Cáritas Diocesana de Cádiz ha presentado estos días, con motivo de la celebración del Corpus Christi, su Memoria de 2018, entre cuyas conclusiones se resalta un descenso de personas atendidas, pero “una mayor intensidad y severidad de las situaciones de pobreza”. Se ha llegado a unas 19.000 personas vulnerables de la zona de influencia (sin contar Ceuta), a las que se han dedicado en diferentes programas y proyectos de lucha contra la pobreza y la desigualdad cerca de 1,4 millones de euros.
La labor de Cáritas Diocesana de Cádiz, se remarca, no sería posible sin el compromiso de 1.028 voluntarios y 26 trabajadores remunerados que a lo largo del pasado ejercicio “han dedicado sus esfuerzos a dignificar las condiciones de vida y mejorar el acceso a los derechos de los más empobrecidos de nuestros pueblos y ciudades de la diócesis”: en concreto, abarca a unas 700.000 personas de la Bahía de Cádiz (dejando fuera a Jerez, parte de El Puerto y Rota); La Janda, en parte costera y en parte interior; y la comarca del Campo de Gibraltar.
El impacto de la acción asistencial y promocional logrado por Cáritas Diocesana y el conjunto de los miembros que la conforman (parroquias de la Diócesis) ha alcanzado durante el año 2018 a 8.391 personas, siendo un total de 19.140 las beneficiadas por la ayuda ofrecida, se cuantifica en la información trasladada a DIARIO Bahía de Cádiz.
SE CONSAGRAN LA PRECARIEDAD Y LA INCERTIDUMBRE
El VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, que se acaba de presentar, da cuenta de la salida de la crisis-estafa iniciada en 2007-2008 y de las consecuencias que se han instalado en la sociedad española. Una de sus principales conclusiones es que se ha recuperado el espacio de la integración social, pero “bajo un modelo más frágil y precario del que teníamos, que de por sí ya lo era”. Y el Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en Andalucía, que verá la luz a principios del próximo otoño, certifica esta misma tendencia que Cáritas constata en Cádiz.
“En nuestra Diócesis se aprecia cómo la mejora del empleo y la sostenibilidad de los mecanismos del bienestar públicos han reubicado a la sociedad en la salida de la crisis, pero de un modo en el que se consagran la precariedad y la incertidumbre. Asimismo, se aumentan las distancias entre los más ricos y los más pobres”, se remarca.
Del mismo modo, se alerta de la cronificación de la pobreza, “es decir, personas y familias que, a pesar de la mejora de la situación, se siguen manteniendo en la exclusión severa con pocas posibilidades de mejorar su situación”. El empleo sigue siendo el talón de Aquiles y, de hecho, “tener un empleo ya no es garantía ‘cierta’ para la inclusión”.
El desglose de los recursos invertidos de forma directa en 2018 por Cáritas Diocesana de Cádiz evidencia una clara importancia de los fondos destinados al programa de Empleo, que alcanza el 35,9% del total (casi 500.000 euros). De este modo, se han ofrecido nuevas oportunidades a 486 parados: más del 65% son mujeres de edades comprendidas entre 25 y 45 años, con baja cualificación profesional, cargas familiares y situación de vulnerabilidad social. Y del total, 119 han logrado su reinserción laboral.
Junto a esta labor, Cáritas Diocesana ha seguido acogiendo y acompañando a personas sin hogar: 1.249 personas a lo largo del año a través de diversos dispositivos que mantiene repartidos por el territorio diocesano (Cádiz, San Fernando, Chiclana, Algeciras y la Línea). A este programa ha destinado 349.000 euros (el 25,3% del total). El perfil de las personas atendidas, responde a hombres de entre 40 y 60 años, que han llegado a vivir en la calle por pérdida del empleo y la familia, con problemas de adicciones y, muchos de ellos, con carencias de salud mental. En este apartado, se resalta que hasta 36 sintecho apoyados de la zona de influencia han logrado una mejora significativa de sus condiciones de vida (acceso a vivienda normalizada, acceso a servicios médicos especializados, acceso a comunidades terapéuticas para tratamiento de adicciones…).
El tercer ámbito donde Cáritas ha invertido sus recursos es en acogida y atención primaria (más de 235.000 euros, el 17% del total), lo que pone de manifiesto la necesidad de seguir saliendo al paso de numerosas situaciones de precariedad y emergencia en las familias, que se alargan en el tiempo. Aunque desciende ligeramente el número de atendidos en situaciones de grave precariedad, “este apoyo es menos puntual y precisa ser mantenido durante más tiempo, a través de diferentes programas, debido a la situación multi-problemática y de vulnerabilidad en que se encuentran las familias atendidas”. En concreto, a lo largo del pasado año 6.350 personas (“sin hacer distinción por su procedencia, su historia de vida, su religión o su ideología”), han recibido atención y ayuda (alimentos, ropa, vivienda y suministros, transporte, formación, farmacia y salud…), alcanzando su repercusión a unas 17.700 personas. Además, estas ayudas básicas se acompañan con actividades socioeducativas para las familias y proyectos de infancia y adolescencia.
Por otro lado, en el año 2018 más allá del territorio diocesano, Cáritas de Cádiz ha apoyado en Bangladesh (en el sur de Asia) el proyecto ‘CORR – The Jute Works’ que se dirige al fortalecimiento de mujeres artesanas en cuatro zonas de alto riesgo de vulnerabilidad por el cambio climático y la trata de personas: se ha llegado a más de 400 mujeres.
El resto de los recursos que Cáritas Diocesana de Cádiz aplicó en el pasado ejercicio se resume en la acción complementaria a los programas sociales: formación del voluntariado, comunicación y sensibilización, cooperación internacional, comercio justo y desarrollo institucional, siendo el coste dedicado a las labores de administración de un 7,5% del total.
DISMINUYEN DONACIONES, Y SE RETRASAN LAS SUBVENCIONES
Finalmente, Cáritas Diocesana de Cádiz expone que desde 2017 está sometida a una situación de dificultad económica provocada por “una disminución de donaciones y aportaciones, el retraso en los pagos de subvenciones aprobadas por parte de algunas administraciones públicas y la drástica reducción de la concesión de fondos procedentes de la asignación tributaria del 0,7% del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas” (un retroceso “sin precedentes” que ha supuesto más del 50% con respecto a la solicitud presentada).
Ello implica, se afirma, “una limitación en el desarrollo de la acción social, a pesar de las necesidades reales de miles de personas que acuden a Cáritas”. Y por ello se apela “al sentido de solidaridad de la comunidad cristiana y a la colaboración de todas las personas, entidades privadas y administraciones para poder seguir con nuestra labor”.
“La acción de Cáritas es posible gracias a la generosidad de voluntarios, socios, donantes y empresas colaboradoras. Igualmente, el apoyo de entidades privadas y las administraciones públicas hacen posible que podamos avanzar en la mejora de las condiciones de vida de muchas personas y que tengamos un papel relevante en la transformación social que quiere hacer de este mundo un lugar más habitable y justo para todos”, se sentencia.