Padre… ¿he pecado? He votado a Podemos, lo confieso. Pero no, no he votado al maligno Belcebú con coleta que se compra el champú en el supermercado, y hasta las camisas, ¡ni se las hacen a medida ni se las regalan! Ni siquiera antes del 25 de mayo había escuchado más de veinte segundos sus alegatos y ni le había visto por la televisión. Aunque, claro, no veo la tele, más allá del neo-NO-DO de las tres de la tarde, para reír por no llorar, y allí se le ignoraba entonces.
Un voto bastante a ciegas, sí, porque pese a no desconocer el nacimiento del pre-partido y el grueso de su ideario, tampoco me he leído, estudiado y reflexionado punto por punto, hasta la última coma, su ¿inquietante?, ¿peligroso?, ¿desafiante? programa electoral –consensuado por la gente en asambleas y a través de consultas abiertas por internet-, como se ve que han hecho muchos de sus escandalizados no-electores. Sin embargo es un voto convencido y con convencimiento: ha sido la primera vez que he buscado con ahínco una papeleta, y para que ‘gane’, no para que ‘no gane’ otra.
Un voto al ataque, ni a la defensiva ni resignado. Y eso que desde hace unas cuantas “fiestas de la democracia” me dije que no repetiría, que no volvería como un estúpido iluso a bailar y emborracharme en este guateque fraudulento con urnas, falso como la democracia que festeja, tan adulterada y amañada como el sistema precocinado tras la muerte del caudillo por sus incondicionales caralsol y los que corrieron-delante-de-los-grises que no tuvieron agallas de tronchar esa larga dictadura que truncó con un golpe de estado una república legal, que no se restauró.
Sistema montado sobre el blanco y negro del franquismo –sólo hay que ver la bandera nacional que lógicamente incomoda a muchos, aunque el aguilucho haya volado-; sobre las tumbas de las miles de personas que reprimió y asesinó y que se empeña en olvidar en las cunetas, como si no hubiera pasado nada; sistema que –metiendo miedo, siempre asustando para acongojar y paralizar al súbdito- nos venden como el único posible y viable, y, claro, solo manejable por ellos o ellos –en el fondo son lo mismo, pese a que les jode escuchar esta letanía, unos más saboríos otros más simpáticos, pero a la hora de la verdad son meros brazos ejecutores del verdadero poder, del que tiene dinero, asco de dinero y asco de capitalismo-; sistema que urde crisis económicas cíclicas para reajustar desigualdades, el de arriba quiere ganar el doble a costa de empobrecer el triple al de abajo, que sobreviva no, que malviva, con el beneplácito de estos políticos-títeres-profesionales que dicen, sin ruborizarse, representarte; “casta” –¡cómo les fastidia también este calificativo…!- donde parece abundar el embuste, el nepotismo, la corrupción… la prostitución del servicio público. Y ¿no pasa nada?
Afortunadamente este sistema infecto y pestilente se resquebraja treinta y pico años después. Algo habrá que agradecerle a la crisis-estafa instalada, que no sobrevenida, desde hace unos años: nos ha abierto los ojos de par en par, nos ha despertado a base de hostias, paro, hambre y ahora la propaganda-cantinela de la “recuperación” con la que se disfraza la esclavitud de empleos precarios, o lo siguiente. Somos menos tolerantes ante tanta putrefacción institucional-partidista. Y ahora Podemos –sin entrar a valorar supuestos problemas internos, de organización, y otros mamoneos que no me atañen, me interesa e ilusiona la ‘revolución’ que infunde– está contribuyendo a visualizar esas grietas que ya señaló el movimiento 15-M –también demonizado, qué raro-, grietas que PP-PSOE tratan a la desesperada de tapar, que se huelen que al bipartidismo se le acaba el ‘chiringuito’, que otros no-políticos no-profesionales, o sea, el propio pueblo, quiere gobernarse a sí mismo… ¿Cómo lo van a consentir? Ahí van anticipando pactos contra natura que den “estabilidad” y retoques a conveniencia de leyes electorales, ante una IU desnortada, ya que a sus potenciales votantes hastiados les tienta el proyecto Podemos.
Harán todo lo posible e imposible para evitarlo: siguen con la campaña de difamación, con insultos y descalificaciones… que si demagogia, que si populismo, que si ultras antisistemas, que si frikis, que si comunistas, que si fascistas, que si son “los que rodean y asaltan el Congreso”, que si comen niños, que “hundirán el país”… como si ellos no lo hubieran hecho ya… campaña que, son tan torpes, sólo retrata su cagalera ante el cambio que se ve venir –pero cambio cambio- y le da más notoriedad a este partido-movimiento; y sacarán más policías a la calle, darán más palos, pondrán más multas intimidatorias… y quizá hasta estén engrasando los tanques. Todo por salvaguardar al mercado, y mantener sus sillas, cargos y privilegios.
A tenerlo en cuenta si queremos poder, el poder de autogestionarnos como queremos la mayoría -que no estamos en sus sectas-, no unos pocos, muy pocos. Y eso pasa por abrir cuanto antes, cuando ya podamos, un proceso constituyente. No hay que fiarse de esas encuestas y sondeos que ponen tan nervioso.
Sí, lo confieso, he votado a Podemos, pero no por seguidismo a Pablo Iglesias ni por sus, me cuentan, múltiples apariciones televisivas de los últimos meses. He votado a Podemos porque… porque Podemos somos nosotros, los que pisamos la calle, los que vivimos y padecemos el mundo real; todos los que no asentimos sin cuestionar al jefecillo de turno en el partido de turno esperando un cargo de confianza u otros favores mañana ni repetimos como ridículos papagayos sus argumentarios infantiles. Y he votado a Podemos por Tere, una mujer pegada a un megáfono. He votado a Podemos porque gente como Tere sí quiero que me represente.
Padre, he votado a Podemos, y no me arrepiento. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway
Interesante reflexión opinable… que alguien reconozca en estos tiempo lo que vota, raro
Pues yo considero que votar a PODEMOS no es un pecado, sino una bendición de Dios. ¡Y eso que, como dijo Carrillo, no soy creyente, gracias a Dios!
pecado es votar a Rajoy y Rubalcaba, pero eso el papa lo perdona