CRÍTICA. La pieza teatral Principiantes se presenta en esencia como una adaptación del relato corto, “De qué hablamos cuando hablamos de amor” incluido en el libro homónimo de Raymond Carver, publicado en 2009 como Principiantes, con modificaciones sustanciales del texto.
Una pareja de jóvenes casados, Laura y Nick, pasan una velada en casa del cardiólogo Herb y su mujer Terri. Sin poner límites a la ingesta de alcohol, Herb (en el relato se llama Mel) monopoliza la conversación en torno al amor. La información de cada uno de ellos fluye de forma mutilada y sin conexión aparente; todo se confabula para crear incomodidad en el ánimo del espectador. En el transcurso de la velada, se revelan vivencias personales en torno al amor con muchas dosis de violencia. Terri se muestra como mujer comprensiva y acostumbrada a los arranques verbales de su marido, que va creando con sus relatos (suicidio del primer marido de Terri, el accidente casi mortal de un matrimonio, su idea de cómo matar a su primera mujer…) un clima de tensión favorecido por la bebida continua de gin-tonic. Para colmo, en un momento determinado, Herb llega a declarar que raptaría a Laura, si no estuviesen casados ni él ni ella, sin que las parejas respectivas contradigan nada.
Raymond Carver es uno de los epónimos de los cultivadores del realismo sucio. El subgénero narrativo se caracteriza por la concisión expresiva y la descripción narrativa con mínimos recursos, por lo que se precisa de un contexto para dar sentido completo a la obra. De ahí que sea primordial en la adaptación teatral de Principiantes o What We Talk About When We Talk About Love conseguir crear ese contexto que obtenga con la mayor fidelidad posible el efecto que produce la lectura del cuento.
Principiantes lo consigue a medias -léase, no lo logra-, probablemente porque la aventura se intenta tomando como cuerpo de referencia ese texto, que no da para llenar el tiempo de una obra larga ni para equilibrar la participación de los personajes en el desarrollo dramático. De ahí que, para dar sentido actoral al personaje de Nick, por ejemplo, este asume un papel de narrador, que en otro contexto teatral podría ser prescindible, y se recurra también a llenar texto e historia con parte de otros relatos, de forma notoria con “¿Por qué no bailáis?”, en el que se escenifica un baile muy sensual de Herb y Laura, que abre una línea dramática poco creíble en el curso de una reunión de amigos.
La escasez textual se complementa con generosos rellenos musicales -que ambientan adecuadamente la narración- y, sobre todo, con la escenificación de primeras de una mera anotación en el texto de Carver con el que se simplifica la alusión al amor dominante y violento que sufrió Terri con su primer marido. Las borracheras en escena son escandalosamente despilfarradoras y el comportamiento de Herb se produce con violencia y agresividad en determinados momentos; muy efectista, es cierto, y que subraya el contexto de violencia, alcoholismo y cierto degeneracionismo personal, pero que no se corresponde con la descrita en el relato de Carver.
En medio de una ambientación necesariamente discreta -una cocina americana-, la dinámica proyección de imágenes sobre la ventana, los cambios de luces y la música contribuyen a dinamizar una historia que tiene mucho de narración y que adquiere en la interpretación el mejor soporte para llegar al agrado del público. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
‘Principiantes’ de Raymond Carver.
Adaptación: Juan Cabestany. Dirección: Andrés Lima. Escenografía: Beatriz San Juan. Iluminación: Valentín Álvarez. Elenco: Javier Gutiérrez, Mónica Regueiro, Daniel Pérez Prada y Vicky Luengo.
Lugar y día: Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María, 30 de octubre de 2021. Asistencia: Lleno.