Quince años. Quince. Ya dejó atrás la etapa elemental de exploración, aprendizaje y crecimiento; la infancia, la niñez, la pubertad. Al adolescente se le empieza a cambiar el gesto, comienza a mirar atrás, a tener memoria. E incluso a arrastrar los pies de cuando en cuando, y a quejarse de la vida, de la monótona rutina alienante, atrofiante, agotadora. A pensar en la muerte, a olvidar por momentos aquellos proyectos de sublevación. A tener nostalgia de lo que inconsciente soñó ser (que llegaría a ser) aquel 7 de julio de 2004, iluso, ambicioso, aventurero sin colchón ni red, ni padrinos ni carné de PP-PSOE, con fe pero sin fe. A tener dudas (y certezas) por el reflejo que le devuelve el espejo cada madrugada, por eso en lo que se está convirtiendo; por el cómo lo ven (o quieren ver) los otros. Uno sin los demás no existe, ya lo pensó el maestro Unamuno. DIARIO Bahía de Cádiz sin vosotros no tiene sentido, no tiene futuro.
Quince años. Quince. Dan para mucho (y es nada si se compara con las primaveras que suma la Humanidad). Mucho (y nada) para darte cuenta de lo que fue, ha sido y es, y hasta para intuir qué será. Quince años de camino hacia la mar manriqueña (“allí los ríos caudales, / allí los otros medianos / y más chicos; / y llegados, son iguales / los que viven por sus manos / y los ricos…”) durante los que hemos sorteado y observado desde este rincón al sur del sur (en casos, también sufrido y contado colateralmente), la Historia escribiéndose en directo: los últimos atentados de ETA, su disolución y cómo alguno parece echarla de menos (sin enemigos, se les agota el discurso maniqueo); masacres terroristas en Londres, París, Barcelona, Egipto…; guerras en Libia, en Siria, en Irak…; crisis migratoria y de refugiados, y Europa-fortaleza sin sonrojarse mirando a otro lado, como con Palestina, pero qué de luces cegadoras en aquella Eurovisión celebrada en Israel…; terremotos devastadores en Haití, Chile, Fukushima, Nepal o el tifón en Filipinas; de Obama a la vergüenza ajena de Trump y sus muros (mentales, también); Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, y un Borbón que no ha votado naide haciendo negocio del cuento (real) y supliendo en el trono a su padre, el mismo que colocó Franco, un inexhumable dictador criminal; Chaves, Griñán, Susana Díaz, Moreno Bonilla y su pionero ‘trifachito’ (y Javier Arenas sin creérselo todavía…); el boom del ladrillo, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la crisis-estafa omnipresente, la corrupción de lo público saltando a la luz y salpicando, las cloacas del ministerio del Interior, de dos millones de parados a más de seis para pasar a tres millones cobrando la mitad, desahucios cada día, los recortes y tijeretazos (también en derechos y libertades), el “no rescate” del país y de la banca ladrona, la ¿apocalíptica? subida del salario mínimo, la turistificación y la escalada del precio del alquiler; el necesario 15-M en las plazas; el ¿fin del bipartidismo?, Podemos (el fraternal, el virgen, el anticapitalista) removiendo los cimientos del anquilosado sistema político-social maquinado durante la idealizada Transición y Ciudadanos (o sea, el mismo poder económico y mediático con piel de cordero camaleónico) echando hormigón, tratando de que todo ‘cambie’ para que siga igual (si no te gustan mis principios, tengo otros) e irradiando odio, rabia y rencor (que en esencia es fobia a perder privilegios y al que piensa, se sale del rebaño, y no se conforma con lo establecido); la ley antitabaco, la de memoria histórica, la de dependencia o la del matrimonio igualitario; el feminismo tomando la calle frente al heteropatriarcado y la lacra de la violencia machista y sus negacionistas; la infamia de artículo 135 de la Constitución y ¿la izquierda fragmentada?, vaya novedad…; el amago de golpe de Estado contra el pueblo venezolano (y Venezuela hasta en la sopa, las cosas de tener petróleo bajo tus pies… ¿alguien sabe lo que está pasando en Honduras?), la epidemia de Ébola, la imprevista victoria del Brexit, el envidiable referéndum popular en Catalunya, y como respuesta, represión policial y judicial (y periodistas pidiendo perdón por decir “presos políticos”), lazos amarillos y morados, las manos blancas; la filtración de wikileaks; la publicación del último libro de la saga de Harry Potter; la selección española de fútbol ganando un mundial y Marta Sánchez de hazmerreír nacional moqueando con tu patria (“pa qué quiero a la patria que sale en los libros, si en los libros de la patria no sale mi barrio”, rezó el capitán…), bailando con tu bandera, la que la España facha (sí sí, la del “a por ellos”) tiene monopolizada; ¿bandera…?, banderas y más banderas, trapos y más trapos en los balcones (¡qué negocio textil!), y el franquismo y la ultraderecha retrógrada, homófoba, racista y machista, saliendo del armario; el flamenco con la etiqueta de Patrimonio de la Humanidad; la catedral parisina de Notre Dame en llamas; Michael Jackson, Hugo Chávez, Margaret Thatcher, David Bowie, Amy Winehouse, Steve Jobs, José Luis Sampedro, Nelson Mandela, Robin Williams, Fidel Castro, Stephen Hawking, George Michael, Leonard Cohen, Muhammad Ali, Prince, Johan Cruyff, Federico Luppi, Pedro Zerolo, Eduard Punset, Saddam Husein, Osama bin Laden… (que la tierra les sea leve); de luchar contra el mileurismo a resignarnos con la precariedad; el veganismo y el sin-gluten, la mediocridad al poder, los ofendiditos, la estupidez mojigata sinfín, el humor en peligro, la involución de Rosa Díez, el balconing, los palo-selfie, los patinetes eléctricos, el emprendimiento (o búscate las papas por tu cuenta), las casas de apuestas brotando en barrios obreros, menos entretenimiento y desahogo y sólo negocio en el universo del fútbol, las fake news, la postverdad, Amazon, Google y Netflix (eludiendo impuestos, por supuesto), ‘Juego de Tronos’ y demás chorreo de series para tenerte absorbido y quietecito en el sofá, el empoderamiento que no pasa de ser un palabro raro, niños consumiendo porno a granel y padres sobreprotectores, el cambio climático…; y la enfermedad social creciente (cada vez estamos más solos), el mirar el móvil cada tres minutos y las redes asociales, desde MySpace, a Facebook, Twitter, Youtube, Instagram, Snapchat… y WhatsApp y sus funestos grupos. Todo esto y más en sólo quince años. Mucho (y ¿nada?).
Quince años. Quince. De ver, vivir/convivir y contar/interpretar lo cercano, lo que de verdad mueve, duele y conmueve. Nuestra razón de ser como medio de comunicación social, ni local ni provincial. Cuatro elecciones municipales, alcaldes para la intrahistoria que vienen y van (Barroso, Hernán Díaz, Antonio Moreno, Teófila, Román, ‘Kichi’… y Pedro Pacheco pasando por la cárcel, también la roteña Eva Corrales y la jerezana Pilar Sánchez, sin robar); la Bahía que ‘camina’ unida, diversa y cateta políticamente (y casi con un gran centro comercial en cada ‘barrio’) que pasó a teñirse de azul y a colorearse de rojo con sus islas moradas; una Mancomunidad alumbrada por la necesidad de un cementerio igual de inútil y muerta hoy que ayer, y un consorcio metropolitano de transportes interesante y conveniente que debe luchar frente a la dictadura del coche privado (la puesta en marcha de la ‘tarjeta única’ fue nuestra noticia de portada aquel 7 de julio de hace quince veranos); la dependencia del turismo y del sector servicios, y la economía sumergida (y las paguitas), salvavidas ante la desindustrialización imparable y tasas de desempleo registrado y de exclusión que alarman pero no terminan de movilizarnos (por algo será); los indignados en el Palillero y otras plazas emblemáticas de la comarca, los siete meses de sueño autogestionado de Valcárcel Recuperado, las mareas verde, blanca, violeta, de pensionistas, los trabajadores del metal…; un parque natural envidiable, esteros y salinas, que ahí permanecen, a la espera de un verdadero re-aprovechamiento; la Universidad ‘mirando’ al mar, sin que nos creamos su potencial; jóvenes empresas punteras más conocidas y reconocidas fuera que aquí; el demorado (y ¿necesario?) segundo puente, el eternizado tranvía (¿algún día sabremos la verdad?), las fracasadas Las Aletas (y el proyecto alternativo y sostenible, elaborado por la ciudadanía, ignorado por los que ‘mandan’), el atascado nudo de Tres Caminos, la rehabilitación del puente Zuazo y del castillo de San Sebastián a medias, el nuevo Hospital Puerta del Mar o la Ciudad de la Justicia, que no pasan ni de la maqueta, y el AVE que no llega (¿y para qué?, que inviertan más en cercanías y medias distancias, que son los trenes que sí deben llegar, y con billetes más baratos); astilleros no se cierra (sí adelgaza, con las contratas ultra-dependientes), el puente Carranza y la autovía CA-33 testigos de la lucha obrera, petroleros a precios asiáticos, barcos para los entonces ‘amigos’ de Venezuela, corbetas manchadas de sangre para Arabia Saudí, plataformas eólicas…; el cerrojazo doloroso de Delphi y dos mil personas a la puta calle (la deslocalización, amigos), promesas electorales a los afectados y frustraciones postelectorales para todos, más de mil días de encierro…, el plan Bahía Competitiva en el limbo, la lluvia de millones de fondos europeos de la ITI que no termina de ‘mojar’, para cambiar el modelo productivo (el papel lo soporta todo); los ilusos Bicentenarios de 2010 y 2012 (y aquel Tricentenario en 2017), y la vida igual, tras pomposos discursos añorando un pasado que pasó, cumbres y croqueteos; el naufragio del Vaporcito sin reflotamiento viable y Camarón ‘viendo’ levantar su museo tras años de dimes y diretes; las anuales marchas (ya, ‘marchitas’) a Rota contra el imperialismo y la comarca como objetivo militar, con el ¿empleo? como contrapartida de potenciales bombazos, los cuarteles vaciándose, Defensa sin liberar gratis ni un metro del suelo que no es suyo, y San Carlos ya civil convirtiéndose poco a poco en un verdadero hospital; Hacienda ahogando más a los ayuntamientos imponiendo planes de ajustes a cambio de préstamos, y un ERE de funcionarios municipales en la endeudada Jerez; miles de casas ilegales en el extrarradio chiclanero y portuense que esperan y desesperan por su regularización y dignificación; los ascensos y descensos del Cádiz (y Cádiz B), y hasta del Xerez; cientos de críticas y reseñas culturales; quince concursos del Falla a pie de foso, la vuelta de Martínez Ares, las despedidas de Bustelo (bueno, de Bustelo, no), Antoñito Martín, la chirigota del Love, Tino Tovar (el ‘tiempo’ dirá si fue o no un ‘hasta luego’), Vera y Morera arrasando en sus modalidades, las últimas coplas de Juan Carlos, de genio comprometido y canalla a leyenda inmortal que con su adiós prematuro deja tocada a la ciudad y su fiesta…, pregones con la esencia del mismo Ares (irrepetible), Ruibal, Alejandro Sanz, Jorge Drexler, Joaquín Sabina, el Selu, el Yuyu, el Love, Pablo Carbonell…; las barbacoas/bebecoas del Trofeo quemádose, acotándose, extinguiéndose, prohibiéndose… Sí, todo esto y mucho más nos ha ocupado/entretenido en los últimos quince años de, para y por nuestra Bahía. Siempre. Un idilio de amor (y sus ratos de desamor).
Quince años. Quince. Y el periodismo (la prensa papel/digital, que es donde flotamos) ahora en 2019 ¿es peor que en 2004? Sí es diferente. Es diferente el contexto, las herramientas, la caducidad del instante, el afloramiento y desaparición de incontables pequeños y micro-medios (¡¡ayy, si pensáramos más en cooperar que en competir…!!) fruto del paro en la mal pagada y desprestigiada profesión (donde todavía no se exige la colegiación). Y diferente es el lector. Un lector que no lee (picotea de allí y acullá y comparte), que es tratado por la mayoría de medios, panfletos y plataformas como consumidor. La noticia es hoy otro producto basura (si pinchas, engordas las estadísticas de cara al anunciante) que vende algo de forma directa o tangencial (un mensaje, consignas, rabia y confrontación, un servicio, una marca…), y los periódicos (los que dicen ser serios y los que ni se molestan en parecerlo) son meros contenedores industriales de estas informaciones, sucesos y dramas, famoseo y fútbol (ya parece que ni importa la jerarquización), la mayoría de elaboración ajena e interesada y desde hace tiempo, otro alto porcentaje nutrido de declaraciones, anécdotas y chascarrillos sacados de programas de la tele, radio o del twitter de este o aquel. Sólo interesa el cuánto, la cantidad de ‘noticias’ (la llamada infoxicación), la cantidad de clientes, de clicks, de retuiteos, con esos titulares gancho de cero patatero en cualquier facultad de Comunicación (que hable el profesor Antonio López Hidalgo). Obviamente existe (y existirá) el Periodismo (con P mayúscula), el que no es rentable a corto-medio plazo, el de antaño, el pausado, el que contrasta, el que duda, el que cuenta historias, el que pone el foco en eso que no quieren que sepas, el que no corre a ‘copiar y pegar’ sin cuestionar una coma notas de prensa (en ocasiones escritas de aquella manera por un farmacéutico o un topógrafo) y despachos de agencia y los vomita como ‘primicias’. Pero ¿existen (y existirán) lectores para este periodismo?, el que te exige además un esfuerzo y concentración, que llegues a replantearte ideas preconcebidas, el que no sólo te cuenta lo que quieres escuchar. Existe y existirán, sí… pero el panorama a un lado y otro de este ‘juego’ es para ser escéptico. Y si a eso se le añade que detrás de los (endeudados) principales medios, incluso de los que se visten de ‘los más progres’, están bancos y grandes corporaciones… seguiremos engullendo kilos de Pantoja, abdominales de Cristiano Ronaldo, el Mercadona como secta intocable, Amancio Ortega de nuevo mesías frente a los morados malnacidos que denuncian sus elusiones fiscales, y la franquicia victimista y camorrista del cuñado Rivera no ha pactado nada con Vox.
Quince años. Quince. Y no practicamos siempre ese Periodismo romántico, que ya tampoco recordamos si nos llegaron a enseñar en la carrera, más preocupada por evaluarnos en el manejo del tipómetro. Es vergonzoso reconocerlo: falta de tiempo, de plantilla, de convencimiento, de destreza, de hambre, el ‘abarcar mucho y apretar poco’, aburguesamiento… quizá son meras excusas. Como justo y honrado es admitir que NO hacemos seudoperiodismo trivial, panfletario y revanchista ávido de audiencia por la audiencia, nunca: no hemos sido, no somos ni seremos una churrería informativa. Y somos conscientes de que amasando ‘churros’ nos iría mejor, tendríamos más notoriedad, más impacto, más ingresos. ¡Vaya!, olvidamos que somos también una empresa, pero ¡vaya!, queremos lectores, cómplices y participativos, no usuarios ni clientes ni meros números, ni una IP más en google analytics. Y a estas alturas ya estamos hasta cómodos en la superviviencia; encabezonados con seguir editando cada día un periódico digital con hechuras de uno de papel de toda la vida (hemos alcanzado ya las 3.780 ediciones); y persistimos en ser para la Bahía y sus gentes, nuestra penitente Bahía de Cádiz, siempre, una herramienta de transformación social, ni más ni menos: con honestidad, profesionalidad, buen rollo, humildad, autocrítica, antifascismo, disidencia, inconformismo, resistencia, la libertad del carnaval y la playa, y sin bulla. Sin estar en la trinchera mas sin equivocarnos de bando.
Quince años. Quince. Y continuamos aprendiendo pese al ancho camino recorrido y los achaques (personales, económicos, burocráticos, llamadas y reproches por no haber contrastado, burofaxes con supuestas amenazas por publicar algo incómodo, insultos y halagos, ataques informáticos, caída de servidores, exasperantes copias de seguridad, la porfía interna con el branded content, la rueda que no se detiene…); madurando, aunque nos resistamos a no sentirnos tan jóvenes e impetuosos como hace tres lustros. Y como no, mostrando nuestro agradeciendo ad infinitum a todos los amigos, compañeros, camaradas y colaboradores que desde 2004 en algún momento han aportado, se han subido al ‘barco’ y han remado durante pocas o muchas millas para que el Bahía sea más Bahía: Eulogio, Andrés, Alberto, Javi, Ramón, Charo, Paco, Jesús, Carlos Alberto, Manuel, Juan Luis, Victoria, José Manuel, Óscar, Sergio, Antonio, Víctor, Ana Isabel, Eduardo, Pablo, Fermín, Vicente, Félix, Manuel, Miuris, Juan, Javier, Ismael, Matías, Jesús, Patricia, Eloy, David. Quince años y ni fiesta de aniversario ni convidá, lo sabemos. Queda pendiente.
Quince años. Quince. Con altibajos y titubeos, con ayer y hoy, con pasado y presente de alegrías, agobios, dignidad y hasta de orgullo. Y mañana… ¿mañana volverá a salir el sol en nuestra Bahía? ¿Seguimos? Sin vosotros no tiene sentido, no hay futuro. Dany Rodway
Felicidades y a por otros quince años más!!!
Esto debería compartirse en las facultades de periodismo. Menos idealismo. La realidad es la que es. Enormes los del Bahía. El Bahía no se cierra!!! Ehhhh
Un fuerte abrazo Dany, mientras tenga animo y tú ganas de aguantarme cuenta con mis monigotes.