CRÍTICA. Definitivamente si alguien era capaz de encarnar a un personaje tan entrañable como temible, era Jim Carrey. Hace casi 20 años de la famosa película en la que se nos dio a conocer, sobre todo en Europa, a este ser verde y siniestro creado en 1957 por el escritor Dr Seuss (seudónimo de Theodor Seuss Geisel). Si pudieran leer el libro ‘¡Como el Grinch robó la Navidad!’, en el cual se basa la película, descubrirán que se trata de una obra escrita en verso. Ese hecho se ha respetado en las dos versiones cinematográficas, lo que es de agradecer ya que mantiene la musicalidad intencionada por el autor, aumentando la sensación festiva de la historia.
La historia está ambientada en la ficticia ciudad de Villaquien, donde habita el Grinch junto con el resto de ciudadanos (los felices y afectuosos Quien). Esta criatura peluda y cascarrabias posee un corazón anatómicamente más pequeño que el resto de habitantes y su hogar se encuentra en una cueva en lo alto de una montaña, donde vive junto a su perro Max. Cuando se acercan las festividades navideñas, envidioso de la alegría de los Quien, planea robar todos los adornos y regalos navideños y así impedir que llegue la Navidad a la ciudad.
Se trata de una película ideada para toda la familia, con una cuidada animación en la que cada uno de los personajes consiguen inspirar, con sus conseguidos gestos y caracterizaciones, las emociones pretendidas. Cabe destacar el increíble diseño de la ciudad de Villaquien así como la cueva en la que vive el Grinch, ideadas ambas al más mínimo detalle. El guión adaptado también nos regala un sentido del humor cuidado del que disfrutarán tanto grandes como pequeños (a manos, sobre todo, de la mascota del protagonista y de la pequeña Cindy Lou). Sin embargo el metraje puede ser excesivamente largo, sobre todo en su tramo final, en el que la resolución de la historia parece no terminar de llegar. Esto puede hacer que el público más infantil se mueva un poco en su butaca y llegue a desvincularse de la película.
A pesar de lo anterior, en este último tramo de las fiestas navideñas, y con el día de reyes a la vuelta de la esquina, puede que este filme sea ideal para descubrir que la Navidad es mucho más que regalos, adornos y comidas copiosas. Seguramente nuestro corazón, al igual que el del Grinch, se hará tres veces más grande al salir de la sala del cine y descubrir, junto al protagonista, el verdadero sentido de estas fiestas.
— Lo peor: La duración de su metraje (junto con una última parte un tanto tediosa) puede hacer que los niños pierdan el interés.
— Lo mejor: El sentido del humor. Divierte tanto a niños como a adultos. Todas las escenas con el reno. DIARIO Bahía de Cádiz