Que tu pareja tenga la misma pasión por el running que tú suena a cuento de hadas pero cuidado porque, también en esto, del amor al odio puede haber solamente un paso (nunca mejor dicho).
Encontrar a alguien a quien le gusta lo mismo que a ti, sin duda le da muchos puntos a esa persona. Es muy habitual encontrar parejas surgidas en el mismo ámbito profesional. Sin ir más lejos, en los últimos Juegos Olímpicos pudimos ver la gran cantidad de deportistas que comparten algo más que profesión. A veces ocurre aquello de que si no puedes con ellos, te acabas uniendo, y la afición de uno termina por extenderse al otro, pruebas por intentar entender mejor de qué va el tema y al final te “atrapas”. Hay ejemplos, como el de David y Erika Sands en el mundo del póker, en el que ella empezó a jugar porque lo conoció a él y acabó convirtiéndose en una profesional de éxito.
En cualquier caso, sea porque ya teníais esa pasión en común o porque finalmente uno termina contagiándose del otro, está claro que compartir el amor por salir a correr significa que ambos entendéis la entrega, disciplina y beneficios que comporta esta práctica y será un punto de unión entre la pareja. La comprensión es algo fundamental. A veces no es fácil, y menos si estás en un nivel de competición, hacer ver a tu pareja que el running puede ser para ti mucho más que un hobby, por lo que si no solo no tienes que explicarlo, sino que tu media naranja lo vive igual que tú, mejor que mejor.
Hay muchos motivos para enamorarse de un/a runner, ventajas que son recíprocas en el caso de que ambos se dediquen a lo mismo. Sin embargo, que dos personas que se quieren se dediquen a lo mismo, no quiere decir que lo tengan que hacer a la vez.
Si hablamos de salir a correr juntos, hay una palabra que es clave: compartir.
En primer lugar, como hemos visto, hay que compartir la misma pasión por el running. No a todo el mundo le tiene que pasar como a Erika Sands, si empiezas a correr porque a tu pareja le gusta pero ves que no es lo tuyo, lo mejor es dejarlo. Hacer algo a desgana simplemente porque tu pareja lo hace, a la larga lo único que traerá son problemas. Tienes que correr por ti.
Lo segundo, igual de obvio y fundamental que lo primero, es compartir la decisión de querer correr juntos. Si a alguno de los dos le apetece vivir el momento de entrenar como una manera de estar consigo mismo o con sus amigos, como una forma de desconexión o de socialización, tiene que haber la suficiente confianza como para poder expresarlo sin que ello suponga ningún problema. Correr con tu pareja porque te sabe mal decir que no, es igual a error.
Otro elemento que hay que compartir son los objetivos. Hay que ponerse de acuerdo en el tipo de entrenamiento que se quiere hacer. Es recomendable prepararse para una misma carrera o proponerse alcanzar cierta forma física juntos. Si uno quiere correr para quemar calorías y el otro simplemente por diversión, tendremos objetivos distintos y eso creará tensiones.
Una de las principales ventajas de hacer running con tu pareja es compartir la experiencia. No solo pasas tiempo de calidad con tu otra mitad sino que vives las mismas emociones. Todos estaremos de acuerdo en que una de las mejores sensaciones del running es la que se te queda cuando acabas un entrenamiento o una carrera, tener la posibilidad de compartir ese “subidón” de endorfinas con tu pareja es fantástico. Ahora bien, para alcanzar este “subidón compartido” con éxito, a veces habrá que correr juntos pero no revueltos.
La mayor dificultad para una pareja que hace running es adecuar los ritmos. Las capacidades de uno y otro –así como los objetivos- pueden ser muy distintos. El que va más lento tendrá que ir forzado para estar a la altura del otro, mientras que encima verá cómo su compañero ni se inmuta cuando él va con la lengua fuera. También puede pasar que el que vaya más rápido renuncie a dar lo mejor de sí por ir a la vez que el otro, algo que puede acabar frustrando a los dos.
Hay distintas soluciones a este problema. Para nivelar entre quien corre más y quien correr menos (vamos a decirlo así) se puede aprovechar el “día de descanso” de la persona de la pareja que tenga mayor capacidad. De este modo puede hacer su entrenamiento más duro de manera individual y aprovechar las salidas con su pareja como una forma de mantenimiento. Otra opción es aprovechar la mayor experiencia de uno para ayudar al otro; tener a alguien que te apoye, anime y motive a conseguir tus objetivos, puede ser de una gran utilidad. Eso sí, como se suele decir: hay que valer, porque no todo el mundo sirve para ser un buen motivador ni entiende bien la diferencia entre lo que es animar a alguien y lo que es exigirle.
Muchas parejas que corren juntas lo que hacen simplemente es quedar para correr pero luego cada uno va por su lado. Un parque o cualquier tipo de circuito pueden ser el sitio perfecto para establecerse un tiempo, hacer cada uno el entrenamiento que necesite, y luego comentar la jugada. Compartir, en definitiva, que es de lo que se trata. DIARIO Bahía de Cádiz
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