CRÍTICA.En las adaptaciones de los clásicos Disney que se han ido sucediendo en los últimos años hay directores que se han arriesgado, apostando por amoldar ciertos aspectos de las obras a los tiempos actuales. Un claro ejemplo lo encontramos en Guy Ritchie, quien llenó a Jasmín de fortaleza y la hizo luchar por el derecho de las mujeres a ser sultanas (una licencia artísticas algo difícil de creer en la Arabia Saudí de la época, pero que es de agradecer para la imagen actual de la mujer). Sin embargo, todo lo que Ritchie tenía de innovador en la adaptación de los guiones de la Disney, Favreau lo tiene de conservador de los mismos.
En esta nueva versión de ‘El rey león’, ciertas decisiones de producción pueden enturbiar algunos momentos del filme (elegir las primeras horas del día para cantar ‘La noche del amor’ es una de ellas), pero eso es perdonable si lo comparamos con la poca capacidad de innovación del director.
Tal vez ese temor a no ser bien acogido por los más puristas es lo que alejó a Favreau de arriesgarse a mejorar más si cabe un guión que podía haberse beneficiado del paso de los años y los cambios en la sociedad. Aunque los más que conseguidos efectos especiales (de un realismo apabullante) y la perfecta recreación de los paisajes pueden ser para muchos suficientes para justificar la necesidad de rehacer la película, en mi opinión, si solo se va a hacer una copia exacta a la original, todo director y equipo productivo debería cuestionarse la necesidad de la misma… y este filme es un claro ejemplo.
A pesar de todo, es una película que satisfará en mayor o menor medida a todos los que acudan a las salas, consiguiendo que pasen un buen rato de diversión y entretenimiento. Unos saldrán con una sonrisa de oreja a oreja y otros solo a medias,… pero será una sonrisa al fin y al cabo.
— Lo peor: Algunas decisiones de producción… y la voz del Simba adolescente de la versión española.
— Lo mejor: Los efectos especiales. DIARIO Bahía de Cádiz