Los juegos de azar, aquellos en los que las probabilidades de ganar o perder dependen precisamente de la suerte, forman parte de nuestra vida cotidiana desde hace siglos: hay evidencias arqueológicas en restos egipcios, pasando por la mitología griega o la antigua China. Hoy en día prácticamente todos hemos participado en este tipo de entretenimiento en alguna ocasión por la emoción y el entusiasmo de ganar (suelen ir acompañados de apuestas, como la ruleta o el póker), o simplemente por sociabilidad, de forma presencial o desde hace unos años también virtual.
Así, no hay dudas de que los juegos y las apuestas como forma de diversión y ocio siempre han ocupado, y ocupan, un lugar muy importante en el seno de nuestra sociedad: desde una analógica partida de parchís un domingo de invierno en familia, a un bingo casero entre vecinos una tarde de agosto en la playa o un mus con compañeros de clase en la cantina de la facultad… hasta el rutinario cupón de los ciegos de cada día, el “y si toca” que te obliga a comprar al menos un décimo del Gordo de la Lotería de Navidad, la Quiniela de cada jornada pensando en no traicionar a tu equipo al colocar el 1X2, la moneda que te sobra en la máquina tragaperras del bar o del salón recreativo de la esquina, que tiene más oferta y lucecitas, o una visita puntual y programada al bingo o al casino.
Para quienes vivimos en la provincia de Cádiz (y miles de visitantes y turistas que pisan nuestra tierra) eso de ir al casino, que suena, irremediablemente a Las Vegas, no es misión fácil, y es que hasta el pasado verano sólo existía un establecimiento legal de este tipo, el veterano Casino Bahía de Cádiz, en El Puerto de Santa María. A él se ha unido en el Campo de Gibraltar el Casino Admiral San Roque. En ambos casos, ofrecen más allá del salón de máquinas y el de juegos, bar de copas, restaurante, espectáculos, etc. Un ‘completo’ para unas horas de evasión, y si encima se sale con unos euros más de los invertidos…
El año 2015, el último del que existen datos completos, el único casino entonces abierto de la provincia gaditana registró un volumen de juego de 10,5 millones de euros. Poco si se tiene en cuenta que los 11 bingos gaditanos con licencia movieron más de 53 millones y las máquinas tragaperras unos 188 millones, según el informe ‘Estadística de juego privado en Andalucía, 2015’, de la consejería de Hacienda y Administración Pública de la Junta de Andalucía.
Si se atiende a la evolución histórica, desde hace diez años es notorio que el negocio presencial ha ido recortándose, parece que claramente afectado por la crisis-estafa que ha sufrido el país: de este modo, si en 2006 el volumen de juego en casinos gaditanos superaba los 44 millones, este cae de forma acusada en 2009 y 2011, llegando en 2014 a poco más de 9,2 millones. Por lo que se intuye una cierta recuperación. La tendencia se repite a nivel regional. Este mismo estudio de la Junta revela que el pasado año pasaron por casinos andaluces 351.598 personas, gastando de media 99 euros cada una. En todo el Estado español, el volumen de juego en casinos físicos en 2015 se acercó a los 1.675 millones.
del azar presencial al online
Es muy probable que los casinos de toda la vida estén acusando, más allá de esta sempiterna crisis económica, la irrupción de los casinos online, que podemos consultar y comparar en www.casinos-online.es, y que han ido afianzándose desde principios de siglo, ofreciendo frente a los presenciales: el estar disponibles las 24 horas los siete días de la semana, ofertas de bonos y promociones, la comodidad de poder jugar desde casa en pijama si se quiere e incluso de apostar sólo unos céntimos (no existen códigos de vestimenta, y las formas de pago son mucho más variadas), la innovación constante, o los porcentajes RTP (el porcentaje de retribución al jugador) a la vista de todos los usuarios. Uno y otro sistema sí comparten esa misma emoción de jugar por dinero real y el estar muy regulados por ley (hay que localizar siempre el logo de ‘juego seguro’, por si acaso).
En España (aquí ya no se encuentran datos provinciales ni regionales) el mercado de juego (en general) es mayoritariamente presencial, si bien nuevamente en 2015 el canal de Internet ha incrementado su importancia, pasando del 20,1% de 2013 en el total de cantidades jugadas al 26,4% durante 2015, según la memoria anual de la Dirección General de Ordenación del Juego, dependiente del Ministerio de Hacienda.
De este modo, el juego online estatal mantiene una dinámica creciente en las cantidades jugadas y el margen de juego, mientras que el número de jugadores activos y de nuevos registrados también han mostrado comportamientos positivos. El total jugado en 2015 entre los 52 operadores habilitados y regulados ha superado los 8.562 millones de euros, y a la vez, se han repartido premios por importe de 8.243 millones. Crecen, en la Red, las cuantías jugadas en dos modalidades: Apuestas (incluye las apuestas deportivas) y Casino, con una evolución negativa en Concursos, Bingo y Póker.
Otras variables de este negocio en alza: cada vez hay más usuarios. Se calcula que los jugadores activos en España rondaban los 511.000 al finalizar 2015; o lo que es lo mismo, más del 1,07% de la población del país con capacidad teórica de juego.
La Dirección General de Ordenación del Juego también ha dibujado el jugador online español tipo, concluyendo que en el pasado ejercicio más de 985.000 personas, al menos una vez, probaron en estas webs, un 19% más que el año anterior. El 83% eran hombres. El perfil más representativo, por volumen total de participación en Apuestas, Casino y Póker es un hombre de edad comprendida entre 26 y 35 años. En el Bingo, una mujer entre 36 y 45 años.
El gasto medio por jugador, hoy día, es de 293 euros, y a la vez, los hombres gastan más del doble que las mujeres (322 euros frente a 146). Quienes tienen entre 36 y 45 años son los que más arriesgan (500 euros de media) y los que menos, los que aparentemente menos recursos tienen, los de 18 a 25 años (99 euros). El retorno al jugador en premios medio fue el pasado año del 95,1%.
siempre con cabeza
Pero con todo, e incidiendo en que jugar y arriesgar es algo caso innato al ser humano, cuando hay dinero de por medio hay que ser responsable y consecuente. El Ministerio de Hacienda se detiene en este punto, no menos importante, con su ‘Estudio sobre prevalencia de los juegos de azar en España 2015’, que sentencia que si bien el 70% de las personas jugadoras investigadas sabe dónde se mete, un 6,3% muestra cierto riesgo, problemas o patologías relacionadas con los juegos a lo largo de su vida.
Hay claves a tener en cuenta, por uno mismo y por los que rodean al jugador, para evitar que este ocio acabe convirtiéndose en tormento y suplicio: en aquellos que pueden caer en la ludopatía, la participación en casinos, bingos, tragaperras, ya sea presencial o a través de Internet, es planificada con anterioridad configurando sus actividades cotidianas en torno a ello. También son personas con una cierta falta de autocontrol, ya que les es más complicado finalizar la partida cuando se lo proponen. Mientras, las personas sin riesgo de incurrir en un juego patológico son más espontáneas, dedican un menor número de horas a los juegos de azar, y su gasto es considerablemente menor, en torno a los 10 euros mensuales. DIARIO Bahía de Cádiz
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