La cistitis es una inflamación urinaria debida casi siempre a una infección en curso. Los síntomas típicos son ganas frecuentes de orinar, orina turbia, fiebre, escalofríos y dificultad para vaciar completamente la vejiga.
Puede ser muy molesta y dolorosa y suele tratarse con antibióticos, pero hoy en día también puede tratarse eficazmente con productos totalmente naturales. Entre los enfoques alternativos se encuentra, por ejemplo, la D-manosa, el método propuesto por Dimann para tratar la cistitis –“una filosofía de vida, un enfoque diferente a las alternativas del mercado”-, según explica el fabricante en su página web.
A día de hoy, se sigue estimando que la cistitis se trata con demasiada frecuencia de forma inadecuada con antibióticos. La razón radica probablemente en la elección errónea del fármaco más adecuado para su curación.
En el siguiente artículo se explica por qué la cistitis afecta principalmente a las mujeres y, para quienes la padecen, cuáles son los mejores antibióticos para combatirla.
¿Por qué la cistitis afecta más a las mujeres?
Normalmente, el sistema urinario y la orina son estériles, excepto al final de la uretra masculina. Sin embargo, las bacterias pueden invadir la uretra y ascender hasta la vejiga y otras partes del sistema.
Las mujeres son más propensas a sufrir problemas urinarios porque la uretra femenina es más corta (unos 7 cm) que la masculina (18 cm), lo que facilita la entrada de bacterias en la vejiga.
Sin embargo, hay casos más raros en los que las bacterias no llegan a la vejiga desde la uretra, sino a través de los riñones o el torrente sanguíneo.
La bacteria más común en las infecciones urinarias es la Escherichia coli, causante del 80-85% de los casos. En casos más raros, la infección se debe a otras bacterias intestinales como Klebsiella, Shigella, Salmonella, Proteus Mirabilis, etc.
La importancia de un tratamiento adecuado
La probabilidad de sufrir cistitis al menos una vez en la vida es bastante alta, en torno al 33%. Lo más sorprendente es que estadísticamente existe un 38% de probabilidades de que la enfermedad se cronifique. Uno se da cuenta inmediatamente de la importancia de encontrar el tratamiento adecuado para la cistitis desde la primera vez que aparece.
Los tratamientos de los trastornos urinarios se basan principalmente en antibióticos, pero varían en función de la frecuencia de la infección.
En episodios aislados, suele bastar con un tratamiento antibiótico de dos días. Para las infecciones recurrentes (más de 2 episodios en 6 meses), el tratamiento con antibióticos es más complejo y, en caso de uso prolongado, puede provocar el desarrollo de “resistencia a los antibióticos”.
El diagnóstico de la cistitis se basa en el análisis de los síntomas, que puede ir seguido de un urocultivo, un examen exhaustivo mediante un análisis específico de la orina, que permite descubrir con precisión qué bacterias son las responsables de la infección que ha provocado la inflamación. De esta forma, se puede elegir el antibiótico adecuado. Cabe destacar que en España una de cada cuatro mujeres con cistitis recibe un tratamiento antibiótico inadecuado.
Recordamos, a modo informativo, que la paciente que debe someterse a pruebas para diagnosticar posibles infecciones genitales o del tracto urinario debe prestar especial atención a la higiene de sus manos, genitales externos y uretra. Es fundamental que se lave con agua y jabón y se seque cuidadosamente antes de recoger la muestra.
Antibióticos contra la cistitis, la importancia de tomarlos correctamente
Los antibióticos más utilizados para las infecciones urinarias son las fluoroquinolonas, como el ácido nalidíxico, la norfloxacina, la ciprofloxacina, la levofloxacina y la ofloxacina. Otros antibióticos alternativos son el trimetoprim, la nitrofurantoína, la amoxicilina, la ampicilina, la cefalexina, la cefuroxima y la fosfomicina, que pueden utilizarse solos o combinados.
Para mejorar el éxito del tratamiento y reducir el riesgo de desarrollar resistencia a los antibióticos con el tiempo, es necesario tomar los fármacos exactamente como lo prescriba el médico. Esto es absolutamente esencial para cualquier terapia antibiótica, que debe seguirse con precisión en cuanto a dosis y horario.
Sin embargo, sólo la mitad de las personas siguen correctamente la prescripción de su médico. No seguir la prescripción del médico puede impedir la eliminación completa de la bacteria patógena, lo que provoca recaídas y aumenta el coste del tratamiento necesario para las infecciones no resueltas.