Ocho de cada diez personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales de Cádiz consideran “en algún grado” que todavía “hay mucho por cambiar” en donde residen para “poder vivir de forma libre y visible su orientación sexual”. De entre “muy conservador o cerrado” (que sería un 0 de valoración) y es “muy tolerante o abierto” (que sería un 10), la provincia gaditana recibe poco más de un aprobado de media (un 5,11) en el primer estudio provincial sobre la realidad del colectivo LGTB+, desarrollado por la asociación JereLesGay.
Es la principal conclusión de este informe lanzado hace unas semanas, al que ha tenido acceso DIARIO Bahía de Cádiz: “la percepción negativa del entorno y sus repercusiones tanto en agresiones como secuelas en la población LGTBI”.
Esta vivencia del contexto tiene sus consecuencias, por un lado “en la LGTBIfobia latente y normalizada en muchos aspectos cotidianos” y otros menos visibles “que afecta al crecimiento saludable y bienestar psicológico” de las personas del colectivo. Nueve de cada diez consideran que todavía “hay mucha gente” que no vive su orientación afectivo-sexual de forma normalizada, ocultándola; y tres de cada diez reconocen de alguna manera que “siendo heterosexual todo hubiera sido más fácil”.
El informe de JereLesGay, pese a ser una asociación jerezana, supera los límites de su ciudad, se centra en toda la provincia gaditana y lo razona: “hubiera sido artificial restringirnos tan solo a Jerez. Las diferentes comarcas (la Campiña, la Bahía, la Sierra, la Janda, etc.) todas interactúan entre sí conformando un ecosistema social, demográfico y económico, del cual la población LGTB+ no es ajena”. Un trabajo que profundiza entre 325 respuestas válidas de personas que viven en Cádiz, recogidas desde el 25 de noviembre de 2017 al 14 de febrero de 2018 (hombres, homosexuales, residentes en la Bahía y Jerez y de edades comprendidas entre los 26 y 39 años, el perfil predominante); y que no deja de estar de actualidad, y más teniendo en cuenta el auge de partidos y entidades de extrema derecha y ultracatólicas (Vox o Hazte Oír, por ejemplo), con discursos xenófobos, machistas y homófobos.
Para los promotores de este estudio “se hacía necesario poner luz, números y atención, sobre una realidad LGTB+ que está aquí, que existe, bajo la capa pesada y omnipresente de la heteronormatividad”; aunque puedan existir otros informes al respecto (desde Madrid o Sevilla), “esta vez se buscaba que fuera la voz propia de la provincia, de las personas que vivimos aquí”. Eso sí, se reconoce la complejidad y límites del proyecto, al no lograr una muestra representativa de mayores de 55 años y de esa población LGTB+ “que aun no ha puesto al menos un pie fuera y, por tanto, al no ser identificada como tal, no se le ha podido ofrecer la encuesta”.
“No podemos olvidar que fue en 2014 la provincia con mayor número de delitos de odio por orientación o identidad sexual”, se remarca. De hecho, sobre la LGBTIfobia, este estudio arroja “de forma alarmante” que: uno de cada tres (casi el 35%) de los sondeados en Cádiz manifiesta haber sido víctima en algún grado de agresiones verbales en el último año. Y casi un 9% asegura haberse sentido en riesgo físico de haber experimentado alguna agresión física.
En el mismo sentido, la “presión psicológica” para las personas del colectivo que se debe por vivir en un entorno de cierta “agresividad” queda patente al comprobar que uno de cada dos (el 47,3%) de los consultados haya presenciado en su entorno en el último año agresiones verbales o físicas (elevándose a un 62,3% en menores de 25 años y un 54,2% en caso de mujeres).
“ENTORNO HOSTIL Y POCO RECEPTIVO A LA DIVERSIDAD”
La experiencia de “un entorno hostil y poco receptivo a la diversidad” se refuerza, según aprecia este informe, en que tres de cada diez personas LGTB+ gaditanas hayan sentido algún tipo de rechazo a su alrededor y que incluso una de cada tres muestre cierto grado de acuerdo con irse a vivir a otra provincia. De forma muy llamativa, JereLesGay resalta que más del 90% del total de participantes en el informe da por hecho que “todavía hay mucha gente dentro del armario”.
Sobre otras secuelas “invisibles” en la propia población LGTBI de Cádiz, se ilustra en que siete de cada diez asuma que es “más difícil”, por su orientación sexual, tener pareja o incluso formar familia, y que tres de cada diez reconozcan que siendo heterosexual “todo hubiera sido más fácil”: es más, casi uno de cada diez dan su nota máxima de acuerdo.
El hecho de vivir en un entorno que hace que los no heterosexuales “crezcan con su vertiente afectiva-emocional amputada” se advierte cuando, aunque estén ampliamente de acuerdo con sus derechos, más de la mitad (el 52%) declara que, en algún grado, le cuesta poder mostrar afecto en público con una pareja, como ir de la mano o besarse. “Aunque racionalmente asuma que tiene el derecho a vivir de forma libre y visible su afectividad, el proceso personal de desprenderse del miedo al rechazo, al insulto y a la reprobación si se siente observado en su afectividad es mucho más profundo y prolongado de resolver”, se reflexiona en el estudio.
Finalmente, en el análisis que hace JereLesGay en el perfilado de los más de 300 cuestionarios recopilados, observa dos arquetipos diferenciados como ejemplos extremos: por un lado, mujer lesbiana joven y estudiante en entorno rural, “que penaliza más el entorno” (es un perfil que siente más rechazo, menos integración, acceso más difícil y un contexto, en general, menos permeable y menos adaptado a ellas); y, por otro lado, hombre gay de entre 30 y más de 40 años con empleo (generalmente público) que vive en ciudades (residente principalmente en la Bahía y Jerez), que “vive un día a día más optimista”.
Asimismo, el informe también repara en la diferencia entre las generaciones: los menores de 25 años de edad han crecido con una mayor apertura legal y social respecto a la diversidad sexual y por ello mismo, es el segmento que manifiesta en mayor medida que hay mucho por cambiar en sus ciudades y barrios para que puedan vivir de forma normalizada su orientación sexual. “Esto enlaza con que sea la población más vulnerable en aspectos de LGTBIfobia”, se advierte. En el otro lado, los mayores de 40 consideran que el entorno amplio es mejorable y parecen resignarse a que este no acepta e integra la diversidad, sin embargo, en líneas generales en cuanto a forma personal de vivir la vida (el entorno próximo), entiende que pueden vivir en libertad su propia orientación, “de alguna forma adaptada”.
En la encuesta además se dio espacio para que cada participante se pudiera expresar libremente. Algunas de las exposiciones son elocuentes: “donde vivo ‘ser maricón’ sigue siendo un insulto. Si eres gay dejas de ser hombre y eres el chiste y chisme del pueblo”; “mi infancia y adolescencia fueron un infierno”; “en general hay bastante tolerancia aunque sigue habiendo mucho humor homófobo y hay más homofobia en los niños que en los adultos tal vez porque estos no la ocultan”; “no hay cafés, actividades para conocernos y hacer amigos”; “las mujeres que queremos conocer otras mujeres vivimos más aisladas afectivo- sexualmente y eso hace que muchas veces nos pensemos más la emigración”; “nunca iría a la policía en el caso de que fuese agredido o insultado, no merecen ni mi respeto ni mi confianza”; “he presenciado con mis propios ojos insultos, vejaciones y risas hacia una pareja besándose durante medio minuto en el centro de Jerez. La reacción de la gente ya lo dice todo”; “la gente aquí es muy cerrada, creo conveniente dar más charlas LGTB en centros de mayores que por sus creencias piensan que es asqueroso ser LGTB”; “no dejéis que las generaciones venideras lo pasen igual de mal”.
APOSTAR POR LA VISIBILIDAD Y NORMALIZACIÓN
JereLesGay extrae como conclusión de su estudio, centrado en la provincia de Cádiz, que hay dos campos prioritarios de trabajo, y que ambos deben guiar a todas las entidades e instituciones responsables de que se produzca este cambio: la visibilidad y la normalización, “que se alimentan mutuamente”.
Por un lado, se entiende que es prioritaria “una visibilidad pública y transversal”, es decir, la inclusión de la diversidad en todos los espacios, festejos, actividades y detalles, “naturalizándola”; así como servicios públicos adaptados para la población LGTBI, a menudo invisibilizada (información sexual adaptada en los centros de salud, protocolos de actuación en servicios como policía, etc.).
Y por otro lado, se insta a la normalización, principalmente con la educación en igualdad y diversidad desde la escuela, “tanto para erradicar la lacra de la LGTBIfobia así como aportar dignidad y autoestima a las propias personas LGTBI”. También se recomiendan que el colectivo esté ‘presente’ en bibliotecas, cines, teatros y actividades deportivas.
Conectando ambos puntos, en este trabajo de investigación se remarca como necesario, el empoderamiento de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, y para ello se reivindica “contar con referencias, con marcos de participación seguros y de confianza”. Ello “vincula lo personal con lo social, como un canal que permite reforzar la confianza y la autoestima del ‘yo social’”.
“Aunque puedan darse pequeños marcos de convivencia cotidianos facilitadores de la diversidad, la experiencia y la percepción del entorno son aún muy negativas y causantes de secuelas, frenos a la verdadera diversidad y en el peor de los casos, agresiones verbales y físicas que atentan contra la dignidad y libertad de cada persona LGTBI”, por lo que, para la asociación promotora del informe, “aún es prioritario actuar de forma conjunta, transversal y frecuente para provocar ese cambio social, revirtiendo sus perjudiciales efectos”.
AVANCES EVIDENTES, CON OBSTÁCULOS
Han pasado ya 13 años desde la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en España, siendo el tercer país del mundo en aprobarlo. Este reconocimiento institucional “ha sido una evidente palanca de normalización que ha permitido tanto disfrutar de un marco legal muy avanzado así como de un entorno social más receptivo para las reivindicaciones de la población LGTB+”, evidencia JereLesGay, que también establece el contexto en el que se enmarca este estudio. Así, se repara por ejemplo en que en el ámbito de relaciones, la irrupción Internet (webs, Apps, redes sociales) ha facilitado en especial el proceso de reconocimiento en la población LGTB+: “diluye la importancia geográfica para acceder a la interacción con otras personas y abre la puerta a un contacto más ágil y fácil”. A ello se suma “una primera fase de normalización” del colectivo en productos mediáticos que llegan a todos los públicos como ha podido ser el caso de Operación Triunfo.
Respecto a la provincia gaditana, en los últimos años se ha vivido un repunte y consolidación de un tejido asociativo LGTB+ renovado. JereLesGay sigue siendo la decana, fundada en 2001, si bien desde 2014 en adelante se han sumado otras como Asociación Delta (Sierra de Cádiz), LGTB+ Libres (El Puerto), Lambda La Isla (San Fernando), LGTB+ La Janda (Conil), la Asociación Amare LGTB+ (Puerto Real) o Arco Iris a nivel provincial, “lo que posibilita de alguna manera extender e intensificar la visibilidad y la lucha, en cada municipio y en cada casuística, haciendo desplegar referencias de proximidad muy poderosas”. Este desarrollo ha ido en paralelo a la articulación y consolidación de varios Orgullos y de actos simbólicos como el izado de banderas arcoiris y otras vinculadas al colectivo en numerosos ayuntamientos, y como referencia, en el de la capital gaditana desde la entrada del nuevo equipo de Gobierno en 2015.
No obstante, no todo es tan bonito: “los problemas de delitos de odio y LGTBIfobia han marcado la provincia”, afirman desde JereLesGay. En los últimos años se han sucedido agresiones a personas del colectivo en El Gastor, en la Feria de Jerez, en el Carnaval de Cádiz… “En 2014 fuimos la provincia con mayor número de agresiones (denunciadas) de toda España y en 2016 nos mantuvimos tristemente en la quinta posición”, según los datos del Ministerio del Interior. También se repara en que el ser una de las provincias más deprimidas económicamente del Estado es un obstáculo “para una mayor inversión en presencia y, por tanto, visibilidad de la realidad LGTI+”, como en muestras de cine, campañas de concienciación, o jornadas y conferencias.