Tras conocerse la concesión de 31 banderas para playas de la provincia de Cádiz, 17 en la Bahía, Ecologistas en Acción vuelve a pedir a los ayuntamientos que dejen de perseguir estos “falsos galardones” que otorga una entidad privada: “sólo indican la existencia de servicios para los bañistas, pero no reconocen una verdadera gestión ambiental”.
“Se trata de galardones fraudulentos enfocados a resaltar el reclamo turístico de las playas elegidas; no reúnen los requisitos mínimos de rigor, solvencia e independencia”. Así vuelve a tachar un año más Ecologistas en Acción las banderas azules otorgadas días atrás, con vistas a este 2023, la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adeac).
De este modo, se insiste en cuestionar las banderas que onderarán un verano más a las playas de la provincia, en esta ocasión 31 en total. En el caso de la Bahía, las banderas azules concedidas son 17 para las playas (la recupera la señera La Caleta en la capital, que la perdía en 2022 por tres análisis puntuales del agua con resultado “muy buena” pero no “excelente”). Según Ecologistas, “nadie fuera de nuestro país da un valor especial a estas banderas, porque no es un sello que un turista asocie a excelencia y ni siquiera ya la Unión Europea lo apoya”.
En la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, se repite que como ejemplo “de incoherencia y falta de rigor” en la concesión de estos distintivos “hay playas gaditanas con banderas azules que no debieran exhibir este galardón”.
Entre ellas se señala a Fuentebravía, en El Puerto, “por haber construido edificaciones en la misma playa y tenerse que alimentar de arena de forma artificial”; La Barrosa en Chiclana, “por el desparrame urbanístico que arrastra este municipio”; y La Costilla en Rota, que se afirma “sufre vertidos puntuales” y “alberga chiringuitos en el mismo cordón dunar”.
Además, también se discute los emblemas otorgados más allá de la Bahía a la playa de Getares, en Algeciras, “porque sufre una crónica pérdida de arena, siendo realimentada artificialmente, además de sufrir vertidos cuando los bombeos no funcionan”; las playas de San Roque, Alcaidesa-El Faro y Cala Sardina, “con valores ecológicos notables pero que están siendo invadidas por aparcamientos y chiringuitos, desnaturalizándolas sin remedio”; y a la de El Palmar, en Vejer, “atestado de urbanizaciones ilegales, sin depuración alguna y con la construcción de un beach club Valhalla ilegal y contrario a la Ley de Costas”.
“Emplazamos a los municipios litorales a que no pierdan el tiempo (y el dinero) persiguiendo estos falsos galardones y se afanen en hacer frente a los dos máximos desafíos para nuestras playas: ofrecer soluciones a la subida del nivel del mar y demás consecuencias indeseables del cambio climático, y depurar íntegramente todas las aguas residuales que van a parar al mar”, anotan desde Ecologistas en Acción.
“SON MEROS DISTINTIVOS DE CALIDAD DE SERVICIOS OFRECIDOS”
Este galardón se creó en 1985 para certificar puertos deportivos en Francia y se amplió en 1987 a playas y puertos de toda Europa, con la subvención de la Comisión Europea. La Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adeac) es la entidad privada que gestiona este programa en España.
Sin embargo, las banderas azules “hace tiempo que no tienen ningún aval técnico, ni científico, ni administrativo de la UE; son promovidas por un conjunto de asociaciones privadas ligadas a las empresas turísticas”, aunque cuenten con la “complicidad” de gobiernos autonómicos y locales. En el caso de Andalucía, Ecologistas afirma que las analíticas de la consejería de Salud en las que se basan “estos pseudogalardones” solo identifican microorganismos fecales y aspecto visual, “sin caracterizar otras sustancias peligrosas como hidrocarburos y metales pesados”. A ello se une que “el impacto del cambio climático y su efecto erosivo en las playas es ignorado”.
En definitiva, esta asociación verde considera que estos “premios” que concede Adeac “sólo indican la existencia de servicios para los bañistas, pero no reconocen una verdadera gestión ambiental y conservación de estos frágiles sistemas costeros”, por lo que señala que “no deben exhibirse como ecoetiquetas, sino como meros distintivos de calidad de servicios ofrecidos a los bañistas en playas artificiales y urbanas”.