“Manolete, Manolete, si no sabes torear pá que te metes”. Esa cantilena retumba en mi coco, ni sé el porqué ni de dónde sale, y creo que prefiero ignorarlo. Me ha brotado al repensar esta parrafada preelectoral a modo de Editorial, partiendo de un axioma que a la vez es una exhortación: si no sabes votar, no votes. Haznos ese favor. ¿Estoy llamando a la abstención, cuando lo políticamente correcto es instar a que se empachen las urnas de papeletas? No. O sí. Soy una paradoja andante, como un crío de cinco años me cuestiono todo. Y hace tiempo que me quité la careta. Si te conformas con tragar titulares simplones y capciosos y a voceros y editoriales a sueldo, y repetirlos como papagayo en el bar, o vía twitter y en ese grupo de cuñaos de wasap, allá tú y la humanidad; pero, hazme caso, no votes, vete a la playa, no te olvides la toalla. Para el 26-J dan bueno.
En esta sociedad cada minuto más ñoña y mojigata, está feo decirlo, pero no, no todos podemos y debemos votar, un derecho infravalorado que han envuelto, interesadamente, de rutinaria ‘fiesta de la democracia’; claro, el fiestón que se han estado pegando los que hasta ahora, tras la mentira de la transición, han tratado de tenerlo todo atado y bien atado para alternarse los gobiernos y privilegios (que no el poder) a costa de nuestra inconsciencia, de nuestra apatía, de nuestra rabia insolidaria. Una verdadera democracia no se debería valorar por la cantidad, si no por la calidad: de los políticos y de los que ponen ahí a esos políticos. No, no todos somos iguales, afortunadamente, ni cualquiera debería llegar a representarnos (en la teoría) a todos, teniendo como único mérito el ser familia de, y/o ser un listillo-trepa en el seno de su partido-secta.
¿Cambiamos la seudodemocracia que soportamos por una aristocracia (en el sentido de “gobierno de los mejores”, como pregonaba Platón)? ¿Tengo que responder? ¿Los mejores son los que tienen más estudios (y más dinero)? No, no. Hablo de los mejor preparados dentro del sistema (y que son conscientes de que el sistema persigue anular las ansias de poner patas arriba ese mismo sistema) y autodidactas, pero igualmente de los que sin presumir de titulitis saben de calle, demuestran empatía, altruismo, filantropía, de los que hacen, aciertan o se equivocan pensando en común, no en los suyos. De los que se alegran si sonreímos muchos, no sólo los que tienen cada día más y más a costa de carcajearse y hundir en la tristeza a esa mayoría. El todo pornográfico de un puñadito frente a la nada desesperanzada de demasiados.
Es ininteligible que de entre esos muchos, muchos sigan buscando las papeletas de los de siempre (sean viejos o nuevos), los que miran y remiran (más o menos disimuladamente) por esos pocos, pocos y enfangados de corruptelas, dinero negro, negocios extraños y comisiones, evasión de capitales, esos que sin ruborizarse se exculpan emplasmados con el mísero “es que los españoles somos así, si tú pudieras también mangabas, los otros también lo hacen…”. Dinero público, dinero de nadie, nos han inoculado; y como es de nadie, me quedo con un pico y otro para mis amigos y empresarios. Empresarios que costean por la puerta de atrás mi chiringuito y sobresueldos y sostienen a mis panfletos de comunicación ultras de la libertad de expresión para que con la propaganda (vendida como información) sigamos lavando el cerebro de los muchos, y me sigan votando en modo-borrego fiesta tras fiesta de la democracia. Y qué fantástica, fantástica esta fiesta. Mi fiesta. Mi patria, todo por la patria y su unidad indisoluble (y mercantil), y mi banderita de EspÁña; ahora, los españoles ya tal.
somos aguafiestas de su juerga
¿Y si llamamos a la puerta del guateque los aguafiestas?, ellos se ponen tensos y nerviosos, a alguno se les cae hasta el cubata. Esos utópicos de los mundos de Yupi que quieren que haya medialunas y fanta-naranja para todos (y no caviar ruso y wiski del caro para esos pocos), los que son como tú y como yo (porque somos nosotros), los que buscan seducir con mensajes comprensibles y sentido común, los que llenan plazas de ilusión sin fletar autobuses que huelen a bocata de chorizo incluido, los que esperan que tras las urnas, propongamos, fiscalicemos, exijamos, reclamemos… cogobernemos desde fuera de las instituciones, y encima con alegría, el poder fraternal de la alegría colectiva.
Ellos, tras el momento de curiosidad paternalista y el bajón post-resaca, no han tardado en calumniar, difamar y mentir, miente miente que algo queda (ya lo practicaban los nazis y Goebbels, con los judíos); en repetir etiquetas, esos palabros malditos: comunismo come-niños, radicalismo, Otegui, extremismo, independentismo, catalanes, sorpasso, populismo con tridente y rabo (evocando al ¿franquismo?; como si el populismo que ellos no practican, noooooo, fuera una enfermedad incurable y el voraz capitalismo que mata cada día de hambre o en guerras a miles en el planeta fuera un mal menor irremediable); en desviar la atención poniendo el foco en Venezuela, mientras más se grite sobre las miserias de allá, más se acallan las penurias de acá. Y ¿ETA?, tú también eres ETA, Y de UPyD, y no lo sabes…
Qué poco originales, a meter miedo con el incierto futuro (el futuro es incierto, si no no sería futuro), amedrentar para paralizar las ansias de emanciparnos de ellos y de un pasado y presente gris oscuro casi negro, en el que resuena muy al fondo la música de su fiestuqui, y nos camelan con la posibilidad de dejarnos una tarde bailotear una ranchera del prohombre Bertín Osborne y hasta lamer la foigrás reseca de los canapés. Vótame, vótame mucho, como si fuera esta noche la última vez, y todo cambiará moderadamente nada combinando el azul mafioso con el rojo desteñío, aún a regañadientes, gracias al irrelevante naranja celestino y los bancos. Seguirás igual de mal, pero con Eurocopa gratis, granhermanos y patonjas, y trabajando el triple por la mitad que antes de la crisis-estafa que nos inventamos porque el proletariado se estaba acomodando, y sin quejarte, amordazado, que detrás hay cuatro millones esperando turno para que les neoesclavicemos y no nos deis las gracias, ingratos; y delante tienes al servicio de mi seguridad ciudadana porra calientita y/o multa que te crió. Qué seguridad, ¡ni una compresa con alas!
ya no se trata de buscar un presidente del Gobierno
Si eres de los nuestros y vas a volver a votar mal, no votes, de verdad. Si votas con miedo; si votas sin saber qué votas, de oídas, creyéndote promesas increíbles cogidas al vuelo de mentirosos compulsivos; si votas por inercia y porque eres militante de ideas fijas y cuota pagada; si vas con La Razón, el ABC, El País, El Mundo, el Marca o el AS, el Diario, el Viva o La Voz bajo el brazo envolviendo la barra de pan, o no sientes vergüenza ajena almorzando con el nodo-Telediario; si votas con odio y rencor infundados; si votas pensando en la cartera y contra tu misma gente; si votas repitiendo ese mantra del “todos son iguales”, optando por el que parece menos malo-ladrón, o el más guapetón… No votes. Tus nietos te lo agradecerán.
¿Yo?, yo no pido el voto para ningún partido, aunque lo parezca. Y lo parece. Exijo responsabilidad y madurez: si quieres participar de este ‘juego’, su juego, haz el esfuerzo mental e intelectual de ponderar tu opción y las consecuencias, no olvides todo lo malvivido y sufrido, aunque tú no lo hayas padecido del todo. Memoria histórica, de anteayer y de ayer. Votar es (debe ser) mucho más que encestar la papeleta en la urna y esperar de brazos cruzados a que esos representantes te arreglen la vida, porque no lo van a hacer. Tu vida te la resuelves tú, dicta el neoliberalismo imperante apelando a la inhumana competitividad. Sabemos bien, nos lo enseñó Espinete, que sólo no puedes, con amigos, sí. A estas alturas, ya no se trata de buscar un presidente del Gobierno, se trata de que el pueblo se haga con ese Gobierno y construya su ‘edificio’. Toca rescatar esa insuperable cita del “solo el pueblo salva al pueblo”.
Sueño despierto con que este primer domingo del verano (más allá del inesperado ascenso del Cádiz CF), los muchos de abajo, que somos más y tenemos que creérnoslo, acudamos en masa y risueños a los colegios (nuestra alegría incrementa su cabreo), sabiendo votar, convencidos y al tiempo siendo realistas: el después será todavía más complicado que llegar, arremeterán sin compasión y con toda la mierda mediática a su disposición, ojo. Tenemos el ejemplo del Ayuntamiento de Cádiz.
La revolución está más cerca hoy que ayer. Ladran. Es buena señal. Para el 26-J dan bueno, muy bueno. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway
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Daban bueno, pero se nubló. Interesante reflexion