CRÍTICA. Debo confesar que después de un verano descafeinado en el panorama cinematográfico (aunque los ha habido peores), estaba deseando la llegada de la nueva cartelera y, entre otras, el estreno de ‘Ad Astra’, una de las más prometedoras películas del otoño.
Tenía todos los alicientes: buenos actores (Brad Pitt, Donald Sutherland, Tommy Lee Jones), un escenario más que interesante (los viajes interestelares) y un director cuyos trabajos anteriores le han merecido un León de Plata en el festival de cine de Venecia (1994). Sin embargo, toda esa expectación y la casi certeza de estar a punto de ver una obra de arte se esfumaron desde la primera mitad del metraje.
La lentitud de la historia no es lo único que provoca desesperación, sino el hecho de que nos estén vendiendo la historia de un astronauta ejemplar en cuanto a preparación y logros que es incapaz de llorar, sonreír ni a penas gesticular, sea cual sea la situación en la que se encuentre. Una persona atormentada que no deja de mostrarse robótica y de cuyo universo interior intuyes lo peor en un principio, para pasar a sentirte engañado por el director y guionista.
Prometo que intenté encontrar un minúsculo rincón de mi corazón en el que empatizar con la historia, pero la misma se presenta de forma fría y pragmática. Sin apenas interacciones ni diálogos (solo monólogos interiores del protagonista, que hacen que quieras enviarlo a algún tipo de voluntariado social para que aprenda lo que realmente son problemas) y con algún que otro despropósito de guión (si alguien entiende qué aporta la escena del mono en la nave noruega, que me lo diga).
Pero esto es solo una opinión entre millones (algunas de las cuales incluso otorgan premios). El cine son las emociones que la película es capaz de despertar en el espectador, y nunca es la misma para todos.
— Lo peor: El regodeo de sentimientos que van cada vez alejándote más del personaje principal (Brad Pitt). La lentitud del metraje y la sensación de estar ante una obra vacía.
— Lo mejor: Las imágenes de la tierra desde el espacio. Las predicciones futuristas de cómo serán los viajes comerciales a la luna y en qué se convertirá, si no lo evitamos, el pobre satélite de la tierra. DIARIO Bahía de Cádiz