La ola reaccionaria que prometía devolver a España poco menos que al medievo a partir de las atípicas elecciones generales anticipadas de este domingo 23-J, no ha terminado de romper, dejando en evidencia a la mayoría de sondeos y encuestas que se han ido cocinando desde hace semanas, y a la feroz campaña de la derecha mediática y sus voceros durante años inoculando odio y bulos (entre lectores, oyentes, televidentes, ya sea en espacios informativos o de entretenimiento), como ya lo hicieran antes contra Pablo Iglesias e Irene Montero, también hacia el presidente Pedro Sánchez, que ahí resiste (dando la vuelta a todas las expectativas, una y otra vez).
El PP gana, sí, pero se sabe perdedor pese a la sobreactuación de Núñez Feijóo y sus ruegos para que le dejen gobernar por ser “el más votado”, ignorando cómo funciona el sistema parlamentario. Y el PSOE no gana pero celebra que ni mucho menos se ha despeñado, y que volviendo a hacer muchas y complicadas piruetas, hasta le dan los números para reeditar el gobierno de coalición progresista. En este escenario, Junts per Catalunya, el partido de Puigdemont, ya se atisba como la pieza incómoda del puzzle, decisiva bien para permitir ese nuevo ejecutivo mirando a la izquierda, o bien para bloquearlo y obligar al país a una repetición electoral a finales de año.
Además, este domingo de “fiesta de la democracia” en pleno julio deja como titulares que, pese a los agoreros y las calores, crece la participación final en más de cuatro puntos a nivel estatal (a lo que se añade el récord histórico en cuanto al voto por correo), superando el 70% (cerca de 24,5 millones de electores de los 37,5 millones del censo).
Por otro lado, este 23-J, como ya se vaticinaba, supone un refuerzo del bipartidismo de épocas pasadas (PP y PSOE acumulan 258 de los 350 diputados del Congreso); al tiempo que el fascismo frena su inquietante avance (Vox pierde 19 escaños), aunque se mantiene a lo justo como tercera fuerza parlamentaria, ya que Sumar, que ha salvado los muebles reuniendo a las variopintas izquierdas a la izquierda del PSOE, se ha quedado a menos de 20.000 papeletas. Y el sueño de Adelante Andalucía de arañar un diputado por Cádiz para llevar a Madrid la silenciada voz del pueblo andaluz, se ha dado de bruces con la realidad: unas elecciones polarizadas “entre el voto del miedo y el voto del odio”, como admiten desde la propia formación, reconociendo los “malos resultados”.
Tras estas elecciones, el bloque de las derechas (PP, Vox y UPN) se resigna a verse con 170 diputados, cuando la mayoría está en 176, y sin poder contar con más aliados (nadie salvo los populares quiere estar en la foto junto a Abascal y su banda). Mientras, el bloque progresista (PSOE y Sumar), alcanza los 153 escaños sin ‘amigos’, pero no tiene reparos, como en la última legislatura, en dialogar y pactar con fuerzas catalanas, vascas, gallegas y canarias, buscando la reedición del actual ejecutivo de coalición.
UN ESCRUTINIO CON SORPRESA Y SUSPENSE
Desde el inicio del recuento de votos en la noche de este 23-J, algo no cuadraba con los sondeos de las últimas semanas (salvo el del ridiculizado CIS) e incluso con las encuestas mal llamadas ‘a pie de urna’ lanzadas un rato después de cerrarse los colegios: ante la incredulidad de muchos, el PSOE ganaba las elecciones, en escaños y votos, al 5% del escrutinio, al 10%, al 25%… avanzaba el conteo y los socialistas aguantaban con más diputados que los populares. Así, hasta superarse el ecuador del escrutinio el PP no iba acercándose al PSOE, y distanciándose poco a poco, hasta la recta final del proceso.
De este modo, los de Alberto Núñez Feijóo (recuperando a los votantes huidos a Ciudadanos y otros tantos a Vox) crecen con respecto a los comicios de 2019 en 47 representantes, llegando hasta los 136 escaños (obteniendo el 33,05% del voto total, que se traduce en 8.091.662 de papeletas, unos 3 millones más que hace cuatro años); con todo, lejos de una mayoría suficiente y holgada.
A su vez, el PSOE, en segunda posición, también sube en apoyos, porcentaje de voto y diputados: un total de 122 (dos más), y el 31,69% de los sufragios, o lo que es lo mismo, 7.760.709 de votos, prácticamente un millón más que el 10-N de 2019.
Del tercer escalón, casi en empate técnico con Sumar, no se mueve la ultraderecha machista, homófoba y racista de Vox que se desfonda (unos 600.000 votos menos que hace cuatro años), pasando de 52 diputados a 33. Pese a ello, todavía son más de 3 millones los españoles que voluntariamente han elegido fascismo. Y como cuarta fuerza, también superando los 3 millones de papeletas, el espacio liderado por Yolanda Díaz (donde conviven Podemos, IU, Más País, Catalunya En Comú, Compromís, Xunta Aragonesiste, Verdes Equo…) alcanza los 31 escaños (Unidas Podemos y sus confluencias catalana y gallega lograron en las elecciones de 2019 hasta 35 ‘sillas’).
Finalmente, también entran en el próximo Congreso: Esquerra, con 7 escaños (pierde 6); Junts también 7 (pierde 1); EH Bildu sube hasta los 6 diputados (1 más), sobrepasando al PNV, que debe conformarse con 5 (1 menos). Y los gallegos del BNG, Coalición Canaria y los navarros de UPN (aliados naturales del PP), consiguen cada uno un representante. Desaparecen los diputados de Teruel Existe y de la CUP, presentes en la última legislatura.
EL PP MANDA EN EL SENADO
En la otra cámara, en el Senado, donde se eligen 208 senadores (los 58 restantes son designados por los parlamentos autonómicos), entrada ya la madrugada del lunes el recuento de papeletas alcanzaba el 99%. Y se ratificaba que el PP gana aquí holgadamente.
Así, esta derecha llega a los 120 senadores (37 más que los logrados en 2019), y el PSOE baja a 72 (perdiendo 21).
Además, Izquierdas por la independencia (candidatura donde se han juntado ERC y Bildu) obtiene 7 representantes en la Cámara Alta; el PNV, 4 (5 menos); Junts, 1 (2 menos); y Agrupación Socialista de la Gomera, Agrupación Herreña Independiente, la comunión de PSOE-sumar-EUIB-ARA EIVISSA y UPN logran 1 escaño cada uno.
EN ANDALUCÍA, EL PP SUPERA AL PSOE
En clave andaluza, con una participación del 68,99% (3,08 puntos más que en 2019), el PP ha superado claramente este 23-J al PSOE en el que fue su granero histórico de votos.
La comunidad autónoma andaluza elegía 61 diputados al Congreso, y el PP obtiene 25 de ellos (10 más), con el 36,44% de las papeletas. Por detrás quedan el PSOE, con 21 (4 menos), y el 33,48% del total; Vox, con 9 escaños (3 menos), y el 15,33% de electores; y Sumar, con 6 (los mismos que logró Unidas Podemos en 2019), y el 11,95% de apoyos.
En cuanto al Senado, Andalucía aporta en estas elecciones 21 senadores del PP (12 más que hace cuatro años) y 11 del PSOE (12 menos). Ni Vox ni Sumar obtienen representación.