CRÍTICA. Educar a los hijos siempre ha sido una tarea dura que requiere gran dedicación por parte de los padres. Actualmente, la incorporación de la mujer en la vida laboral y su necesidad de disfrutar de los mismos derechos que cualquier hombre, ha hecho que los trabajos domésticos se repartan, idílicamente, por partes iguales en las familias. Sin embargo, la realidad en la mayoría de los hogares es la que esta excelente y delirante comedia nos retrata.
Las mujeres siguen, en muchos casos, cargando con la gran mayoría de las tareas domésticas y, además, hacen malabares para compatibilizarlas con sus trabajos fuera de casa. Hay que tener en cuenta que muchos de los mensajes que cambian nuestras sociedades se transmiten mejor desde el humor y, con películas como esta, el mensaje puede llegarnos alto y claro.
La historia de ‘Padre no hay más que uno’ se centra en Javier y Marisa, los padres trabajadores de una familia numerosa. A pesar de todo lo que ello implica, Javier no se ocupa de nada que tenga que ver con el cuidado de la casa y de los niños y, además, no deja de decirle a su desbordada mujer que se ahoga en un vaso de agua y que el problema es que no se relaja. Por todo ello, Marisa decide tomarse unas merecidas vacaciones y dejar a su marido al cuidado de todo. La tragedia está a punto de comenzar.
A pesar de un comienzo que hacía presagiar que estábamos ante otra bienintencionada pero fallida comedia española, el ritmo de comedia que imprime Segura en el arranque real de la historia (una vez el padre se queda finalmente solo a cargo de los hijos) se vuelve efectivo y dinámico.
Las píldoras de realidad con las que el director va llenando el guión (los grupos de whatsapp de padres, los psicólogos infantiles, etc.) se completan con la naturalidad de los actores infantiles elegidos para los papeles protagonistas (incluyendo a las dos hijas de Segura), que brillan mucho más que los protagonistas adultos. Son ellos y su frescura los que, junto al acertado guión, llenan la pantalla de escenas divertidas que animarán las noches de verano que aún nos quedan por pasar.
— Lo peor: Que se hayan dejado en el tintero muchas otras situaciones absurdas que surgen de las reuniones de padres. A veces la realidad supera a la ficción.
— Lo mejor: Las actuaciones (muy en especial la de los hijos protagonistas),… y la conversación de Javier y su hijo en el coche, cuando este le confiesa que le “gusta” su amigo del cole. DIARIO Bahía de Cádiz