real, ha partido sobre una barcaza este fin de semana desde la Bahía de Cádiz hacía aguas del Mar Báltico, al que se espera que llegue en el plazo de 15 a 20 días, dependiendo de las condiciones meteorológicas.
La operación de embarque se iniciaba el pasado sábado a las ocho de la mañana, y se desarrollaba según lo previsto, ofreciendo la curiosa y fotografiada estampa del paso de la plataforma bajo el segundo puente.
Precisamente la española Iberdrola, la alemana 50 Hertz y Navantia celebraban el pasado lunes en Matagorda el acto de entrega de esta subestación, con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ejerciendo de madrina. Supone el primer contrato en el mercado de la eólica offshore ejecutado por la empresa naval estatal. Esta infraestructura de distribución eléctrica de unas 8.500 toneladas -más pesada que la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad juntas- será el corazón energético del proyecto Wikinger.
Esta subestación ‘Andalucía’, levantada por operarios gaditanos, una vez instalada en el mar Báltico será la encargada de recoger toda la electricidad producida por los aerogeneradores en alta mar, suficiente como para atender las necesidades de 350.000 hogares en Alemania y evitar la emisión a la atmósfera de casi 600.000 toneladas de CO2 al año, y prepararla para su transmisión a tierra.
Se trata de una gran obra de ingeniería diseñada por Iberdrola para resistir las condiciones extremas climatológicas que tendrá que soportar y está formada por dos secciones, o superestructuras, que serán utilizadas por Iberdrola y 50Hertz, operador del sistema eléctrico en esa parte de Alemania.
Unos 700 empleados (incluyendo también la faena que se ha encargado al astillero de Fene, en la Ría de Ferrol), han trabajado en este proyecto; gracias a esta iniciativa, Navantia “ha entrado en un negocio de futuro como el de la energía eólica marina”. Se calcula que han participado más de 120 empresas del entorno de Matagorda como suministradoras.
UNA SUBESTACIÓN PIONERA
Iberdrola y Navantia firmaron a finales de 2014 el acuerdo, valorado en 160 millones de euros, mediante el cual se acordaba que la naviera pública fuera la encargada de desarrollar varios “destacados” trabajos dentro del proyecto de Wikinger, desde sus instalaciones gaditanas y gallegas.
Estos contratos contemplaban la construcción, en los astilleros de Matagorda, de la plataforma de la subestación marina de este parque y su posterior instalación por unos 70 millones de euros.
Entre las características de la misma se destaca que es la primera estructura de este tipo construida con dos topsides, y la primera diseñada usando una jacket de seis patas pre-pilotadas. Ha requerido 90.000 horas de ingeniería en su diseño. La subestación cuenta con una capacidad de operación totalmente automática y controlada de forma remota. Dispone de una estructura de acero casi 2,3 veces más pesada que la de una central de ciclo combinado (4.550 toneladas); y el cableado instalado tiene alrededor de cinco veces más longitud que el de una subestación terrestre (unos 150 kilómetros).
Además, el encargo a Navantia también incluyó la construcción en su astillero de Ferrol de 29 estructuras de anclaje (jackets) que se instalarán en otros tantos aerogeneradores de Wikinger. Este contrato asciende a 90 millones.
El parque eólico marino de Wikinger contará con una capacidad instalada de 350 megavatios (MW), gracias a la instalación de 70 aerogeneradores de 5 MW de capacidad unitaria en un emplazamiento que cubre un área de unos 34 kilómetros cuadrados. Está siendo desarrollado por Iberdrola en el mar Báltico, donde la profundidad oscila entre 37 y 43 metros y su entrada en operación está prevista para finales del próximo año.
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