Muchas son las personas que dicen ser videntes o tener el don de la videncia, pero a la hora de la verdad, la mayoría de ellas solo persiguen hacer negocio, pues solo unas pocas traen consigo ese don desde el nacimiento.
Y es que para ser vidente natural hay que haber nacido con ello, no es algo que se pueda entrenar con el paso del tiempo.
Sin embargo, sí que existen videntes naturales con el don de la clarividencia, aunque no siempre es fácil identificar a los videntes reales de nacimiento de los que supuestos videntes y clarividentes que aprovechan las tecnologías para captar a clientes que creen en adivinaciones y supersticiones sin tener realmente la facultad de recibir información sobre los acontecimientos del pasado o los del futuro.
Videncia y tarot, ¿cómo se relacionan?
Actualmente, se pueden encontrar miles de sitios web donde se anuncian videntes, se hacen tiradas de tarot o se ofrecen servicios esotéricos. Desde lecturas telefónicas a tiradas de cartas online como por ejemplo el Tarot Sí o No donde basta con escoger algunas cartas aleatoriamente para obtener una respuesta de los astros.
El tarot siempre ha estado asociado a la videncia, y esto es así seguramente porque las cartas suponen una herramienta que ayuda al cartomante a obtener información sobre la pregunta que hace el consultante. No obstante, no todos los videntes utilizan el tarot para obtener respuestas, pues cada uno tiene sus propios métodos y dones naturales que se expresan de forma diferente.
De hecho, una vidente natural o innata no necesita ayudarse de las cartas para obtener sus intuiciones. Puede usarlas para ampliar información, para concretar fechas o para profundizar en sus visiones, pero, de entrada, lo que percibe llega a esta persona de manera totalmente directa, ya sea en forma de imágenes en su mente o de palabras.
Entonces, ¿cómo distinguir a una persona que se dice vidente natural de quien no lo es? Partiendo del hecho de saber que debe tener su capacidad desde el nacimiento, la segunda característica es que esta persona no juzga. Su modo de hablar no incluye ningún consejo, opinión o juicio sobre lo consultado o sobre quien hace la consulta pues su mensaje es neutro, se limita a exponer unos hechos.
Su honestidad y transparencia son otros factores a tener en cuenta. No da solo la información o respuesta que espera el consultante, sino que ofrece lo que le llega a su intuición o intelecto ya sea que la persona que consulte espere ese resultado o no. Su cometido es decir la verdad, no ofrecer una confirmación de lo que espera o desea el consultante.
Su don es irrenunciable, al ser innato, una persona que tiene el don de la videncia desde su nacimiento lo ha experimentado siempre, desde la más tierna infancia hasta la adultez. Otra cosa es que con el tiempo haya ido adaptándose a esta particularidad, aceptándola y utilizándola para ayudar a los demás. Hay quienes lo hace de manera espontánea y hay a quienes les cuesta un poco más aceptar tal responsabilidad, pero, en cualquier caso, no es algo a lo que se pueda renunciar, pues está ahí se quiera o no.
Por otro lado, están los tarotistas, estas personas pueden tener o no ser videntes, es decir, puede tratarse de personas con el don de la videncia que usen las cartas como forma de interpretar sus intuiciones, o puede ser que se trate de personas que han aprendido a desentrañar los misterios de esta baraja ancestral.
La adivinación por medio del tarot
Emplear los naipes como medio de consulta para obtener información del presente, del pasado o del futuro tiene sus orígenes en el siglo XIV, aunque hay quienes dicen que es incluso anterior. El caso es que pruebas escritas lo sitúan en el citado siglo XIV, si existió antes no hay constancia de ello, eso sí, los diferentes estudios que se han hecho lo relacionan con la cábala y el simbolismo egipcio, aunque su origen se deba a los cátaros.
Fue muy popular en la Edad Media y se popularizó por toda Europa gracias al pueblo gitano, nómada por costumbre y tradición. Uno de los mazos de cartas de tarot más antiguos que se conservan fue creado entre 1442 y 1447 por un pintor anónimo. Esta maravilla artística se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Yale en EEUU.
A pesar de su antigüedad, fue realmente en 1840 que vivió un verdadero auge como herramienta adivinatoria. Algunos dicen que las cartas son guiadas por una fuerza espiritual como guía, mientras otros creen que las cartas los ayudan en introducirse a un inconsciente colectivo.
Sea como fuere, el tarot posee un simbolismo muy profundo y ancestral que, para quienes creen en ello, traza el camino del ser humano desde su nacimiento hasta su muerte física, por eso también hay quienes lo utilizan como herramienta de crecimiento personal, y no tanto con fines adivinatorios.