Diez años son demasiados… o muy muy pocos. Una década en la historia de la Humanidad, es nada; pero esa misma década es hoy día, modestamente, todo un hito en el submundo de los medios de comunicación, uno de los sectores, junto al ladrillo, más castigado por la crisis-estafa que, como excusa perfecta, ha cerrado cientos de proyectos, cabeceras, televisiones, emisoras, dejando en el paro a miles de periodistas y a otros miles sin oportunidades, y exprimiendo un poco más y por sueldos mezquinos a los multitareas que quedan en las redacciones junto a los recurridos becarios comodines, sin apenas tiempo para pisar la calle; un sector que se ve desnortado ante cambios vertiginosos que parece no entender ni admitir: la transformación de los hábitos de consumo de información.
Sí, pese a este gris e incierto panorama, nosotros, DIARIO Bahía de Cádiz (DIARIO en mayúsculas para subrayar que somos tan medio de comunicación, tan periódico como aquellos que, como desde la prehistoria digital, se imprimen y manchan las manos, y sólo por eso te miran por encima del hombro) estamos de ¡aniversario! (y lo celebramos, claro): cumplimos este 7 de julio de 2014 diez años desde que se zambulló en el, por entonces, calmado ‘mar’ de internet; un océano por explorar allá por 2004 poco explotado por los contados medios gaditanos existentes, que figuraban en la red porque “había que estar”, pero “no eran”: en general ofrecían poco más que un volcado tosco de sus ediciones en papel.
Fuimos, muy posiblemente, el primer periódico exclusivamente digital de la zona (hoy es casi incuantificable la cantidad de microproyectos nativos que brotan como respuesta a la falta de trabajo por cuenta ajena mes tras mes). Y cuando lo digital era (y todavía, es, para esas molondras medievales) sinónimo de seudoperiodismo de tercera categoría. Un periódico que, como seña de identidad, no quiere ser hiperlocal ni provincial, ni referir nada que esté fuera de su alcance, pese a que somos conscientes de que perdemos visitas (meros números en una estadística, los lectores son de carne y hueso) al no hacernos eco de esas informaciones churros, chorras e insustanciales (aquellas que, tristemente, copan las listas de ‘más leídas’ en otros medios generalistas). Nos sentimos un medio metropolitano, centrado en los siete municipios integrados y menos hermanos de lo que les convendría en la desaprovechada Mancomunidad de la Bahía de Cádiz.
El día a día de la capital gaditana, Jerez, San Fernando, El Puerto, Chiclana, Puerto Real y Rota, y la interpretación de esa realidad más cercana, la que de verdad importa, es lo que nos movió a concebir este humilde proyecto informativo, que, sin proclamar adhesiones empalagosas, revanchas justicieras ni aburrida equidistancia, crece sin prisas, crece… en un contexto de sobreinformación que desinforma (cada día menos información y más entreteniento, que a nadie le dé por pensar y abrir la boca) y de interesante pero también preocupante congestión de micro-medios que nos esquivamos (cuando, ya lo dice el dicho, la unión hace la fuerza); y pese a los obstáculos mundanos: la tibia respuesta del anunciante privado local en estos tiempos de miedo a gastar (aunque la publicidad sea una inversión), y que sigue creyendo más en el papel que puede tocar que en lo virtual, pese a su potencial, nuestro potencial; y, lo más indignante, la discriminación de quienes se creen que las instituciones públicas son suyas, que el dinero de todos se puede manejar a su antojo y conveniencia, que con su publicidad y propaganda (que no debería existir, pero como existe, o todos negros o todos blancos, en su correspondiente proporción…) pueden manejar más fácilmente a los que mandan y censuran en sus medios (contratando páginas, cuñas, promociones, banner) y ahogar a otros (ignorándolos con excusas increíbles, o peor todavía, con un silencio humillante que retrata al ‘mudo’, que luego encima se irrita si no le das voz).
Sí, crece y se hace mayor, que no viejo. Con diez años, DIARIO Bahía de Cádiz ha dejado de ser ese inocente y cándido niño, nuestro niño, con su genio, que lo tiene, y entra de lleno en una prematura pubertad, etapa vital de cambios y preguntas, de rebeldía e inconformismo. Queremos que el ‘nuevo’ periódico refleje esa adolescencia, aún con responsabilidad y compromiso, como hasta ahora, con nuestros lectores, nuestros anunciantes, nuestros colaboradores, con los gaditanos para los que informamos y sobre los que informamos; pero a la vez, nos imponemos el objetivo de ser un poco más incómodos… no llamar la atención, que nos llamen la atención. Somos autocríticos, y lo reconocemos: en esta década hemos fallado, no siempre hemos estado a la altura, no siempre hemos acabado satisfechos de nuestro trabajo; en jornadas de desánimo nos hemos contagiado de ese virus que está matando al periodismo de verdad: la rutina, la comodidad, el corta-pega. Somos humanos… aunque a veces parezcamos máquinas de una fría cadena de montaje, produciendo información-comunicación basura de usar y tirar.
El primer cambio evidente de esta ‘revolución hormonal’ es formal, pero no hay acné y pelusilla en el bigote: hemos considerado que este décimo aniversario es la coyuntura idónea para estrenar la tercera versión del periódico en la que hemos trabajado internamente en los últimos meses. Una página cuidada y mimada en sus detalles y donde lo visual gana relevancia, acorde con otros digitales de referencia, adaptable a dispositivos móviles y más automatizada, lo que significará que las secciones estarán en casi continua actualización hasta llegar a la portada definitiva de cada noche, desde que amanece hasta que se pone el sol. No obstante, seguiremos apostando por el contenido, el tener algo que contar y contarlo bien aunque tarde, antes que por las prisas irracionales por ‘subir’ cualquier cosa de cualquier hechura para ser los primeros en ¿qué? Paralelamente, aprovechamos para refrescar la identidad corporativa con una renovada cabecera simple pero significativa, donde destacan las siglas DBC.
Desde ese 7 de julio de 2004, este proyecto gaditano independiente, plural y laico, sin vinculación, dependencia ni subordinación alguna a partidos políticos, instituciones, asociaciones, empresas o bancos, promovido por Dany Rodway, joven periodista y cuasifilólogo metido a su vez a bisoño empresario (cuando todavía el concepto de emprendimiento, tan baboseado en la actualidad, se vinculaba a la vocación no a la necesidad de buscarse la vida ante la falta de empleos y oportunidades para todos), vive, malvive o sobrevive, según las etapas y los ingresos por publicidad (su casi única vía de sostenimiento), persiguiendo información y contenidos honestos, antes que esa mera inmediatez. Y entre ellos, despuntando, gracias a la impagable implicación de competentes colaboradores, los referidos a la cultura (hemos cubierto cientos de eventos a los que ni han llegado otros), al carnaval (son ya diez los concursos narrados a nuestra manera, nueve de ellos desde el mismo Teatro Falla, y el último expulsados caprichosamente del foso de prensa… merecedor de un premio de la Asociación de la Prensa de Cádiz), a las elecciones municipales (dando eco a todas las opciones posibles, no sólo a los partidos de siempre, los temerosos de tener que repartir la tarta), a los toros y a la opinión (con una nómina diversa de columnistas recomendables). Además, entre 2010 y 2012 editamos de forma paralela la revista ‘BiCentenario’, nuestra contribución sincera y altruista al Bicentenario de la Constitución de 1812; y en verano de 2006 incluso saltamos del ordenador a la calle con un número extraordinario en papel con el que inundamos la Bahía… los números y el ‘chaparrón’ no cuadraron y no hubo más… por ahora.
Diez años “haciendo Bahía”, diez años buscando el “camino” que nos llevara a hacer solvente y viable el proyecto (a veces olvidamos que somos una empresa), diez años en los que hemos ‘contado’ la Bahía a alrededor de diez millones de lectores/visitantes (audiencia acumulada estimada) a través de dos webs muy distintas: una primera primitiva y artesanal, y desde principios de 2009, un portal profesionalizado y ajustado a las necesidades de ese momento; que ya no son las de ahora, de ahí el estreno de esta nueva página, esta nueva etapa, que deseamos que cumpla las expectativas de nuestros exigentes usuarios y fieles. Y confiamos que nos sigan acompañando, agitando y soportando (es lo que tiene la adolescencia, que no obsolescencia) muchos años más. Será señal de que contamos. De que incordiamos.
larga vida!!