En pocos años, el Bitcoin y las criptomonedas han pasado de ser un nicho pequeñísimo del extenso mundo de internet ha convertirse en un convidado habitual en las páginas de economía y finanzas de los principales medios de comunicación del mundo.
La efervescencia de este sector, unida a una volatilidad inusitada en el precio de sus activos, ha convertido al mundo de las divisas electrónicas en toda una sensación de esta segunda década del siglo XXI.
Esta historia de subidas y descensos, de bifurcaciones suaves y ‘hard forks’, y, por supuesto, de misterio, comienza un 18 de agosto de 2008 en el más completo anonimato. Ese día, que se puede marcar ya en los libros de historia económica como el comienzo de una nueva era, un tal Satoshi Nakamoto registraba el dominio bitcoin.org. Empezaba la época de las criptomonedas.
¿Quién creó el Bitcoin?
La persona que se esconde tras el seudónimo de Satoshi Nakamoto es, todavía, una completa desconocida para los millones de usuarios del BTC, su gran invento. Reputados medios de comunicación como Newsweek, la BBC, Forbes, The Economist, o The New Yorker han intentado, sin éxito, desvelar este misterio.
Lo poco que se sabe de este tal Satoshi Nakamoto es que, poco después de registrar el dominio web de Bitcoin, publicó un artículo al que tituló «Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System». La palabra mágica aparecía de forma pública por primera vez. A los meses, en enero de 2009, Nakamoto minaba el primer BTC —y, por ende, también la primera criptomoneda— de la historia.
Se dice que, durante estos primeros días, el bueno de Nakamoto llegó a minar hasta un millón de unidades de Bitcoin, que por aquel entonces valían prácticamente nada. El creador de la primera criptomoneda se mantuvo en el barco del BTC realizando diversas tareas hasta mediados de 2010, cuando cedió todas sus responsabilidades a diferentes miembros destacados dentro de la incipiente comunidad creada alrededor de la divisa electrónica.
Según cálculos muy posteriores a su ‘desaparición’, se especula que Nakamoto tendrá alrededor de un millón de unidades de Bitcoin en sus diferentes cuentas. A precios actuales, estaríamos hablando de unos 7.000 millones de dólares.
El despegue
Dos años después de la salida de Nakamoto, la unidad de Bitcoin ya se vendía por unos 5 dólares y decenas de nuevos proyectos de criptomonedas aparecían en el mercado cada mes, intentando replicar el éxito del BTC. Algunas con éxito y otras cayendo, directamente, en el olvido al poco de nacer.
Sin embargo, las subidas más espectaculares tardarían, todavía, un año en llegar. Era febrero de 2013 y ya muchos habían oído hablar de las palabras “Bitcoin” y “criptomoneda”. Aquel mes se había marcado un nuevo récord histórico de valoración, con un precio de más de 30 dólares por unidad de Bitcoin. En abril, dicho récord se iba a los 230 dólares. En noviembre de ese mismo año, hasta los 1.124.
La aparición del BCH
El 1 de agosto, cuando el precio del BTC se acercaba a los 3.000 dólares, se produjo el ‘hard fork’ más importante de la historia de las criptomonedas, con la aparición del Bitcoin Cash. Un hard fork es un punto y aparte en el sistema y blockchain de cualquier criptomoneda, un punto a partir del cual ciertos usuarios deciden iniciar un nuevo proyecto introduciendo cambios en el esquema previo.
Un proceso así fue el que dio lugar al nacimiento del BCH, una criptomoneda a la que muchos daban por muerta al poco de su nacimiento. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el precio del Bitcoin Cash superaba los 3.600 dólares por unidad en diciembre de 2017, en plena tendencia alcista del mercado de las criptomonedas. Ya no era solo el Bitcoin el producto que triunfaba, sino que el Ether, el Dash, el Ripple y el propio BCH comenzaban a llamar la atención de miles y miles de inversores. El mercado de las criptomonedas se fragmentaba.
Ahora, cada criptomoneda busca su nicho de mercado que le permita crecer y fortalecerse en este competitivo entorno. Por ejemplo, el Bitcoin Cash ha establecido ciertas modificaciones clave frente al BTC original: proceso de bloques más grandes —de 8MB, frente a los de tan solo 1MB del Bitcoin— y la posibilidad futura de adoptar contratos inteligentes, entre otras.
El futuro
Muchas opiniones del más diverso tipo fluyen alrededor del mundo de las criptomonedas, desde las más trágicas a las más optimistas, pasando por las personas que han pasado por ambas fases. Y, sin embargo, parece que pocos, muy pocos han logrado anticiparse a los movimientos que el mercado ha ido realizando.
Los pocos que lo han hecho, probablemente hayan sacado un buen pellizco económico. Tan grande como para desaparecer. Igual que Satoshi Nakamoto. DIARIO Bahía de Cádiz