La Asociación de Estudiantes Contra la Precariedad de Cádiz (AECP-EeM) ha ofrecido los resultados de un sondeo realizado entre más de un centenar de alumnos de la Universidad de Cádiz, a los que suma las “experiencias personales”, para mostrar su visión del impacto de la crisis del coronavirus en el actual curso, tras la suspensión de las clases presenciales.
Una encuesta realizada durante las últimas tres semanas del mes de abril entre alumnado de diferentes facultades, siendo la más representada la Facultad de Ciencias a la que pertenecen el 22% de los consultados.
En el apartado positivo, se apunta que en más de la mitad de los casos se han readaptado las asignaturas para la consecución de los objetivos, “aunque en muchos ocasiones suponga el desconocimiento del sistema de evaluación”. Además, tres de cada diez alumnos considera que la implicación de sus profesores es “correcta o excelente”, lo que para la AECP-EeM explica que “los problemas vienen de más arriba”.
LA “INCERTIDUMBRE” DOMINA LA TELEDOCENCIA
Entre las cuestiones peor valoradas, según este sondeo detallado en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, está la información que ha ofrecido la UCA acerca del sistema de evaluación: “el 83% considera la información como escasa o prácticamente inexistente. Consideramos que, un apartado tan fundamental para el alumnado como el conocer cómo será la forma en la que será evaluado debería haberse decidido con mayor claridad en un menor período de tiempo”. Esta incertidumbre también ha estado presente en cuanto a la forma de examen de las asignaturas del primer semestre, en la que además se ha obligado al alumnado a inscribirse antes del 15 de mayo para poder tener acceso a esta convocatoria.
Otro punto analizado es la capacidad del campus virtual para soportar la carga necesaria que implica la teledocencia. Dos de cada tres encuestados considera que la capacidad del mismo es mala o muy mala. El 82% ha hecho uso de BigBlueButton, el sistema de videoconferencias, y el 75% asegura que ha tenido problemas (sobrecarga, imposibilidad de hacer uso del chat, no poder ver la pantalla compartida, bloquearse el botón de activar/desactivar el micrófono, no transmitir el sonido del profesor). Debido a estos problemas, parte del profesorado ha decidido migrar a otras plataformas, “y nos encontramos que casi la mitad de los encuestados ha hecho uso de Google Meet y el 34% de Zoom”.
Uno de los problemas “más relevantes, graves y frecuentes” que observa este colectivo estudiantil a partir de su encuesta es la adaptación de la docencia presencial hacia la virtual. “Consideramos de gran gravedad el hecho de que a mediados de abril existieran asignaturas donde, directamente, el profesorado no haya hecho acto de presencia. El 64% de consultados tenía al menos una asignatura en la que no se ha ofrecido ninguna vía alternativa a la docencia presencial”. También se tacha de “preocupante” que exista gran cantidad de materias sin adaptar hacia las clases online “intentando ofrecer exactamente el mismo contenido, como si siguiéramos en una situación de normalidad”.
De la misma forma, se echa en falta una “mejor coordinación” por parte de la UCA que proporcione una respuesta conjunta sobre la adaptación de los temarios y la forma de dar clase. “Hasta el momento todo ha dependido del interés individual de cada profesor. Todo esto ha originado una absoluta desorganización entre las asignaturas que ha conllevado a una sobrecarga de trabajo difícil de soportar en la actual situación de excepcionalidad”, se afirma.
Así, el 71% de universitarios preguntados cree que no se está dejando suficiente tiempo para la realización de las tareas: “notamos una importante falta de empatía hacia el alumnado y una completa muestra de desconfianza. Las clases se han transformado en actividades a entregar en poco tiempo, habiendo menos explicaciones del contenido y más trabajos, y los test online se han convertido en pruebas contrarreloj. Y el con tenido práctico está siendo impartido inadecuadamente o, incluso, ignorado”.
Entre otros datos que aporta esta encuesta, están que: el 35% de alumnos no dispone de un espacio personal donde realizar la docencia virtual y el 23% tiene una mala o muy mala conexión a internet. Además, el 28% tiene a su cargo a algún familiar, sobre todo abuelo e hijos, “imposibilitando un seguimiento normal de las clases y del ritmo de trabajo exigido; no se puede estar cuatro horas seguidas delante del ordenador estando al cargo de algún familiar”. Ello ha conllevado, según la AECP-EeM, que “se haya vuelto habitual la reducción de horas de sueño para poder compaginar toda esta situación, dando lugar a frecuentes episodios de estrés y ansiedad”. Y en los casos más extremos, hay alumnado que está quedando excluido del curso ya que las clases virtuales son incompatibles con las tareas de cuidados que debe realizar.
“Actualmente, la incertidumbre es lo habitual en la mayoría de asuntos, como por ejemplo, qué pasará con las prácticas extracurriculares, los problemas que puedan ocurrir en una defensa online del Trabajos de Fin de Grado (TFG), las matrículas para el próximo curso, o la situación del CSLM (idiomas)”, se recopila.
PETICIONES Y DEMANDAS
En definitiva, la Asociación de Estudiantes Contra la Precariedad de Cádiz entiende que existe una opinión generalizada entre el alumnado de la UCA sobre que la carga de tareas en tiempos de confinamiento “es excesiva teniendo en cuenta la situación excepcional”. Asimismo, se echa en falta una respuesta “mucho mejor coordinada y común” por parte de las facultades “para no responsabilizar del correcto funcionamiento de la docencia virtual exclusivamente a cada profesor”.
En este contexto, se pide una “mayor flexibilidad y empatía” hacia el alumnado que no dispone de los medios para el seguimiento “adecuado y fluido” de las clases a distancia. Se demanda, en esencia, “mayor empatía del profesorado, que comprenda la gran variedad de casos y se le ofrezca alternativas y facilidades al alumnado que esté en situaciones más difíciles”.
Igualmente se insta a una “mayor organización” que establezca metodologías claras sobre la docencia virtual: con herramientas que funcionen y que soporten la carga, un sistema de horario para dar las clases que pueda ser compatibilizado con la situación excepcional, un mayor seguimiento del buen funcionamiento de las metodologías que se estén aplicando, una mayor cantidad de materiales educativos y explicativos en el campus virtual y una flexibilización en los plazos de entrega de las actividades que se proponen.
Y pensando ya en el próximo curso, este colectivo estudiantil demanda a la UCA que se tenga en cuenta toda esta situación vivida a la hora de las matrículas, y que se planteen y estudien las opciones de ampliar el plazo de la matrícula actual “para que el alumnado que no haya podido dar la docencia virtual no tenga que rematricularse, con los costes que ello conlleva”, y que se tengan en cuenta los créditos pagados sobre asignaturas prácticas que no van a ser impartidos en este curso.
En los primeros días de mayo, la Universidad de Cádiz denunciaba a la Policía Nacional los “ataques informáticos” que aseguró estar recibiendo desde una cuenta bajo el pseudónimo de ‘alumnos indignados’. Incidencia que coincidía con una campaña en redes sociales que cuestionaba el “caos” del sistema de clases y evaluación online obligadas por el estado de alarma. Entonces, el rector, Francisco Piniella, reconocía que “ningún sistema ni organización son perfectos, pero sería imperdonable e injusto que los fallos oculten el enorme esfuerzo, el trabajo y la voluntad de nuestra comunidad universitaria”.