¿Quién no se ha disfrazado alguna vez en su anodina vida? Es verdad que hay quienes están disfrazados todos los días en el trabajo (chaquetas y corbatas, mono de faena, uniformes…) o incluso ante sus amigos, conocidos o familiares, actuando muchas veces como uno debe ser o los demás esperan que sea.
Por eso mismo, cuando llegan los carnavales, la cada vez más asentada en España fiesta de Halloween, o un fin de semana cualquiera la despedida de soltero o soltera de un allegado… nos encanta disfrazarnos, pero de verdad, y para ello la Casa del Disfraz es una interesante opción: dejar la rutinaria ‘careta’ del día a día, liberarnos y ser por un rato otro, y además sin mucho temor a hacer el ridículo, ya que en estas fechas y eventos el señalado es el que sigue sin máscara.
Son sin dudas los pequeños los que más disfrutan transformados de superhéroe, de princesa o heroína, de su personaje de dibujos favorito de la tele, de adulto, de animal… Disfrazándose cualquier tarde en su casa con hermanos, primos y vecinos, en actividades callejeras variopiontas, en cumpleaños, o en las cada vez más curradas fiestas escolares de febrero o de fin de curso.
Dicen los que entienden de psicología infantil que se trata de ocio divertidísimo y a la vez pedagógico, que alimenta y activa la imaginación de los niños, potencia su pensamiento simbólico, y los aleja de las pantallas (del móvil, de la tele, del ordenador…). Con una rama y un parche la mente de un menor puede recrear un pirata, o con un traje de mamá, unos collares, unos tacones y un poco de pintalabios, cualquier chiquilla se sentirá la más feliz maquinando su propio mini-universo. A veces no hacen falta disfraces costosos, industriales ni realistas al detalle, pero sabemos que esa opción existe.
Del mismo modo, los jóvenes y adultos también encuentran sus ocasiones para ponerse en la ‘piel’ de otro y otra por un rato. Es más, en Cádiz sabemos un poco de disfraces (y tipos, la palabra más correcta para referirnos a los atuendos de chirigotas, comparsas, coros, cuartetos e ilegales), para algo tenemos uno de los carnavales más reconocidos del mundo. Precisamente, en 2019 y 2020, la ciudad volverá a ostentar la Capitalidad Iberoamericana del Carnaval.
Es verdad que la ‘internacionalización’ de la fiesta gaditana y la atracción de miles de visitantes movidos por la amplia difusión del Concurso del Falla pero también por el carnaval más puro, el de la calle, ha supuesto que desde hace años los disfraces que se ven cada febrero sean más trabajados, diversos y detallistas, al tiempo que más estandarizados. Se van perdiendo la esencia gaditana de siempre, la de recurrir a última hora a una peluca y cuatro trapos viejos por casa (y entre ellos, en muchas aún colgaba el mono de astilleros) y por supuesto, a los dos coloretes (básicos) en las mejillas.
Como en todo en este mundo, para gustos, los colores, y nada es mejor ni peor persiguiendo unas horas de desinhibición: hay quienes prefieren comprarlos en tiendas especializadas cómodamente; hay quienes se pasan semanas pensando en el disfraz grupal (es más divertido disfrazarse en compañía que por libre), cosiendo telas y manejando foam buscando ser caseros, originales y creativos; y quienes se arreglan con no quitarse el pijama y la bata, colgarse un cartel con arte en la espalda y muy poca vergüenza, y a disfrutar entre callejeras, moscatel, tortillitas de camarones, papelillos y buen rollo.
Otros momentos del año que cada vez invita más a disfrazarse es Halloween, fiesta anglosajona importada que cada otoño tiene más fuerza en nuestro país (imponiéndose a la aburrida tradición de los Tosantos), con la organización de eventos privados u otros fomentados desde lo público. Al respecto, en San Fernando, por ejemplo, han visto la oportunidad de exprimir esta cita ‘con los muertos’ y que anima a muchos a buscar disfraces para Halloween, organizando actividades para dinamizar el comercio y la hostelería local con el respaldo del Ayuntamiento; a su vez, entidades familiares y vecinales impulsan particulares ‘cementerios’ donde invitan a ‘pasar miedo’, con numerosos voluntarios involucrados caracterizados de monstruos, esqueletos, brujas…
Y otra de las modas en auge son las despedidas de soltero, que se van perfeccionando y convirtiendo en citas nada espontáneas, y donde, por supuesto, no faltan los disfraces: en su momento era solo el novio o novia el ‘obligado’ a pasar vergüenza, sin embargo, poco a poco se impone que el grupo entero acompañe al futuro esposo u esposa con diferentes atuendos y complementos picantes, sexys y divertidos. Una de las localidades gaditanas que se está beneficiando (y a la vez sufriendo) esta proliferación de despedidas (y en casos, de sus excesos), es Conil; de hecho, su Consistorio ha aprobado recientemente nueva normativa para poner coto al descontrol de muchas de ellas.
En definitiva, nunca es mal momento para disfrazarse, para olvidar el disfraz de cada día convertirse en otro u otra, algo que desarrolla la empatía, ayuda a socializar, estimula la creatividad… ¿Cuál es tu disfraz? DIARIO Bahía de Cádiz