Investigadores del departamento de Derecho Internacional Público, Penal y Procesal de la Universidad de Cádiz y de los departamentos de Psicología y Antropología de la Universidad de Extremadura han relacionado la percepción que tiene un agresor sobre su responsabilidad en la conducta violenta con sus actitudes sexistas previas, autoestima baja y una opinión distorsionada sobre la mujer. Esta información, se entiende, “puede resultar de utilidad para mejorar los programas de intervención con maltratadores para su reinserción”.
El estudio concluye que no existen diferencias significativas en el perfil de los agresores que minimizan su responsabilidad en función de gravedad del delito, la edad, la nacionalidad, el lugar donde ocurren los hechos, el nivel de estudios o la convivencia con la víctima en el momento de cometer las violencias. Sin embargo, en el artículo ‘Attributing Responsibility, Sexist Attitudes, Perceived Social Support, and Self-Esteem in Aggressors Convicted for Gender-Based Violence’ publicado en la revista ‘Journal of Interpersonal Violence’ los expertos ofrecen datos que indican que estas personas violentas que afirman haber recibido una educación parental basada en el afecto y la comunicación o una autoestima alta, asumen en mayor medida sus actos.
Por otro lado, los casados culpabilizan más a la víctima que los solteros. También aumenta el porcentaje de agresores que se justifica por tener un historial toxicológico o una enfermedad física o mental.
Así, los expertos han establecido los distintos rasgos que pueden afectar a la aceptación o no de la responsabilidad por los hechos violentos cometidos tras este estudio con 129 reclusos de los centros penitenciarios de Cáceres, Sevilla y Alicante.
“El objetivo general de la investigación consiste en el análisis detallado de las estrategias de justificación, minimización y negación de la responsabilidad a las que con frecuencia recurre el agresor de violencia de género para explicar los actos cometidos. Además, hemos relacionado este aspecto con otras actitudes desde distintos enfoques”, afirma la investigadora de la UCA, Beatriz Cruz, autora del artículo, en la información remitida por la Fundación Descubre a DIARIO Bahía de Cádiz.
LAS JUSTIFICACIONES DEL AGRESOR
La mayoría de estudios de delitos machistas se basan en la víctima. Sin embargo, los expertos inciden en la necesidad de analizar los factores que influyen en la aparición y mantenimiento de las conductas violentas en las relaciones con el fin de establecer políticas efectivas que las erradiquen de la sociedad. De esta manera, al analizar cómo el agresor asume su responsabilidad después de haber sido condenado y su relación con otros factores, se dispone de más información para aplicar medidas en los planes de intervención educativa que propicien un cambio de actitud.
Desde una perspectiva transversal, que incluye el trabajo de pedagogos, psicólogos, juristas y criminólogos, el trabajo unifica distintas herramientas que detallan el perfil de condenados por violencia de género y valoran la autojustificación.
A través de la ‘Escala de Atribución de Responsabilidad y Minimización’, una herramienta desarrollada previamente en la Universidad de Valencia, los expertos de este estudio evalúan el grado de asunción de responsabilidad del maltratador y las relacionan con las principales distorsiones cognitivas que manifiestan sobre la violencia.
Entre las posibles respuestas que ofrecen los agresores para justificar su delito está la de culpar a la víctima. Es decir, indican que sus acciones fueron fruto de mentiras, exageraciones, características o conductas de la mujer. Otra declaración frecuente es la defensa propia, en la que se exculpa su conducta por una agresión previa. “Por otro lado, la bebida, las drogas, los problemas personales o la propia forma de ser son algunos de los factores que los agresores mencionan para autoexculparse”, añade la investigadora de la Universidad de Cádiz.
Además de todas estas justificaciones, el estudio recoge también cómo los agresores minimizan los hechos ocurridos restándoles importancia, “bien porque aceptan la violencia como forma natural de resolución de conflictos, bien porque consideran que su conducta no fue tan grave como la ley estima”.
VISIÓN GLOBAL Y RESPONSABILIDAD
Además de los datos sociodemográficos y la escala de atribución de responsabilidad, en los estudios han utilizado numerosas herramientas entre las que se encuentra el ‘Inventario de Pensamientos Distorsionados sobre la Mujer y la Violencia’, que permite evaluar si se percibe o no la agresión como medio aceptable para resolver conflictos. También han aplicado el ‘Inventario sobre Sexismo Ambivalente’, que mide si existe sexismo hostil, en el que hay una orientación negativa hacia el sexo opuesto, o el benevolente, en el que se adopta una postura protectora, de respeto y cariño, siempre que se mantengan los roles tradicionales de género. Ambas formas legitiman la desigualdad y mantienen a la mujer en una posición inferior al hombre.
Otros métodos utilizados en el estudio, de uso frecuente en psicología, han sido los que miden el autoconocimiento de las habilidades emocionales, la empatía, la dependencia emocional, la autoestima, el apoyo familiar percibido o la debilidad social.
Esta gran variedad de herramientas de análisis han hecho posible atender a una visión global sobre la configuración del agresor en relación a su atribución de responsabilidad en la violencia de género “aportando una gran cantidad de información que podrá ser utilizada en estudios posteriores”.
Las investigaciones se han desarrollado dentro del proyecto ‘El agresor de violencia de género: tipologías y tratamiento’, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.