Toca votar, otra vez. Y con ganas. En un 2015 de urnas, de elecciones andaluzas en marzo y de municipales en mayo, este 20 de diciembre, casi fun fun fun, el 20-D, una fecha intencionada en plena vorágine consumista navideña que ojalá se gane su hueco en los libros de Historia, se celebran elecciones generales… ¿A ver si los papasnoel, los polvorones y las lucecitas de colores nos ciegan y olvidamos los últimos cuatro amargos años, no?
Unos comicios que marcarán el futuro a corto y medio plazo de un país hastiado y gris azotado por una larga crisis-estafa que ha servido de excusa perfecta para el recorte de conquistas sociales, de derechos laborales y de libertades. Una España que los mismos que la hundieron –muchos de ellos patriotas de banderita, nadando entre corrupción, dinero negro, comisiones y sobres- venden que ya ha salido a flote, y que además, ¡qué miedo!, “se rompe”; que, políticamente, se parece poco, muy poco, a la de 2011, año en el que explotó, y era esperable, el movimiento de los indignados. Perroflautas y antisistemas ridiculizados y desdeñados que, en su encaje dentro del sistema –“montad un partido”, les retaban-, están dinamitando no sin las zancadillas de poderes económicos y mediáticos, el tristemente normalizado bipartidismo con el que sobrevivíamos anestesiados –o resignados y desencantados- los españoles “de bien” tras cuarenta años de franquismo que la “modélica” transición a la engañosa y limitada democracia no terminó de cerrar.
En la noche del jueves 3 al viernes 4 de diciembre, con la simbólica pegada de carteles, se abrió oficialmente una campaña de quince días, precedida de semanas, meses, años… de precampaña, en la que lo único novedoso es que se puede pedir el voto abiertamente, y empapelar las ciudades de rostros hipócritas. Una campaña diferente, es verdad, a otras anteriores porque no todo es PSOE-PP, PP-PSOE. Al azul y el rojo se le suman el morado y el naranja.
La irrupción a partir del hervor del 15-M de Podemos, hace ni dos años –ante la inviabilidad estratégica de refundar Izquierda Unida siendo pragmáticos: un partido hoy día no puede aspirar a ganar unas elecciones estatales buscando solo el voto por la izquierda-, ha hecho que se tambalee ese gobierno rotatorio entre dos, evidenciando sus mentiras y su pobreza discursiva; y demostrando que la gente normal se puede gobernar a sí misma, sin corbatas ni laca; equivocándose y reconociéndolo. Ante su efervescencia, tras la curiosidad y simpatía inicial –y televisiones haciendo caja con el tirón de audiencia-, no tardaron en llegar los ataques y conspiraciones, el hablar de Cuba y Venezuela.
Con casi todo perdido por la crisis, su crisis, la ciudadanía empezaba a perder ese recelo a votar “otra cosa”, a auto-votarse, en definitiva –ahí están ayuntamientos emblemáticos del Estado con gobiernos de políticos no-profesionales desde mediados de año, como Cádiz o Puerto Real-; y el poder, los que mandan en la sombra, comenzó a tener pánico… y fue el momento de contraatacar con un “Podemos de derechas”: Ciutadans, Ciudadanos, un partido-marketing “nuevo” que ya existía en Catalunya, que en los últimos meses se hace escalar de forma vertiginosa en las mulitiplicadas encuestas; esas encuestas cuyo objetivo básico es orientar y encarrilar a los que no saben qué votar ni se molestan en sopesar qué implica una u otra papeleta: ¿dónde va Vicente?, donde va la gente.
la alegría como estímulo electoral
Por delante quedan dos semanas intensas en las que seducir al votante indeciso y volátil –los sondeos observan que son muchos- a base de promesas y compromisos increíbles, de hablar más del ‘rival’ que de uno mismo, de regalar bolis y mecheros con el logo del partido en mercadillos y mercados, de mezclarse con esa gente a la que solo se le permite ‘hablar’ cada cuatro años, a la que se le trata como menor de edad el resto de legislatura. Y encima si sale a la calle a reivindicar o a protestar, se le multa y se le apalea. Y se le ningunea, que la que importa es la mayoría silenciosa, drogada con el fútbol y Telecinco.
Sí, votar es sencillo pero no es nada fácil. En estas elecciones navideñas no es el momento de votar por votar, de votar tapándose la nariz o por modas, de votar con odio, con miedo, de votar a los que infunden miedo, miedo paralizante, y nos tienen miedo. Su miedo es perder privilegios y prebendas. Su miedo es que somos más y estamos dejando de estar acongojados, y temen que no olvidemos estos inolvidables últimos cuatro años: no, no hay que perdonar. Su miedo es que del cabreo hayamos pasado a la esperanza; miedo a que vayamos a votar con alegría, con una sonrisa rebelde en los labios, imaginando otro país administrado por nosotros con nosotros, no contra nosotros. Nuestro sueño de cambio -que no es lo mismo que recambio-, es su pesadilla; que ahora por fin tenemos al alcance de la mano y jugando con su tablero y sus adulteradas reglas. ¿Vamos a ser tan idiotas de dejarles ganar la partida?
a por los nueve escaños de Cádiz
En la provincia de Cádiz, donde en este 20-D se deciden nueve escaños al Congreso de los Diputados –uno más que en 2011-, concurren once partidos, y entre ellos no está en liquidado Partido Andalucista. Hace cuatro años, en esas elecciones adelantadas del 20-N, el PP se adjudicaba cinco sillas, mientras el PSOE se quedaba con tres. Ahora, según una muy reciente macroencuesta del CIS, populares y socialistas se repartirían tres diputados cada uno, mientras que Ciudadanos llegaría a dos y Podemos se quedaría con uno.
A nivel nacional, el PP sumaría entre 120 y 128 escaños (tiene ahora 186); el PSOE entre 77 y 89 (tiene 110); Ciudadanos entre 63 y 66; y Podemos entre 45 y 49. Mientras, Unidad Popular –donde se integra IU-, según el CIS, se tendría que conformar con 3 ó 4 escaños (tiene 11). Un estudio, como todos, cocinado, que solo deja nítida una cosa: se acabaron las mayorías absolutistas. ¿Apoyaría Rivera, pese a su discurso de “regeneración” un nuevo viejo Gobierno de Rajoy en minoría? ¿Podría contemplarse un pacto tripartito entre PSOE, Ciudadanos y Podemos para desalojar a quien quiere volver a ser presidente sin dar la cara huyendo de debates porque tiene que jugar al dominó o al futbolín con Bertín Osborne, ese español-español? ¿Hay que descartar una coalición PP-PSOE por el “bien” y la “unidad” de España, de los españoles y del que “todo siga igual”? ¿Podemos va a poder?
Las encuestas son solo eso, encuestas. Hagamos que se equivoquen. La última palabra, en el caso de nuestra provincia de Cádiz, la tendremos los casi un millón de mayores de edad, 993.609 exactamente, llamados a las urnas dentro de dos domingos, unos 12.500 más que hace cuatro años: 968.188 residiendo en ‘casa’, y 25.421 en el extranjero. En las pasadas generales ejercimos este derecho alrededor del 65% de potenciales electores. Pocos.
pegando los primeros carteles
Los principales partidos en Cádiz han estrenado la campaña con actos públicos: PP, Podemos y Unidad Popular, en la capital, mientras el PSOE se trasladó a El Puerto, y Ciudadanos se quedó en San Fernando, de donde es su cabeza de cartel.
El PP, en el lujoso Parador Hotel Atlántico, con la asistencia de sus números uno y dos al Congreso, las exalcaldesas Teófila Martínez y María José García-Pelayo, respectivamente, y bajo el lema “España en serio” –claro, es muy serio presentarse a las elecciones de 2011, ganarlas, e incumplir el programa desde el minuto uno; o prometer ahora 100.000 empleos en la provincia hasta 2020 cuando en los últimos cuatro años, con la gestión de la derecha, no sólo no se ha rebajado la insufrible cifra del paro registrado, sino que ha crecido en unas 2.500 personas-, dejaba consignas como que “Rajoy ha bajado impuestos, ha subido las pensiones y ha creado empleo”; “no tenemos un programa de ocurrencias, tenemos un programa serio y comprometido con todas las personas”; “Ciudadanos quiere disfrazarse de PP cuando lo que realmente va a hacer es casarse con el PSOE”, como en Andalucía –aunque en la Comunidad de Madrid ha apoyado a la derecha-; o que el PP “es un partido que defiende principios y no experimentos como quieren hacer otros”.
Por su parte, el PSOE –con el eslogan “Vota por un país para la mayoría”– celebró su primer acto de campaña en la Bodega El Cortijo, de El Puerto, con la presencia del vicepresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Jiménez Barrios, quien instaba a los suyos a “mandar al PP al baúl de los recuerdos”… ¿de Karina? “Hay que ganar en Andalucía, en toda la provincia e intentar, desde la fuerza del sur, llevar al PSOE a la Moncloa por España y los españoles”, proclamaba, ironizando además sobre Rajoy, “un presidente al que ahora le han puesto las pilas y está hasta gracioso que ya es difícil”. Por su parte, el cabeza de lista al Congreso, Salvador de la Encina, lamentaba “los cuatro años de abandono del PP”, que “no se ha dignado a poner una sola medida excepcional para acabar con ese 40% de paro que acucia a la provincia”.
El lugar elegido por Podemos para la pegada de carteles fue otra vez la plaza Fragela de Cádiz, en la puerta del Gran Teatro Falla. La gaditana, líder de la formación morada en Andalucía y parlamentaria, Teresa Rodríguez, acompañaba en este acto a la desconocida candidata al Congreso, Noelia Vera, una joven periodista gaditana exiliada en Madrid, trabajando en el programa ‘La Tuerka’. Con el lema electoral “Un país contigo, Podemos”, se incidió en que “llega el sprint final de la carrera para la que nacimos”. Y para el viernes -conmemorando además “aquel 4 de diciembre de 1977 en el que millones de andaluces tomaron las calles para exigir dignidad”- se recibía al presidenciable, Pablo Iglesias, con un multitudinario mitin en el Palacio de Congresos.
Y el otro partido de los llamados emergentes, Ciudadanos, daba el pistoletazo de salida a su campaña con una tradicional pegada en la plaza del Rey en San Fernando. Allí, el concejal en el Ayuntamiento y número uno al Congreso, Javier Cano, sentenciaba que “la ilusión de Ciudadanos provocará el cambio sensato que necesita nuestro país”. Para Cano, que en pasadas elecciones municipales estuvo tentado a ser el candidato del PP a la Alcaldía de La Isla, “España necesita una segunda transición, la del cambio sensato, el cambio para crear empleo estable y retribuido, para mejorar la sanidad y la educación, para potenciar la ayuda a la dependencia, para que todos tengamos los mismos derechos, para recuperar el diálogo en las instituciones, para que el ciudadano sea el fin de la gestión pública”. El lema de los ‘naranjitos’ –su presidenciable, Albert Rivera, ya se dejó ver por Cádiz hace unas semanas en otro acto hasta la bandera- es “Vota con ilusión”.
En el caso de la plataforma Unidad Popular organizó su acto principal en la plaza del Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz “porque queremos un proceso constituyente” –aunque previamente también había celebrado otro en Algeciras-. Su cabeza de cartel, el concejal de IU en Medina, Santiago Gutiérrez, subrayaba que “la izquierda y los colectivos sociales tienen que estar representados en el Congreso”. Se busca “dar la sorpresa” con el lema electoral “Por un nuevo país”, y con uno de los políticos mejor valorados, Alberto Garzón, de candidato a la Moncloa.
Finalmente, también abría campaña en la capital gaditana UPyD, entre militantes y simpatizantes, en un modesto acto a los pies del monumento de Moret en la plaza de San Juan de Dios, al que no faltó su candidato al Congreso, Paco Pozo. El partido magenta, ya sin Rosa Díez de líder y referente y desubicado desde la aparición de Ciudadanos, defiende como lema de cara al 20-D “Más España”. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway
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