Hasta hace bien poco, los puros eran considerados como signos externos de opulencia y muchos fumadores de cigarrillos consumían puros únicamente en ocasiones muy especiales: el partido de fútbol del domingo, bodas, bautizos o comuniones, sobremesas dominicales y reuniones sociales solían ser los marcos escogidos para alardear de un gran habano.
Pero lo cierto es que ya no corren tan buenos tiempos para el puro. Al rechazo social creciente de algunos, debido principalmente a su invasivo y penetrante aroma, se le ha unido una normativa de lo más restrictiva. Los fumadores de puros sólo pueden hacerlo en espacios públicos exteriores o en domicilios y clubes privados, lo que ha provocado una caída drástica del consumo entre las clases populares.
Sin embargo, en los ámbitos sociales más elitistas el cigarro puro sigue siendo venerado como símbolo de distinción. Y muchos famosos, que son fumadores consagrados de habanos, evitan hacer público su pequeño y carísimo secreto, mientras que aprovechan cualquier ocasión para disfrutar, casi a escondidas, de un habano de categoría suprema.
En estos entornos privilegiados, tan importantes como el puro son los aditamentos necesarios para fumarlo: lujosos encendedores, cerillas especiales de maderas aromáticas, caras habaneras de piel, cajas protectoras con sistema de humidificación o enormes ceniceros de cristal tallado son algunos ejemplos.
El catálogo de complementos es inmenso, por lo que podemos ver productos muy variopintos de este tipo en las páginas web de las empresas especializadas en artículos para fumadores.
Proceso de elaboración de un cigarro puro
Todos esos complementos contribuyen al realce simbólico del propio habano. De esta forma, fumar un puro de calidad deja de ser una actividad trivial para convertirse en un auténtico ritual o en un acontecimiento social. Pero el auténtico protagonista siempre es el cigarro, así que vamos a ver cuál es el proceso para elaborar un puro o habano.
Lo primero es seleccionar las hojas de tabaco adecuadas. Para puros muy contundentes e intensos se escogerán variedades caribeñas, bien cubanas y dominicanas. Para quienes prefieren sabores más suaves y matizados, la elección de preferencia será un tabaco de procedencia canaria.
El contenido del puro se denomina tripa. Para elaborarla se usarán hojas completas (tripa larga) o fragmentos grandes de hojas (tripa corta). Este hecho no afecta fundamentalmente a la calidad del puro, aunque las hojas de tripa larga son las más apreciadas.
La tripa va envuelta por el capote, que es una cubierta compuesta por hojas más consistentes, al objeto de que el cigarro tenga la rigidez necesaria.
Finalmente, se añade una capa fina y superficial llamada capa, con hojas finas de apariencia perfecta. Su finalidad es estética, otorgándole al habano una apariencia exterior impecable.
El proceso finaliza con el guillotinado del extremo de encendido y el sellado del extremo de aspiración.
¿Es lo mismo un puro que un habano?
Aunque genéricamente se suelen utilizar ambos términos para designar a los grandes cigarros, la verdad es que un puro y un habano no son lo mismo. Para ser exactos, un puro no tiene por qué ser habano, pero un habano siempre es necesariamente un puro. Expliquemos esto último:
El término puro es una simplificación de la expresión cigarro puro. Un cigarro puro es aquel que únicamente está compuesto de tabaco. Si, por ejemplo, se utiliza papel o celulosa en la capa o el capote, por muy grande que sea ya no será un cigarro puro, sino que será un cigarro a secas.
Los puros o cigarros puros pueden estar elaborados con tabacos de distintas procedencias. En España, las cepas de tabaco más apreciadas son, por este orden, las cubanas, las dominicanas y las canarias.
Así pues, el término puro habano hace referencia a la capital de Cuba, indicando que el cigarro está elaborado con las mejores selecciones de tabaco cubano. Cuando decimos habano, puro habano o cigarro habano, deberíamos de estar hablando siempre de tabaco cubano.
De la misma forma, los cigarros puros hechos con tabaco de las Islas Canarias suelen denominarse canarios a secas.
Lo curioso del caso es que este fenómeno no ocurre con el tabaco dominicano, y nadie dice que va a fumarse un dominicano cuando el puro procede de la zona de Santo Domingo. En este caso, también suelen ser denominados habanos. Y es que, la verdad sea dicha, ambos son tabacos de propiedades y calidades muy similares.
Tipos de puros según su denominación coloquial
Puro propiamente dicho
La palabra puro es la correcta para referirse a cualquier cigarro que esté fabricado exclusivamente a base de tabaco, sin incluir papel o celulosa. Sin embargo no ocurre así a nivel coloquial. Cuando alguien dice puro en España, invariablemente se está refiriendo a un cigarro de un tamaño respetable.
No existe una regla escrita que defina el tamaño a partir del cual la gente utiliza la palabra puro. A modo orientativo y en general, se trata de cigarros cuyo diámetro es superior a 1,5 centímetros y su longitud no es inferior a los 10 centímetros.
Un ejemplo de puro pequeño lo tenemos en el Montecristo n.º 5, con un diámetro de 1,6 centímetros y una longitud de 10,2 centímetros.
Un ejemplo de puro grande es el Cohiba 80 Aniversario, con un diámetro de 2,2 centímetros y un largo de 16,5 centímetros.
Por supuesto que existen puros mucho mayores, y entre los más pequeños y estos últimos la variedad de longitudes y grosores se adapta a cualquier gusto o preferencia. Hay fumadores que los prefieren muy largos, y otros se decantan por unidades gruesas. Y tampoco falta quien prefiere que su habano sea muy largo y también muy grueso.
Señorita
La palabra señorita es una forma muy común de designar en España a todos los cigarros puros que son de tamaño pequeño y diámetro relativamente fino. El diámetro se sitúa en torno a un centímetro y su longitud no supera los 10 centímetros.
Su origen se remonta a los años 60 del siglo pasado. Por entonces, los únicos puros de tamaño pequeño que se vendían en España eran elaborados por la empresa tabaquera El Guajiro, de las islas Canarias.
Estos cigarros medían 10 centímetros de largo, con un diámetro de 1,3 centímetros, y la marca registrada por El Guajiro para los mismos era Señoritas, con mayúscula, en femenino y en plural. El nombre Señoritas aparecía impreso en grandes caracteres en las cajas de estos purillos.
El uso de la marca Señoritas se siguió utilizando en los años venideros para designar a los cigarros de otras marcas cuyo tamaño era parecido, y se singularizó en señorita para referirse a una sola unidad.
Más de medio siglo después, el término señorita para designar genéricamente a un cigarro no está incluido en el diccionario de la RAE, pero es muy utilizado entre los fumadores habituales de puros.
A modo de curiosidad, en los estancos se siguen vendiendo las Señoritas originales con su marca registrada y fabricadas por El Guajiro, con amplia aceptación por parte de los fumadores.
Purito
Esta designación se refiere a cigarros puros de muy pequeño tamaño, similares a un cigarrillo o ligeramente mayores. Todas las marcas de puros y habanos han desarrollado su propia línea de puritos.
Faria
El caso de la palabra faria es similar al de la señorita. Farias, en plural y con mayúscula, es una marca registrada de Altadis, la sucesora de la antigua Tabacalera Española. Los Farias auténticos son cigarros cuyo tamaño se sitúa a caballo entre el de la señorita y el de un puro pequeño. Podría considerarse un puro muy pequeño o una señorita grande.
Este cigarro de procedencia canaria era muy apreciado en la segunda mitad del siglo pasado, debido a su gran suavidad y a su bajo precio. Su denominación comercial se generalizó para referirse a cigarros puros de coste muy asequible.
A diferencia de la señorita, la RAE ya admite la palabra faria (con minúscula y en singular) como correcta. De hecho, el faria viene definido en el diccionario de la siguiente forma: “Cigarro barato peninsular de tripa de hebra larga”.
Añadimos que los Farias auténticos de Altadis son, efectivamente, cigarros baratos, pero su tabaco canario es de muy buena calidad. No son bien aceptados por los fumadores de habanos, ya que su sabor es muy suave respecto al que ofrecen los puros cubanos y dominicanos.
Clasificación cualitativa de los puros
Hechos a mano
Totalmente artesanales, lo más habitual es que estén íntegramente formados por hojas de tabaco completas (de tripa larga), aunque también se fabrican con trozos grandes de hoja (tripa corta).
Son los puros más cotizados del mercado, y en el caso de ser habanos pueden alcanzar precios estratosféricos. Se venden acompañados de un certificado oficial que garantiza la procedencia del tabaco y su elaboración 100% artesanal.
Hechos a máquina
Se fabrican mediante procedimientos automatizados. Pueden ser de tripa larga o de tripa corta. Al contrario que en el caso de los puros hechos a mano, prevalecen los fabricados con trozos grandes de hoja de tabaco.
Su calidad es extraordinaria y por eso son prácticamente indistinguibles de los anteriores cuando se están fumando. Para distinguirlos es necesario desmenuzarlos tras haberlos fumado. Porque a nadie se le ocurriría desmontar un puro de categoría para averiguar si es o no artesano. Constituyen la mayor parte de los puros comercializados por las firmas de mayor prestigio.
Los falsos puros y los puros falsificados
Un apartado especial lo merecen los falsos puros. Un falso puro es aquel que solo lleva tabaco, pero su estructura interna no se corresponde a la de un cigarro auténtico. La diferencia con el puro auténtico es que el falso puro solo contiene tabaco triturado. Un puro de los buenos debe estar constituido exclusivamente por hojas de tabaco enteras, o por trozos grandes de hojas de tabaco.
Los falsos puros únicamente llevan hoja de tabaco entera en la capa y el capote, a fin de darle una apariencia exterior impecable y la consistencia debida. Pero en su interior (la tripa) únicamente encontrarás picadura de tabaco o trocitos pequeñísimos de hoja de tabaco. Así pues, en realidad se trata de cigarrillos enormes disfrazados de puros.
La cosa puede ser aún peor, ya que en ocasiones pueden lucir vitolas de marcas de reconocido prestigio, con el objeto de tentar al comprador inexperto. En este caso ya no hablamos de falsos puros, sino de puros falsificados. Incluso puede ser que bajo la capa, encontremos un capote de material celulósico para abaratar más los costes.
Si alguien te ofrece puros de marca a un precio fuera de mercado y no entiendes de cigarros, lo tienes muy fácil para no caer en la trampa: rompe uno por la mitad. Si dentro hay picadura, están intentando darte gato por liebre.
Consejos para disfrutar de un buen puro
Presta mucha atención al proceso de encendido. Un encendido mal ejecutado puede estropear un gran puro con enorme facilidad:
Evita usar cerillas si no estás ducho en la práctica. Y procura no aspirar mientras aplicas el fuego para ayudar a que el cigarro tire. La mejor forma de encender un puro es sujetarlo en una mano y darle llama con la otra, manteniéndolo siempre lejos de la boca. Gira el puro lentamente mientras aplicas la llama con cuidado, para que el encendido sea intenso y uniforme.
Si es necesario, airéalo de vez en cuando agitándolo suavemente con la mano, o sóplalo ligeramente para ayudar a que se forme la brasa. Puedes valerte de encendedores especialmente diseñados para dar fuego a los puros. El proceso de encendido tiene que ser muy lento: encender un puro de manera adecuada no debe llevarte menos de dos minutos.
Jamás intentes fumar un habano con prisa. Los puros y las prisas son incompatibles. Disponer de tiempo es fundamental para lograr una combustión regular y poder apreciar todos los matices de sabor y aromáticos del cigarro puro. Un puro pequeño debe durarnos una hora como mínimo. Los puros de mayor tamaño nos tienen que durar entre tres y cuatro horas.
Una fumada apresurada provocará que el cigarro se queme de manera oblicua, quedando gran parte de la hoja sin quemar. Además se irá cargando de humedad por la parte cercana a la boca. En definitiva, el habano perderá gran parte de sus cualidades, una buena cantidad del tabaco quedará sin aprovechar y además el puro tenderá a desarmarse o a perder su consistencia.
Rodéate de amigos y comparte la sesión en medio de una charla o debate calmado. No te apresures e intenta alargar lo más posible el tiempo entre cada bocanada. De esta manera, tu puro o habano se irá quemando de manera muy regular.
Finalizamos diciendo que los fumadores de puros más puristas, valga la redundancia, afirman que un habano o cigarro de categoría debe acompañarse siempre de una copa del mejor brandy de jerez o de coñac. Ahí queda la sugerencia.