OPINIÓN. Un título adecuado por lo pinturero del estreno. Las lanzas se volvieron cañas tras eliminar de la plaza las banderas nacionales, andaluzas y portuenses que rodeaban las gradas y andanadas (que nadie me interprete mal que doy mi vida por las tres), me refiero a la vistosidad que dio a la forja cuatricolor la retirada de éstas que hoy ondean en el lugar más alto de la plaza de El Puerto de Santa María, desde donde la gobiernan coronando su Palco Real. Bien por todos los que han tenido vela en este entierro, desde la Diputación de Cádiz cuando la gobernaba Loaiza, hasta el actual Gobierno local. El primer triunfo del abono 2016.
Lástima que nadie de la Casa Real, Emérito o Duquesa de Lugo, pudieran acompañar a la puesta en escena de tan singular pintura exageradamente denominado reinauguración. Además, con un cartel que tampoco hacía chirriar la reventa donde con dos toros más, ocho, hubiese cumplido el sueño en su aniversario el bueno de Alejandro Morilla sin molestar a nadie.
Mejora en el número de abonados y en el abono con un sensible incremento de interés, sin tampoco tirar la casa por la ventana, sobre todo en el aspecto ganadero donde la mejor del pasado verano defraudó a los del presente, Salvador Domecq. Lo qué daríamos por una corrida torista.
El maestro Morante nos quiso engañar, una vez más, e intentó hacer creer que el motivo de su fracaso fue por “exigente” presentación del ganado que se viene pidiendo en el puerto, es decir por el peso de los toros, su conformación, sus pitones, vete tú a saber. El caso es que ningún toro rechazado, y aprobados todos los que su veedor le escogiera en el campo. Lamentable que una figura mienta para enmascarar su fiasco.
Me dio pena el bueno de Borja Jiménez, quien tras hacer lo mejor de la tarde lo mandara al traste con el hierro templado, o en este caso destemplado.
Domingo Siro, Juan José Trujillo, Jesús Arruga y Vicente Herrera por partida doble, José Chacón y Vicente Osuna. Todos se desmonteraron en el mismo festejo. De Guiness. Sin olvidar grandes quites como los de David Saugar ‘Pirri’ y José Muñoz ‘Perico’. Chapeau para los toreros de plata.
Todos los festejos en esta plaza se hacen eternos, sobre todo cuando falta el toro en la plaza y la emoción se desvanece llegando al aburrimiento. Y no sólo lo digo metafóricamente hablando. Eternos en el tiempo cuando en la mayoría de los casos alcanzan las tres horas menos algo. Salida y retorno del picador, tardías salida al ruedo de las mulillas, vueltas al ruedo de los diestros al ralentí y un exagerado alisamiento del ruedo por parte de los areneros para justificar su trabajo hasta la posterior tablilla al centro y regreso. Todo suma, y todo puede restar, si se quiere.
No veo una hora taurina las 21.30 horas para dar toros, y más hora de cenar tras llegar de la playa. Creo ésta una mala elección sobre todo para los rejones, aquellos que hace escasos años dejaban sin papel la taquilla. Tal vez sea hora de abaratar precios y llenar sus tendidos a hora vespertina o tras la cena, nunca durante.
Por último, una vez más la banda de música faltó al respeto a un torero abandonado la plaza cuando éste, mi paisano David Galván, uno de los triunfadores del ciclo con más verdad, daba la vuelta al ruedo y salía a hombros por la Puerta Grande sin la compañía del precioso pasodoble de Elvira Checa.
Lo demás está dicho por otros compañeros de opinión con los que comparto en todo los contenidos. DIARIO Bahía de Cádiz
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