CRÍTICA. Woody y el resto de juguetes de Andy (ahora propiedad de la niña Boonie), centra la historia. Estos juguetes siempre han tenido claro que su labor en el mundo es cuidar a quién sea su dueño. En su primer día de colegio, Bonnie crea un nuevo juguete de fabricación propia al que llama Forky y lo lleva a su cuarto de juegos. Sin embargo, este no se siente a gusto en su nuevo “trabajo”, lo que hace que arranque una nueva aventura para los inseparables compañeros de juego de la pequeña.
No he podido evitar, tras ver las tres películas anteriores, sentir que esta última entrega es la película más adulta de la saga. Disney vuelve a pensar no solo en los niños sino en sus acompañantes de más edad. Sabe también que muchos de niños que disfrutaron de la primera entrega de ‘Toy Story’ (1995) son hoy adultos deseosos de volver a introducirse en el humor y la aventura que promete este universo animado. Todo esto queda reflejado en los diálogos y las enseñanzas que encierra el trasfondo de la historia, cuyos matices solo una persona con la madurez necesaria será capaz de captar.
De igual forma, vuelven a introducir guiños feministas (como ya hicieran con la última versión de ‘Aladdin’) para hacer que las niñas de hoy admiren y deseen imitar a mujeres fuertes, independientes y seguras de sí mismas. Cada vez más, Disney huye de retratar personajes femeninos que sean un mero adorno, lo que es de agradecer por el público y los padres de familia.
En ‘Toy Story 4’, será un personaje femenino el decisivo de la historia. Será ella la que enseñe al resto de juguetes que hay que salir de la zona de confort y disfrutar de todo lo que la vida puede regalarnos. Que se puede transformar un hecho aparentemente trágico en una oportunidad para emprender un nuevo camino en la vida. Un camino que puede ser mucho mejor del que hubiéramos podido soñar.
— Lo peor: Por lo que cuentan sus creadores, es muy probable que esta sea la última película de la saga.
— Lo mejor: Absolutamente todo. DIARIO Bahía de Cádiz