Se nos escurre este verano 2022. Ya va apeteciendo cogerse una rebequita en ciertos momentos de la mañana y de la noche, y el “búscate” de incontables ¿titulares? en medios y pseudomedios gaditanos de los últimos meses nos ha llegado muy hondo, lo admitimos. Nos empuja a la reflexión al asomarse el otoño.
El “búscate” en tal concierto, “búscate” en aquella verbena, “búscate” en el estadio, “búscate” en la macro-magna, “búscate” comiendo churros a toda prisa en La Marina, “búscate”, “búscate”, “búscate”… ese recurso barato y facilón de llenar páginas digitales de fotos grupales con gente anónima para que quien no esté seguro de si estuvo allí o aquí (“la noche me confunde”, que diría aquel), se pase un buen rato “buscándose” entre imágenes irrelevantes de humanos pillados infraganti o exhibiendo artificialmente su diversión, nos hace plantearnos si la prensa (la que se dice seria, y la que ni lo pretende) recurre a ello por clickbait, persiguiendo que pinches y cebes estadísticas, o bien si muy al fondo existe un propósito trascendente, metafísico: invita a encontrarse a uno mismo.
Y se lo agradecemos. Nos vendría bien “buscarnos”. Nosotros, DIARIO Bahía de Cádiz, cumplimos el pasado julio dieciocho años, y a estas alturas, saliendo de la adolescencia, seguimos bastante desnortados en esta selva (pero con una remozada web, eso sí). Será que estamos obsesionados con nuestro sur.
con nuestro modesto micro-proyecto editorial nacido en 2004 de la nada y sin apoyo de nada ni naide para contar(nos) e interpretar(nos) sin catetismo y visión de hermandad inevitable nuestra Bahía, insistimos en avanzar impolutos
Perdidos ante un ecosistema mediático (el que nos incumbe) que se nos está quedando bien bonito: estigmatizado por la precariedad y consecuente cero contraste, cero contexto, corta y pega de comunicados sin mirarlos y con bulla, reproducción acrítica de declaraciones, videos chungos grabados con el móvil robados de redes sociales, pretensioso SEO, ultradependencia de la propaganda institucional coercitiva…, infoxicación, insustancialidad, amarillismo, mentiras (a sabiendas) y odio (al diferente y al que menos tiene) a granel, infundimiento de miedo y psicosis, y sobre todo derechización. La ola reaccionaria lo inunda todo. Están ganando por goleada. Y además (aunque siempre es un error generalizar), al otro lado está un lector (visto como mero usuario/visita) que no lee, apenas picotea titulares que le refuerzan su idea del mundo: la que está dispuesto a concebir, no quiere verdades, está cómodo con su verdad.
Perdidos porque, muy dignos (y equivocados, seguro…), con nuestro modesto micro-proyecto editorial nacido en 2004 de la nada y sin apoyo de nada ni naide para contar(nos) e interpretar(nos) sin catetismo y visión de hermandad inevitable nuestra sufrida Bahía de Cádiz mancomunada, insistimos en avanzar (hacia no sabemos dónde) impolutos, al margen de toda esa mierda mediática que nos salpica y que pisamos más de lo que sospechamos (no somos puros, no). Lo que a la vez nos mantiene como un paria non-mainstream en este mundillo tan corporativo (de puertas para afuera).
Y es complicado (¿imposible?) engordar y reproducirse si no haces lo mismo que (casi) todos, si sigues dándote cabezazos masoquistas contra el muro fantaseando con que caerá; si no entras en la rueda, si no publicas banalidades, sensacionalismo, notas de prensa al dictado y con urgencia, y si encima te parapetas en el bando perdedor. Y sobre todo rehúyes de la táctica de los “búscate”, “búscate”, “búscate”, que mientras te estás rebuscando entre fotos y fotos y fotos no piensas en hacer la revolución. Dany Rodway