El grupo Aponiente, liderado por el cocinero gaditano Ángel León, ha salido al paso de informaciones sobre el trato que ofrece a las personas en formación que acoge en su restaurante en El Puerto. La empresa desmiente que estén “hacinados”, apostilla que “no viven en el lujo, pero viven más que decentemente”, y aclara que estos jóvenes no son becarios ni empleados, “son personas con mucha vocación y ganas, que quieren tener la oportunidad de conocer cómo es Aponiente, su concepto y cocina”.
El grupo Aponiente, liderado por el cocinero gaditano Ángel León, ha salido al paso de informaciones y comentarios publicados en los últimos días sobre el trato que ofrece a las personas en formación que acoge en su restaurante en El Puerto de Santa María, que cuenta con dos estrellas Michelin.
Según esas informaciones resaltadas por algunos medios y que han circulado por redes sociales, sus llamados ‘stagers’ viven “hacinados” en un piso que les pone a disposición la misma empresa. Una noticia que coincide en el tiempo con las denuncias contra otro chef, el mediático Jordi Cruz, por tener en su establecimiento de Barcelona a trabajadores en formación sin cobrar.
“Parece ser que nada de lo realizado y conseguido hasta ahora cuenta, y que todo vale por un titular sensacionalista; un titular que anticipa una información que manipula de forma torticera las características de un inmueble que Aponiente pone a disposición de todos aquellos que, cumpliendo los requisitos de trabajo en prácticas -y por su propia voluntad-, desean completar su formación”, se remarca en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.
Así, la empresa de León asegura que cuenta hoy con una plantilla “dada de alta” formada por 50 trabajadores, sin contar con los servicios externos y empresas colaboradoras.
En este sentido, se subraya que Aponiente “es una empresa absolutamente solvente que, bajo la más estricta legalidad, trata de contribuir diariamente a la transformación de la realidad de la provincia de Cádiz, que lucha por ello y seguirá luchando por generar empleo en la provincia con mayor tasa de desempleo de Europa”.
Y Aponiente, que se encuentra en un molino de mareas rehabilitado años atrás por el Estado y que el Ayuntamiento sacó a concurso público, “es, además de un restaurante, un centro de formación e investigación, trabajando día a día en dichas materias, que desarrolla como actividades contempladas en su objeto social y dadas de alta del IAE, según consta en la licencia de apertura”.
“NO SON BECARIOS”
En concreto, en el apartado de formación, se asevera que siempre se ha estado en disposición de ayudar a los jóvenes que quieren formarse como cocineros y, por ello, tiene acuerdos con diversas escuelas oficiales que envían a sus alumnos para completar su formación práctica en el restaurante.
Asimismo, se relata que tras realizar sus estudios donde fuere, cocineros aún sin experiencia profesional o incluso jóvenes profesionales que ya se encuentran trabajando, solicitan complementar su formación mediante la realización de prácticas especializadas en la cocina de Aponiente y el conocimiento de las especies marinas y su biología. “No en vano, el equipo asiste semanalmente a charlas de formación a cargo de una bióloga marina contratada ex profeso a tal fin, participa en ponencias y actividades que Aponiente organiza para el reciclaje de su equipo así como a los cursos de inglés que se imparten en el propio molino de mareas”, se añade.
Aponiente los acoge en sus instalaciones, “haciéndoles miembros del equipo desde el primer día –teniendo, por supuesto, en cuenta que no son empleados– y les imparte ese aprendizaje práctico y vital en el que se convierte su estancia en Aponiente”.
“Estos son los hoy famosos ‘stagers’. No son becarios, pues nada tiene esto que ver con beca alguna o similar, tratándose de solicitudes personales que Aponiente recibe a diario desde España o el extranjero. Aponiente sólo puede atender algunas de dichas solicitudes. Son personas con mucha vocación y ganas, que quieren tener la oportunidad de conocer cómo es Aponiente, su concepto y cocina”, se apostilla.
De este modo, durante su estancia, “que no es larga”, Aponiente les integra en el equipo “y les facilita alojamiento y comida”. Al respecto se aclara que no se obliga a estos practicantes a vivir en un piso o zona determinada, “sino que se pone un inmueble a su disposición para los que quieran ahorrarse un alquiler o no puedan pagarlo, alquilando un inmueble a escasos metros del restaurante, en El Puerto”. Ese era el objeto del contrato de alquiler que Aponiente firmó desde el principio “y que esta empresa ha cumplido escrupulosamente con sus obligaciones y pagos”.
“NO VIVEN EN EL LUJO, PERO VIVEN MÁS QUE DECENTEMENTE”
Entrando de lleno en la controvertida vivienda compartida, se afirma que “se trata de un piso absolutamente digno y en perfectas condiciones para que vivan los chavales: tiene 198 metros cuadrados, cinco habitaciones y tres cuartos de baño. Aponiente considera que tienen sitio suficiente para los que estén en cada momento, que varía según el personal en cada época, no sólo aprendices. Si se echa la cuenta, con que duerman tres por habitación ya sumarían 15, cifra a la que casi nunca se llega. El personal de Aponiente lo limpia semanalmente y lo mantiene en buen estado. Además, no suelen utilizar su cocina porque las comidas se hacen en el restaurante. Las camas son diez literas normales y corrientes. No viven en el lujo, pero viven más que decentemente”.
Por otro lado, sobre las supuestas quejas de algunos vecinos, se anota que “son jóvenes que en su tiempo libre viven y disfrutan como lo que son. Y cuando se juntan allí, aunque la mayor parte del tiempo están fuera, es normal que hagan ruido y monten algo de follón, y eso molesta. Aponiente pide disculpas por ello, pero para el equipo es difícil de controlar”.
Por esa razón, Aponiente aclara que antes de que surgiera esta polémica, decidió su traslado a otro inmueble, individual y sin vecindad a la que se pudiera molestar. “De hecho, ya estaba prevista la adquisición de un inmueble para este fin, y su traslado se va realizar en breve, dejando el actual arrendamiento y desalojando el mobiliario y las literas que ahora, en parte sin uso, se encuentran allí, incluida la lavadora que Aponiente adquirió hace unos meses y que no se publica en las fotografías del sensacionalista reportaje”, se subraya.
APONIENTE ASEVERA QUE NO HA RECIBIDO AYUDAS PÚBLICAS
Por otro lado, desde Aponiente se incide en que no ha recibido ayudas económicas para la puesta en marcha del restaurante en El Puerto, en el que sí ha invertido 2,5 millones de euros en tres años. El uso del molino de mareas es una concesión otorgada mediante concurso público. Además, como concesionaria, se colabora con el Ayuntamiento en la adecuación del viario público exterior (paso de peatones, señales, urbanización exterior) y se ha conseguido recuperar para la ciudad y para el Parque Natural Bahía de Cádiz “una zona hasta hace unos meses marginal”.
Aponiente, se sentencia, “seguirá como hasta ahora, dando de comer el mar, trabajando en diferentes proyectos de I+D con centros de investigación y universidades, y desarrollando el programa de uso público del molino de mareas El Caño, que esta temporada acoge cinco exposiciones culturales y a un total de 950 escolares de la provincia para realizar talleres educativos”.
Así, el propio chef del mar, Ángel León, subraya que “todo esto no me desanimará a seguir en la brecha trabajando en lo mío que es dar de comer el mar, hacerlo bien y atraer a nuestra tierra a gentes del mundo entero que quieren saber lo que está pasando aquí. Lo creado es tan sólido como el molino de mareas que nos acoge y no se va a tambalear lo más mínimo ante la insidia; está acostumbrado al levante”. Aponiente, se termina anotando, y pese a la polémica, “continúa recibiendo peticiones de jóvenes que quieren completar su formación”.
(puedes comentar esta información más abajo)