Si las semanas de exámenes en la antigua normalidad ya eran estresantes para los universitarios, cuando se le añade una pandemia mundial en plena tercera ola y decisiones que cambian en días, parece lógico y entendible el mosqueo (e incertidumbre) de muchos estudiantes de Universidad de Cádiz, y todavía más para los de la Facultad de Ciencias.
A mediados de enero, una vez que la Junta de Andalucía decidía ampliar las restricciones frente al descontrol de los contagios de Covid-19 tras el relajamiento de medidas durante las navidades, el rector de la UCA, Francisco Piniella, publicaba una resolución donde permitía que en los campus de Jerez y Bahía de Algeciras la evaluación de este primer cuatrimestre se llevara a cabo de forma online debido a la alta incidencia de casos en dichos ámbitos, pero seguía manteniendo los exámenes presenciales en los campus de Cádiz y Puerto Real. De hecho, el lunes la misma Universidad informaba del inicio de pruebas con “normalidad”.
Pese a lo establecido por el rector, varios centros de los campus de Puerto Real y Cádiz convocaban a sus respectivas comisiones de garantía de calidad, con el fin de aprobar el cambio de modalidad ante el visible aumento de positivos en la Bahía, adelantándose a la segunda resolución de Piniella, que el mismo 19 de enero ante el cierre perimetral decretado para la capital y Puerto Real (entre otras localidades de la comarca) abogaba por que las pruebas en los cuatro campus y todos los centros pasaran a desarrollarse de modo virtual… con una salvedad: la Facultad de Ciencias.
“No sólo no hemos pasado a modalidad online, sino que nuestra facultad, a través de su comisión de garantía de calidad y Junta de Facultad, celebradas el día 20, han decidido, con los votos en contra de los representantes de estudiantes y de algunos profesores, paralizar la convocatoria y aplazarla, llevándola al 15 de marzo; manteniendo de este modo la convocatoria presencial”, denuncia la Delegación de Estudiantes en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, cuestionando el argumento de “en tiempos extraordinarios, medidas extraordinarias” dado por el equipo decanal de la Facultad de Ciencias, con José Manuel Gómez Montes al frente.
Los estudiantes afectados insisten en que estas decisiones “totalmente arbitrarias”, no hacen más que añadir estrés e incertidumbre al estudiantado, “ya que supone llevar al día las asignaturas que se cursan en el segundo cuatrimestre (que comienza el día 8 de febrero), más las asignaturas pendientes de examinar del primero”.
“Lo más sorprendente, e indignante a la vez, es que en ningún momento se han propuesto buscar métodos alternativos de evaluación. En otras palabras, podría decirse que prefieren poner en peligro la salud y buen devenir académico de la comunidad universitaria antes que plantear soluciones eficientes y realistas dado el momento. Por no mencionar la total discriminación en la que nos encontramos, puesto que somos la única facultad de la UCA que se encuentra inmersa en esta situación de incertidumbre total”, se subraya.
Pero es que, de llegar el 15 de marzo y no haber una mejora en la situación epidemiológica, la decisión es que los exámenes sí se realicen en formato online: “es decir, nos someteremos a todos estos desajustes en la planificación docente para al final realizar la convocatoria de manera online”.
Por todo lo expuesto, desde la Delegación de Estudiantes no se comprende la decisión de los responsables de esta facultad que “siguen oponiéndose al cambio de modalidad, aún cuando la comunidad estudiantil se ha mostrado dispuesta a acatar todos los mecanismos de control telemáticos, necesarios para garantizar la validez y veracidad de las pruebas, al igual que se está llevando a cabo en las diferentes facultades de la UCA, cumpliendo con la exigencia de la Dirección de Evaluación y Acreditación (DEVA) y de la consejería de Universidades”.
“Es del todo desconcertante ver cómo siguen escudándose en estas exigencias, alegando que la presencialidad es la única manera de garantizar la validez de los exámenes y confiando ciegamente en una supuesta mejora del escenario sanitario, sin importarles los argumentos e inconvenientes expresados por el estudiantado y parte del profesorado, sin importarles el perjuicio que implica esta decisión y lo más interesante, poniendo en duda la validez de la evaluación de casi la totalidad del estudiantado de la Universidad de Cádiz”, se apostilla desde la representación del alumnado afectado.
“PRESENCIALIDAD COMO MÉTODO ANTICOPIO”
Por su lado, la Asociación de Estudiantes Contra la Precariedad – Estudiantes en Movimiento (AECP–EeM) se opone también firmemente a esta decisión del decano de la Facultad de Ciencias, y exige la “rectificación inmediata”, y que esta convocatoria “se adecue a los tiempos y las formas del resto de centros de la UCA”.
“No podemos aceptar la propuesta del equipo decanal porque no busca solucionar o paliar estos problemas, sino que trata de garantizar a toda costa que el alumnado no copie en la convocatoria”, considera el movimiento estudiantil. Además, afirma, “no ha habido ningún tipo de consulta pública ni voluntad de entender nuestra situación, una muestra más de la necesaria democratización de la universidad que tanta falta hace en estos momentos y teniendo en cuenta además que no hubo candidatura alternativa al actual decano”.
Para la AECP–EeM, “es muy difícil estudiar adecuadamente unos exámenes que no se sabe cuándo y cómo van a ser, lo cual deriva en problemas de ansiedad, pérdida de confianza en las instituciones y distracciones. Nuestra salud mental lleva deteriorada todo el cuatrimestre, y estas decisiones sólo la agravan”.
A todo ello, este colectivo agrega que “siempre desde la defensa de una universidad pública y de calidad, hemos defendido desde el principio una docencia presencial y segura, pues somos conscientes de que la teledocencia es de muy baja calidad y profundamente segregadora, ya que no todas las estudiantes tienen los medios digitales y las condiciones de estudio necesarias para su desarrollo”. No obstante, se añade, “para ello es necesario un aumento contundente en la inversión”, fondos que habrían servido “para disminuir las ratios y aumentar la distancia interpersonal en las aulas, aumentar la frecuencia del transporte público interurbano para que deje de ser un foco de contagio o comprar filtros HEPA para hacer frente al frío disminuyendo la ventilación natural”.